Home / La Carpeta de Iván / Hacer el amor como dios manda es un lujo en Cuba

Hacer el amor como dios manda es un lujo en Cuba

Los fines de semana, Alberto, dependiente en un agromercado, reserva con antelación una habitación climatizada de cama amplia y colchón suave, rodeado de espejos y una nevera repleta de cervezas.

“La broma me cuesta 10 ‘fulas’ (pesos convertibles) la noche. Pero es la única manera de tener un momento de intimidad con mi novia. Por suerte tengo un negocio privado. De otra manera tendría que ‘templar’ (hacer el amor) en un parque como la mayoría de jóvenes de mi generación”, dice mientras pesa dos libras de frijoles.

En Cuba cualquier cosa puede ser un problema. Es habitual esperar una hora antes de poder subir a un ómnibus del servicio urbano. Dos comidas al día no está al alcance de muchas personas. Y desayunar café con leche es algo exótico.

Tener sexo con privacidad también se puede convertir en un lujo. Pregúntenle a Yasmani, estudiante universitario que debe improvisar en cualquier sitio para mantener relaciones íntimas con su novia.

“Mis padres no pueden darme los 5 cuc que cuestan tres horas en una casa particular de citas. Duermo en un cuarto con mi hermana y mi abuela. Para tener sexo con mi novia tenemos que estar inventando en los parques, la escalera del edificio donde vivo o en el patio de una escuela. En los parques oscuros no es aconsejable. Además de masturbadores habituales, pululan pandillas que te asaltan para quitarte la ropa o el teléfono móvil. Una vez, un custodio nos atrapó en el aula de un colegio y fuimos a parar a la estación de policía. Hemos descubierto un ‘nido de amor’ en un edificio abandonado del barrio. Vamos a ver cuánto dura la buena suerte”, confiesa Yasmani.

En la Isla, el déficit de viviendas es el causante principal de que hasta cuatro generaciones diferentes convivan bajo el mismo techo. “Ya eso es un problema. Añade además que al compartir la habitación con otros familiares resulta complejo tener un espacio de intimidad”, apunta el sociólogo Carlos.

“Los sábados, cuando ando bien de dinero, le doy 50 pesos (dos dólares) a mi hermano para que me preste un par de horas su cuarto y poder tener privacidad con mi novia”, señala Jorge, obrero de la construcción.

Incluso matrimonios consolidados deben ser creativos si quieren tener un espacio sentimental. “En nuestra casa vivimos ocho personas: mis suegros, mi esposa y yo y cuatro hijos varones. Nuestra habitación hemos tenido que compartirla con los niños. Yo duermo en el sofá de la sala. Cuando mi mujer y yo queremos tener relaciones, debemos esperar a que los suegros se vayan a dormir, lo que suelen hacer pasada la una de la madrugada. Es una odisea”, cuenta Erasmo.

En La Habana proliferan cientos de residencias confortables que alquilan habitaciones. Yusmila es dueña de una mansión que la ha convertido en lugar de citas. “Siempre la tengo llena. Cobro 7 cuc por tres horas y 20 por la noche completa. Ofrezco comidas y bebidas y los cuartos tienen jacuzzi”. En la antesala, un bar bien surtido y una mesa de billar.

Pero sitios como éstos no están al alcance de todos. Hace 25 años, en Cuba existía una red de posadas estatales baratas.

“Es verdad que estaban desbaratadas, con las paredes llenas de grafitis groseros y huecos que hacían las delicias de los los mirones, pero cualquiera podía pagar la estancia de tres o cuatro horas. En las afuera de La Habana, existían posadas de calidad superior, pero había que tener auto propio o ir en taxi”, recuerda Gustavo.

Ahora una noche de privacidad, además de 10 cuc como mínimo, la mitad del salario promedio, debes tener dinero para comprar comida y bebida.

“En un vacilón con la ‘jevita’ (novia) se te van bien 30 o 40 ‘chavitos’ (35 o 45 dólares). No hay bolsillo que aguante. Se pasa bien. Agua fría y caliente, cama de película y televisor con videos pornográficos. Pero es un lujo. Lo habitual es hacer el amor en un rincón o en un matorral, como si fuésemos animales”, subraya Osvaldo, técnico en una fábrica.

Entre las tímidas reformas económicas del General Raúl Castro no se ha contemplado la apertura de hospedajes asequibles a estudiantes y trabajadores. En su plan maestro ni siquiera se contempla una solución para el acuciante déficit de viviendas en todo el país.

Por tanto, las parejas de pocos recursos seguirán teniendo sexo en cualquier sitio. Lo difícil en Cuba no es ligar. Es pagar una cama decente y tres horas de privacidad.

Iván García

Foto: Una de las muchas habitaciones para parejas cubanas que se localizan en Revolico, web de anuncios, alquileres, ofertas de servicios y compra-venta de artículos, casas y autos. En este caso, una habitación con entrada independiente, aire acondicionado, baño con agua fría y caliente y posibilidad de parqueo. Situada frente el hotel Capri, en Calle 21 entre N y O, Vedado, La Habana. Precios: 5 cuc por tres horas (un cuc por cada hora adicional); 10 cuc por toda noche, de las 8 p.m. hasta las 8 a.m., y 15 cuc por todo el día.

Sobre admin

Periodista oficial primero (1974-94) e independiente a partir de 1995. Desde noviembre de 2003 vive en Lucerna, Suiza. Todos los días, a primera hora, lee la prensa online. No se pierde los telediarios ni las grandes coberturas informativas por TVE, CNN International y BBC World. Se mantiene al tanto de la actualidad suiza a través de Swissinfo, el canal SF-1 y la Radio Svizzera, que trasmite en italiano las 24 horas. Le gusta escuchar música cubana, brasileña y americana. Lo último leído han sido los dos libros de Barack Obama. Email: taniaquintero3@hotmail.com

Comentar

Su dirección de correo electrónico no será publicada.Los campos necesarios están marcados *

*

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

x

Check Also

Aumenta la pobreza y el egoísmo entre cubanos

Aumenta la pobreza y el egoísmo entre cubanos

El empleado de una elegante dulcería ubicada en la avenida 23, frente a la heladería Coppelia, en el Vedado habanero, intenta espantar a una mujer con dos hijos que suele merodear por los alrededores, pidiendo dinero o recogiendo sobras que dejan los clientes.