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La revolución me traicionó

La revolución me traicionó

Cuando cae la noche, Lázaro Julio, 81 años, enciende un viejo radio VEF de la era soviética y se pone a escuchar programas deportivos hasta que lo atrape el sueño. Vive en una habitación hedionda atestada de cosas que recoge en basureros de la calle.

Las discrepancias familiares provocaron que sus descendientes dividieran una amplia casona ubicada en la barriada de Santos Suárez, municipio Diez de Octubre, al sur de La Habana, hasta transformarla en una cuartería donde las broncas se alternan con malas palabras y reguetón a todo volumen.

“Es el sálvese quien pueda”, confiesa Lázaro Julio. Cada uno ha transformado las habitaciones en pequeños apartamentos con cocina y baño adosados. Los más ‘prósperos’, que ganan dinero de lo que se cae del camión o en algún negocio ilegal, han comprado televisores de pantalla plana, congeladores para almacenar comida y equipos de aire acondicionado.

“Todos estamos emparentados, pero no nos hablamos. Tengo nietos y sobrinos que me tratan con desprecio. Me insultan y se burlan de mí. Es como vivir en una cárcel. Soy el máximo responsable de esta situación. Fui intransigente con mi hijo homosexual, llegué a denunciar a parientes y amigos que criticaban al gobierno. Puse la ideología por encima de la familia. Y ahora lo estoy pagando”, reconoce.

Lázaro Julio recuerda que una tarde de abril de 1961, con solo 18 años, “viajaba en una guagua Leyland rumbo a Playa Girón a combatir. Estuve tres años en la lucha contra los alzados del Escambray y a finales de los 70 me mandaron a Angola. Para mí, Fidel estaba por encima del bien y el mal. Con el paso del tiempo, me dí cuenta que nos manipularon, que fui una herramienta. Algunos han tenido beneficios del sistema, pero la mayoría hemos caído en el olvido. Solo somos útiles como propaganda. Yo no traicioné a la revolución, fue la revolución la que me traicionó a mí».

Cómo Lázaro Julio, miles de vehementes y fieles seguidores del castrismo en el pasado, hoy consideran que el régimen los ha abandonado. Por el artículo «Los veteranos de la Revolución Cubana demandan justicia social», publicado el 24 de marzo de 2021 en la web La Joven Cuba, se supo que Gladys Marel, Natalia Bolívar y Norma Porras, tres reconocidas combatientes de la lucha clandestina, se habían dirigido al Ministerio del Trabajo y Seguridad Social y al presidente Miguel Díaz-Canel, para que las autoridades aumentaran las pensiones a los ancianos que apoyaron el proceso y en la actualidad viven en la miseria.

Deportistas retirados como el velocista Osvaldo Lara, el voleibolista Abel Sarmiento y el corredor de 400 y 800 metros planos Norberto Téllez, que ganaron medallas panamericanas y olímpicas, rozan la indigencia. El pasado 6 de febrero, Téllez contó a Trabajadores, periódico estatal, que menusalmente cobraba 200 cuc (pesos convertibles) equivalente a 200 dólares, por haber recibido una medalla olímpica en las Olimpíadas de Atlanta 1996. Esa cantidad le permitía vivir con cierto decoro. Pero hace dos años, con la Tarea Ordenamiento, comenzó a cobrar 4,800 pesos (28 dólares al cambio en el mercado informal), dinero que no alcanza siquiera para alimentarse.

Llamésmole Jordan, un pelotero de 16 años considerado uno de los grandes talentos del béisbol en La Habana, apunta que “estrellas retiradas del deporte andan con los zapatos rotos y viven en la pobreza extrema. Muchos se han convertido en alcohólicos. Mi entrenador recibe ayuda financiera y comida de los padres de peloteros que adiestra. Esa es una de las razones por la cual muchos deportistas escapan de Cuba”.

Desde 1991 a la fecha, alrededor de 4 mil deportistas se han marchado del país, casi todos beisbolistas. Saltan la cerca para ganar salarios de cinco o seis ceros, administrar con libertad sus finanzas y ayudar a los familiares empobrecidos que dejan en Cuba.

Según una encuesta publicada en mayo de 2022 por Statista Research Department, aproximadamente el 70 por ciento de las familias cubanas vive con menos de 117 dólares al mes. Para familias de tres o más integrantes, significaría un ingreso inferior a 1,90 dólares diarios per cápita. Esos datos reflejan que más de 8 millones de cubanos viven por debajo del umbral de la pobreza de acuerdo a las normas del Banco Mundial.

Saray, trabajadora social, admite que “los más afectados por la crisis económica, la inflación y el déficit de los servicios básicos son los ancianos. Sus pensiones están muy devaluadas. El salario promedio de un jubilado es de ,528 pesos, 8 dólares al cambio en el mercado informal, que solo alcanza para comprar un puñado de viandas o tres libras de carne de cerdo”.

Ana María, 76 años, quien desde 2008 reside en el condado de Miami Dade, expresa que “lo único que lamento es no haberme ido mucho más joven. Llegué con 61 años, trabajé siete años y cobro un cheque de mil y pico de dólares. Me dieron un apartamento por el Plan Ocho y una enfermera viene tres veces a la semana a la casa para atender mis problemas de salud. En Cuba se la pasan el día entero hablando de socialismo, de ayudar a los más necesitados y de justicia social, pero es aquí, en la meca del capitalismo ‘feroz’, donde me atienden como persona”.

Si damos crédito a las estadísticas oficiales, más de 700 mil personas en la Isla reciben asistencia social. Y de un millón 600 mil jubilados, más de la mitad cobran la pensión mínima de 1,528 pesos.

Durante 50 años, Eulogio trabajó en una tabaquería y no es gran cosa lo que recibe del gobierno. “Me autorizaron a comprar comida, muy mala por cierto, a precios módicos en un comedor del Estado y cada cierto tiempo, la asistencia social me da dos jabones de lavar. Pero desde hace ocho meses no recibo la leche en polvo que me corresponde por dieta médica. El país está colapsado. Díaz-Canel debería renunciar”.

Saray, la trabajadora social, aclara que “el gobierno habla de subsidiar a las personas más necesitadas, pero esa ayuda no alcanza. Es una gota de agua en el océano. Y no se vislumbra mejoría a corto plazo. Se ha planteado que a los ancianos más vulnerables, además de aumentarle la pensión, debieran darle bolsas gratis de comida. Cuba es una de las naciones más envejecidas de Latinoamérica. Para el 2030, el 30 por ciento de la población tendrá más de 60 años. Muchos apoyaron a la revolución y ahora se sienten estafados”.

Lázaro Julio, el anciano que vive en condiciones precarias en Santos Suárez, dice que “en la otra vida intentaré hacer las cosas de manera diferente. Me dejé arrastrar por la intolerancia y el fervor revolucionario”. Sesenta y cuatro años después, se pregunta si valió la pena.

Iván García

Sobre admin

Periodista oficial primero (1974-94) e independiente a partir de 1995. Desde noviembre de 2003 vive en Lucerna, Suiza. Todos los días, a primera hora, lee la prensa online. No se pierde los telediarios ni las grandes coberturas informativas por TVE, CNN International y BBC World. Se mantiene al tanto de la actualidad suiza a través de Swissinfo, el canal SF-1 y la Radio Svizzera, que trasmite en italiano las 24 horas. Le gusta escuchar música cubana, brasileña y americana. Lo último leído han sido los dos libros de Barack Obama. Email: taniaquintero3@hotmail.com

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