Entre periodistas libres y blogueros, quizás no pasen de 150 en toda la isla. Muchos aún debemos limar el estilo. A ratos pensamos bien, pero rimamos mal. En ocasiones las palabras nos ahogan. Y la mayoría carece de recursos para hacer periodismo o mantener en la red una bitácora.
El preso político y comunicador sin mandato Pablo Pacheco, desde el 13 de julio en libertad en España, gracias al diálogo entre el presidente Raúl Castro, el cardenal Jaime Ortega y el canciller español Miguel Ángel Moratinos, hacía su blog desde una cárcel a 400 kilómetros de La Habana, grabando sus posts por teléfono. Pacheco jamás había tenido un ordenador. Ahora ya lo tiene. En Málaga, donde vive con su esposa y su hijo.
Con las dificultades que escribía Pacheco, muchos siguen escribiendo en Cuba. En el dorso de papeles con membretes oficiales. Reciclando hojas que tengan un espacio en blanco. Todavía las máquinas de escribir son claves para residentes fuera de la capital. En agencias del oriente cubano, le sacan lasca a máquinas fabricadas en Alemania del Este.
El periodismo independiente cubano es digno de encomio. Las lagunas en materia de información y técnicas periodísticas que podamos tener los corresponsales libres, son las mismas en la mayoría de los reporteros oficiales.
Con la diferencia de que el periodismo oficial es más aburrido que el independiente. Trabajar para un órgano estatal suele lastrar la creatividad. Y uno está más cerca de ser un amanuense que un periodista. Ciertos temas sensibles los «orienta» por teléfono un censor del gobierno desde su oficina.
El periodismo independiente cubano nació a mediados de los 90. Con mujeres y hombres decididos a cambiar las reglas de juego establecidas, como Indamiro Restano, Raúl Rivero, Rafael Solano, Rolando Cartaya, Ana Luisa López Baeza, Tania Quintero, Iria González Rodiles, Reinaldo Escobar y Jorge Olivera, entre otros que rompieron con los medios oficiales. A pesar del riesgo de ir a prisión, pensaron que valía la pena describir sin tapujos la realidad de su país.
Pudieron haber sido unos cínicos y oportunistas, como ciertos colegas de la prensa gubernamental. Algunos tenían reconocimiento oficial. Pero no quisieron tener un coche otorgado por el Estado ni viajar a eventos y foros sociales de la alborotada izquierda mundial.
Si hubiesen seguido siendo seguidores del régimen, hoy se codearían con Fidel Castro y tendrían que soportar a pie firme las monsergas sobre la indetenible guerra atómica que según Castro se nos viene encima.
Se libraron de escuchar en silencio y optaron por ser hombres libres. Lo pagaron con la cárcel, detenciones arbitrarias, actos de repudio y el exilio.
La nueva camada de periodistas independientes, salvo excepciones, no tiene formación profesional. Tampoco trae consigo ese miedo en el cuerpo padecido por quienes laboran en los medios estatales. Los hay brillantes como Luis Cino, Víctor E. Sánchez, Evelyn Ramos, Luis Felipe Rojas y Laritza Diversent.
Desde 2007, ha habido una implosión de blogueros. Varios tienen una preparación intelectual. Ya no es sólo Yoani Sánchez. Jóvenes como Claudia Cadelo y Orlando Luis Pardo tienen bitácoras muy seguidas.
Algunos poseen currículos académicos y sobrepasan los 50 años, como Miriam Celaya y Dimas Castellanos que, en mi opinión, hacen los mejores blogs de análisis político escritos en la isla.
Con dificultades de todo tipo, tanto los periodistas libres como los blogueros alternativos, se han anotado un gol importante. Abrieron una brecha en el férreo muro del monopolio de la noticia que tenían el partido y el gobierno cubanos.
Ya sus opiniones y análisis cuentan para los estudiosos del tema Cuba. Lo pequeño a veces trae consigo vientos con fuerza de huracán. Si lo dudan, pregúntele a los hermanos Castro. Bastante guerra les han dado.
Iván García
¿Implosión?
la foto
Lo de Pablo Pacheco lo puedo confirmar, su post Despertar de un Letargo, lo escribió a mano y su mujer y yo lo escribimos en un documento word con mi notebook sony vaio en un camping de granada