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La Habana de los 60

La Habana de los 60

Los cubanos que nacimos en la década de 1940, tuvimos un gran privilegio: haber podido ver y escuchar en vivo a los mejores exponentes del ‘feeling’ y el bolero, como el compositor Frank Domínguez, fallecido en México el 29 de octubre de 2014, cinco días después de que en ese país también muriera la cantautora Ela O’Farrill.

No exactamente fue un privilegio para quienes en los 60 rondábamos los veinte años, estar viendo por todas partes hombres y mujeres vestidos de verde olivo con armas largas, como la miliciana de la foto, tomada del blog Memorias de un Cubano, a la entrada de un organismo que había frente al emblemático Edificio Alaska, en 23 y M, La Rampa, que como tantos inmuebles de la capital se fue cayendo a pedazos y tuvo que ser derribado.

En 1963, junto con el que sería mi esposo y padre de mis dos hijos, el abogado Rafael García Himely, dos o tres veces a la semana recorríamos los clubes y restaurantes de moda. Entonces, no hacía falta tener un salario alto para disfrutar de la noche habanera: el dólar no había hecho su aparición en la isla y todo se pagaba en pesos cubanos, la moneda nacional. Los precios eran accesibles a los bolsillos de la mayoría de los cubanos.

Uno de los recorridos empezaba en el restaurante El Conejito, en 17 y M, Vedado, o en La Torre, que quedaba enfrente, en el último piso del Focsa. Continuaba en El Gato Tuerto, en O entre 17 y 19, a un costado del Hotel Nacional, alma de las descargas de la actriz y cantante Myriam Acevedo y de César Portillo de la Luz. Casi siempre pasábamos por el Pico Blanco, en O y 25, en la azotea del hotel St. John’s, santuario del ‘ronco’ José Antonio Méndez.

Ya ahí hubiéramos podido terminar la noche, pero desde La Rampa -en aquella época se caminaba bastante, a cualquier hora- nos íbamos a pie hasta Calzada y C, a una cuadra del antiguo Teatro Auditorium, hoy Amadeo Roldán, donde en el club Imágenes, Frank Domínguez tocaba y cantaba sus propios temas. Se llamaba igual que uno de sus números más conocidos, Imágenes.

En otras ocasiones cenábamos en El Monseñor, en 21 y O. Además de comer pargo asado, langosta grillé o filete mignon a la plancha, podías deleitarte con el irrepetible Bola de Nieve. Y luego de andar unas pocas cuadras, íbamos a La Red, en 17 y L, templo de La Lupe. O al Scherezada, en 17 y M, en los bajos del Focsa, una de las catedrales que tuvo Elena Burke cuando tenía el acompañamiento de su guitarrista Froilán. Pero alrededor de las doce, cumplíamos el ritual de cerrar la noche con Frank Domínguez en Imágenes. Después, a esperar la confronta de la guagua, bien en la calle Línea o en la propia Calzada, por donde pasaba la ruta 20. No teníamos amigos con auto y en 1963-64, ni soñar con un taxi, estatal o privado.

También éramos asiduos al Club 21, el Club 23, La Zorra y el Cuervo, el Salón Rojo del Capri y las ‘cañitas’ del Habana Libre, todo en el perímetro de La Rampa, que comenzaba en Infanta y Malecón y terminaba en 23 y L. Era la zona más glamourosa de la capital, con aceras incrustadas con obras de Wifredo Lam, Amelia Peláez y René Portocarrero. Portocarrero vivía en el edificio que hace esquina en 21 y O, frente al Nacional y al Monseñor, y te lo podías encontrar por la calle, a él o a su pareja, el pintor Raúl Milián.

Por supuesto, estábamos a la caza de las descargas o actuaciones de Freddy, Marta Valdés, Moraima Secada, Leonora Rega, Meme Solís, Marta Strada, Fernando Álvarez, Omara Portuondo y su guitarrista Martín Rojas, Doris de la Torre, Gina León, Ela Calvo, Pacho Alonso, Celeste Mendoza y los dos Orlando, Contreras y Vallejo. Y de los pianistas Frank Emilio, el ciego maravilloso y Huberal Herrera, muy amigo de Rafael. Los dos eran negros y habían estudiado Derecho en la Universidad de La Habana. Más de una vez lo vi y saludé a Huberal, un tipo alto, elegante y caballeroso. Nacido en 1929, Herrera, uno de los mejores intérpretes de Ernesto Lecuona, seguía viviendo en La Habana. Lo último que supe de él fue por una entrevista publicada en octubre de 2022 en el magazine AM PM.

Volviendo a Frank Domínguez. En el post Del Benny y sus canciones, publicado en 2008 en mi blog, escribí:

«El guitarrista, compositor, arreglista y director Senén Suárez (Matanzas 1922-La Habana 2013) ha realizado un acto de justicia al recordar a autores a quienes Benny Moré interpretó canciones y aún viven. El artículo se titula Compositores radicados en Cuba que todavía escuchan las obras grabadas por el Benny, y el 14 de enero de 2008 fue publicado en Cubarte.

«Estos compositores son Ricardo Pérez Martínez, Francisco Escorcia Bringas, José Artemio Castañeda Echevarría, Luis Mariano García, Mercedes Fernández, Rolando Vergara, Frank Domínguez, Enrique Benítez, Roberto Nodarse y Senén Suárez. Con excepción de Frank Domínguez, desde 1991 residiendo en Mérida, Yucatán, los demás continúan en Cuba.

«Ojalá esos viejos compositores tengan un nivel de vida acorde a la trascendencia de su obra y por concepto de derechos de autor reciban el dinero que les corresponde y no tengan que depender de una jubilación equivalente a 10 o 15 dólares mensuales. Ojalá los dejen entrar y salir libremente del país y recibir aplausos de otros públicos, como al final de sus vidas recibieron Compay Segundo, Ibrahim Ferrer y Pío Leyva. Ojalá ningún otro compositor, intérprete o músico cubano, vuelva a ser abandonado y olvidado, como ocurrió con Carlos Embale, cantante del Septeto Nacional de Ignacio Piñeiro, fallecido en marzo de 1997.

«Que no se repita la historia de Frank Domínguez. Según Contacto Magazine del 3 de diciembre de 2001, a pesar de su grandeza inevitable, el gobierno cubano, propietario de todos los medios de producción y servicios del país, incluida la industria discográfica, estuvo 30 años sin grabarle un disco, e inclusive envió a un grupo de comisarios de la cultura a evaluar la calidad musical de un hombre que en ese momento ya estaba en la historia de la música cubana. En 1980 Toña la Negra viajó a la Isla y al ver las condiciones en las que vivía el gran compositor, prometió no volver más a Cuba, y no volvió».

Tania Quintero

Sobre admin

Periodista oficial primero (1974-94) e independiente a partir de 1995. Desde noviembre de 2003 vive en Lucerna, Suiza. Todos los días, a primera hora, lee la prensa online. No se pierde los telediarios ni las grandes coberturas informativas por TVE, CNN International y BBC World. Se mantiene al tanto de la actualidad suiza a través de Swissinfo, el canal SF-1 y la Radio Svizzera, que trasmite en italiano las 24 horas. Le gusta escuchar música cubana, brasileña y americana. Lo último leído han sido los dos libros de Barack Obama. Email: taniaquintero3@hotmail.com

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