En las últimas semanas, el movimiento Damas de Blanco se ha visto estremecido por un aparente cisma interno. La principal figura del grupo, Berta Soler, está enfrentando un reto que por momentos parece desbordarla.
Su carisma como líder ha sido probado en circunstancias muy duras. Pero esta prueba actual va más alla de los golpes de los represores y las turbas manipuladas. El rejuego político, que se mueve detrás de este real o manipulado cisma en el interior de las Damas de Blanco, está fuera de las cámaras.
La trampa inicial surtió el efecto deseado: renuncia en las provincias orientales de un grupo numeroso de mujeres, que conformó Ciudadanas por la Democracia; acusaciones de diversa índole contra Berta Soler; la imagen del Movimiento se ve resquebrajada de cara al exterior.
Mientras tanto, Berta Soler intenta enfocar su capacidad de respuesta a esta situación. Pero esta vez el ataque de la Seguridad del Estado, llega a través de los rejuegos políticos internos en los que está envuelta la disidencia cubana en estos momentos.
En diciembre próximo tendrá lugar otra ronda de conversaciones entre el Gobierno cubano y la Unión Europea (UE). Cuba ha sido invitada a la próxima Cumbre de las Américas en Panamá. Estos dos hechos están conectados por una solución de continuidad.
El Gobierno de la Isla necesita crear una imagen de legitimidad política, para lograr el acceso a créditos y ventajas derivadas del posible levantamiento total de la Posición Común Europea, en vigor desde 2006.
La participación de Raúl Castro y su comitiva en la próxima cumbre de la OEA está apoyada por los países latinoamericanos, detrás de la fachada de retórica antiimperialista o rechazo a la exclusión.
El Gobierno cubano necesita jugarse una carta política que viene preparando desde hace algunos años: la oposición leal. Intentará presentarla con otro nombre u otras caras nuevas y creíbles. Serán las menos agresivas a la política del régimen cubano. Oposición en versión light, mediática y de prestigio, que posiblemente estará presente en próximos encuentros del Gobierno en la arena política internacional.
Llegado el momento, esta misma oposición pudiera sentarse en un futuro parlamento reconfigurado en la Isla. Esta jugada no implicaría un cambio real en Cuba. De lo que se trata es de la construcción, a marcha forzada y contra reloj, de una democracia de cartón, para legitimarla de cara a la UE y EEUU.
Este paso, aunque sea de opereta, ya es un buche amargo inevitable para el raulismo, si quiere salir bien parado del desastre actual en que se encuentra la Isla. Pero para hacerlo, necesita de cómplices en una transición política hecha a su medida. Los tiene en la disidencia, dentro y fuera de Cuba.
Para estos planes gubernamentales, Berta Soler estorba. También estorbaban Oswaldo Payá y Laura Pollán. De igual manera, molesta Antonio Rodiles. Contra Oswaldo y Laura pudieron ensayar con éxito la muerte súbita. A Berta Soler, la atosigan con un cisma en el movimiento que dirige, movido los hilos por el régimen.
En cuanto a Rodiles, lo anulan o intentan restarle apoyo mediante el rumor o la descalificación personal. Tanto Berta como Rodiles no aceptan el juego astuto con el que el régimen quiere perpetuar su impronta. No han sido comprados para ese juego; por tanto, el régimen los aísla utilizando a la propia disidencia.
El clásico juego sucio del «quítate tú para ponerme yo» ya forma parte del ascenso de una bestia, con disfraz de democracia, al futuro político de la Isla.
Camilo Ernesto Olivera
Diario de Cuba, 8 de octubre de 2014.