En la calle Enamorado número 73 apartamento 8 entre Rabí y San Indalecio, en la barriada de Santos Suarez, La Habana, reside la señora Yaneth Álvarez Morales. Su casa se encuentra en estado deplorable. Compite con cualquier choza de cartón y aluminio de alguna favela perdida en Río de Janeiro o Puerto Príncipe.
Detrás de la pared se encuentra la cisterna de un edificio aledaño, la cual se filtra llenándole de agua toda su destartalada morada. También se filtra la fosa sanitaria de ese inmueble. Dentro del tugurio no hay baño, por lo que hacen sus necesidades en un cubo.
Con Yaneth viven sus dos hijos. Uno de ellos, de 16 años de edad, se ha convertido en asmático debido al alto grado de humedad que allí existe. Desde hace 33 años reside en este lugar. Tiene un expediente abierto como caso social desde el año 1998 y un dictamen declarando la vivienda inhabitable emitido por la Unidad Municipal de Inversiones de la Vivienda (UMIV).
En 2006, debido a su depauperada situación de salud y habitacional, a lo que se sumó la ansiedad por la espera de una solución prometida que nunca llega, decidió entrar en una vivienda sellada, ubicada en la misma calle, en Enamorado número 54.
La policía la sacó por la fuerza. Después de ser desalojada, la casa le fue entregada a un coronel del Ministerio del Interior llamado Jorge Luis Estrada. Según Yaneth, Estrada no tiene hijos ni una necesidad real de vivienda, pues la habita una señora que no es familia suya y al parecer es su amante.
Todos estos problemas han sido expuestos por Yaneth a las más altas instancias del gobierno y el Consejo de Estado, denunciando también hechos de corrupción relacionados con su caso, como el mencionado anteriormente. Pero sus reclamaciones son devueltas, sin recibir respuesta, al mismo lugar donde se originan sus problemas: la Dirección Municipal de la Vivienda.
Yaneth le comunicó también a su delegado, Humberto Rico, la corrupción existente en ese organismo, haciendo éste oídos sordos a sus planteamientos. Desde hace unos meses, Yaneth presenta un cuadro de trastorno psiquiátrico, con un plan médico muy estricto como consecuencia de las vicisitudes que vive a diario.
-Si yo tuviera dinero ya hubiese resuelto mi problema. O si fuera ‘pincho’ (dirigente) como ese coronel. Pero soy una pobre mujer que no tiene dolientes ni parientes, así que tengo que aguantar callada, sin poder protestar, porque si lo haces lo que te cae encima es la desagradable. Esto no es fácil, ¿hasta cuándo tenemos que estar soportando tanto descaro y mentiras? Fíjate cómo es la cosa que la señora que atendía casos sociales como el mío, pidió la liberación porque dice que no puede seguir diciéndole mentiras a la gente, señala Yaneth gesticulando nerviosamente sus manos.
Ella tiene documentadas todas las reclamaciones y dictámenes hechas al Instituto de la Vivienda. También al Consejo de Estado, lo que ratifica la veracidad de lo que expone. Así y todo, no se le da una respuesta a sus reclamos.
Yaneth se encuentra en una encrucijada, al borde de la locura. Cree que ya es hora de que las instituciones estatales le den una solución a su caso. Lleva ya 33 años esperando.
Texto y fotos: Lázaro Yuri Valle Roca