Desde La Habana

La lección de Paneque

Después de Ariel Sigler Amaya, de los pocos presos políticos excarcelados que a simple vista se ven depauperados se encuentran José Luis García Paneque, Antonio Villarreal Acosta y Omar Ruiz Hernández.

El resto tal vez clínicamente esté peor, pero no lo aparentan. La mayoría de los veinte llegados a España tienen buen aspecto físico, que mejorará cuando les crezca el pelo, se puedan hacer un corte de cabello más moderno y vestir mejor.

Algunos han salido mucho más gordos que cuando ingresaron en prisión. Detalle que es comentado hasta en foros de internet y sería bueno explicaran.

Porque en estos siete años hemos estado leyendo que entre las infernales condiciones de las cárceles cubanas, se encontraba la pésima alimentación. En este blog publicamos un post titulado Lo que come un preso cubano, escrito por Efrén Fernández Fernández (La Habana, 1963), condenado a 12 años en 2003.

En los presos comunes se puede entender, porque las visitas familiares son más frecuentes, cada 21 días, pero las de los prisioneros políticos, siempre se ha dicho, es cada dos o tres meses. Y por muchos alimentos no perecederos que en super jabas o jolongos les lleven, es casi imposible alargarlos para ese período de tiempo.

Además, con frecuencia medios disidentes reportaban que presos políticos habían decidido protestar haciendo ayunos y huelgas de hambre, que se supone hagan bajar de peso. Sin contar que en ocasiones los carceleros les castigaron suspendiéndoles las visitas familiares y durante un número mayor de meses se habrían quedado sin recibir alimentos de los suyos.

Uno de los prisioneros políticos y de conciencia que más kilos perdió fue José Luis García Paneque (Las Tunas, 1965), médico de profesión, condenado a 24 años de privación de libertad en 2003.

Desde Cullera, una de las ciudades más hermosas de Valencia, Paneque ha preferido hacer y no decir. Y en las páginas de La Información, ha comenzado a publicar una serie titulada Diario de un cubano exiliado.

Tania Quintero

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