Bueno, ya era hora, acaban de llegar oficialmente los americanos a Cuba y es el momento de comenzar a construir otra vez el socialismo. Se sabe que ese sistema, tal y como lo concibieron sus fundadores, sólo sirve para dejar a los países secos y sin libertad. Es el dinero del enemigo capitalista y algunos de sus mecanismos diabólicos y mágicos lo que consigue alcanzar la eternidad de la dictadura y evitar que se repita la historia de la Europa del Este.
Así es que ante esta nueva situación en las estructuras del poder se trabaja a fondo para mantener firme y activa la represión en todo el país y, en especial, en contra de los opositores pacíficos, el periodismo independiente y los artistas rebeldes. Se retoca el discurso oficial para que los nuevos amigos extranjeros tengan donde prender sus tarjetas de demócratas y se negocian las fortunas particulares con los despojos de la economía.
En otro plano, los cuadros del partido comunista, los de confianza, los más fieles y la parentela en pleno, incluidas las amantes y las amigas con derecho a roce, tienen por delante la dura tarea de aprender inglés y la oportunidad de demostrar su vocación internacionalista mediante viajes urgentes a recibir cursillos sobre la burocracia capitalista en España, pagados por la Unión Europea.
A esta nueva etapa en la que se levantará el socialismo criollo, le hacían falta los dólares, el turismo, las empresas, el comercio y la bendición de Estados Unidos para que la isla entrara, con todas las de la ley, en el equipo triunfal de China y Vietnam. Ya están en la misma categoría de naciones asumidas por la comunidad internacional, a pesar de que el planeta entero reconoce que son engendros políticos forzados por los comunistas para seguir al mando.
El entusiasmo y la alegría de este trío en el fragor de los andariveles de la moneda dura los ha hecho dejar en el olvido al único verdadero país socialista, en el sentido ortodoxo de la palabra, que sobrevive en el mundo: Corea del Norte. Lo ignoran y lo desprecian como a un primo lejano, mediocre, anticuado al tiempo que utilizan, para sostener sus gobiernos, la misma parafernalia de violencia, cárceles, golpizas y destierros que su camarada Kim Jong-un usa contra los 25 millones de norcoreanos.
Esa práctica brutal es lo más significativo que se conserva del socialismo real en Cuba. Los jefes no se van a bajar de los tanques porque es la garantía de su permanencia en palacio.
Allá, lo sabe y lo siente mejor que nadie, la oposición interna, las Damas de Blanco los periodistas y los intelectuales libres que hoy domingo volverán a las calles y recibirán insultos, palizas y detenciones arbitrarias como evidencia de que, con la llegada de los americanos, se ha comenzado a construir otra vez el socialismo.
Raúl Rivero
El Nuevo Herald, 26 de julio de 2015.
Foto: Turistas pasean por el Malecón en un viejo Chevrolet descapotable. Tomada de www.rtve.es