Tome nota. El 67 por ciento de las viviendas en la isla están en regular o mal estado. Casi todas las redes hidráulicas están deterioradas. Y producto de filtraciones, se pierde casi el 65 ciento del agua que se distribuye. Como botón de muestra, la Ciudad de La Habana, donde más del 80 por ciento de los edificios múltiples necesitan a gritos una reparación capital.
Si usted camina por las calles habaneras notará la falta de pintura en las fachadas de casas y edificios. Ahora crucemos los dedos. En el hipotético caso que a la ciudad la asolara un ciclón fuerza 5 o un terremoto similar al que afectó a Haití o Chile, según Germán Delgado, 49 años, arquitecto, se desplomarían no menos del 50 por ciento del fondo habitacional en la capital.
Antes de 1989, Papá Estado era el encargado de reparar edificios y a precios módicos te vendía materiales de construcción. Eso fue hace mucho tiempo. Ahora, el inútil Papá Estado está chocheando y con la soga al cuello. Sus arcas están vacías. Lo que más puede ofrecer es arrendarte un terreno o un local -si eres o aparentas ser partidario del gobierno- y usted se las apaña como puede a la hora de construir.
El 80 por ciento de los cubanos son «propietarios» de sus casas. Pero eso es sólo en apariencias. Un espejismo estadístico. Un dueño de su vivienda no la puede vender, y si se marcha del país, pierde el derecho a su propiedad. Pero el momento crítico es cuando la persona decide hacer reformas necesarias en su domicilio.
Por lo general, los inquilinos se deciden a reparar sus destartalados hogares obligados por la circunstancias: para que el techo no se les venga encima, poner una puerta o una ventana y urgencias similares.
Materiales de cierta calidad, como azulejos, pisos o muebles sanitarios se venden en moneda dura. Y caros. Apunten. Si vas arreglar una cocina de tamaño mediano y necesitas 15 metros de azulejos o mosaicos, debes contar con 150 pesos cubanos convertibles o cuc (120 dólares), como mínimo. El metro cuadrado de los azulejos mejores, cuesta 30 pesos cubanos convertibles.
A continuación, abra de nuevo la billetera, para desembolsar 90 cuc (75 dólares), si por ejemplo necesitas 6 metros de losas para el piso de la cocina. La cuenta ya suma 240 cuc (210 dólares). A esa cantidad, agregue el gasto en tuberías, un fregadero nuevo y llaves o pilas de agua, que bien podrían costarte otros 200 cuc (180 dólares). La guinda es el pago a los albañiles, quienes cobran entre 6 y 8 cuc por el metro cuadrado de enchape o colocación de azulejos.
Resumiendo. Para una cocina de medianas proporciones tienes que desembolsar no menos de 800 pesos cubanos convertibles (740 dólares).
El punto es que en Cuba el preocupado y vigilante Papá Estado no le paga a sus trabajadores en divisas. Sólo un segmento de asalariados, los que laboran en turismo, telecomunicaciones o aeronáutica civil, ganan un por ciento en moneda dura, que nunca sobrepasa los 35 cuc (32 dólares) al mes.
Es por ello que, salva excepciones, ese tipo de reparaciones y reconstrucciones, las pueden hacer los cubanos con FE (familiares en el exterior). Gracias a esos dólares y euros, la gran mayoría de las familias cubanas puede aspirar a tener una vivienda digna.
Los gastos no terminan con la cocina. Luego le toca el turno al baño. Después, el resto de la casa. En Cuba se acostumbra a ir guardando parte de las remesas con mil sacrificios enviadas por los parientes del exilio, o de las divisas ganadas en el exterior por aquellos cubanos con posibilidades de viajar o trabajar un tiempo en el extranjero.
Un detalle, importante. Papeles y comprobantes debes tenerlos bien guardados y en regla, pues una avalancha de inspectores -la mayoría corruptos- suelen chequear con frecuencia a las personas enfrascadas en arreglos hogareños, para “detectar irregularidades”.
¿Y qué hace Papá Estado? Nada. Solamente propaganda dura y pura en los medios oficiales, sobre el número de casas que cada año reparan o construyen. Pero pocos creen en esas noticias.
Hay familias que han perdido sus hogares por derrumbes o porque los vientos huracanados de un ciclón arrasó sus casas. Muchos llevan años malviviendo en sucios albergues estatales, más parecidos a una prisión que a una morada. En el interior, la situación es aún más difícil, por el gran número de viviendas de guano y madera.
Aparte de excesivamente caros, la variedad y la oferta de materiales para reparar una casa, es poca. Y ni con dinero en mano encuentras los azulejos, losas, lavamanos o inodoros adecuados. No me lo contó nadie. Lo vivo en primera persona. Yo también estoy intentando reparar mi desvencijado apartamento.
Iván García
* En la jerga popular, guaniquiqui es dinero, y gao, casa.
Foto: Provincia Granma. Robin Thom, Flickr.