Si el historiador de la ciudad, Eusebio Leal Spengler, 77 años, no hubiera convencido al dictador Fidel Castro sobre la importancia de rescatar obras patrimoniales en La Habana Vieja, esos barrios hoy estuvieran en estado ruinoso.
Desde la década de 1980, en pleno furor comunista, cuando el aparato ideológico de Castro relataba que el imperialismo yanqui tenía sus días contados, Leal Spengler, tocaba a la puerta de altos funcionarios intentando salvar hermosas edificaciones coloniales como La Catedral y el Palacio de los Capitanes Generales.
Por esa época, La Cabaña todavía era una cárcel sangrienta donde en sus fosos se fusilaba a opositores políticos y la mayor parte de los inmuebles históricos de la zona vieja de la capital no solo no recibían mantenimiento constructivo, si no que se utilizaban como almacenes o estaban en peligro de derrumbe.
Lo que Fidel Castro quería para La Habana era construir escuelas, círculos infantiles y viviendas sin pretensiones arquitectónicas. Román, proyectista jubilado, recuerda que “se abusaba del hormigón prefabricado sin arte ni concierto. Los planos de las edificaciones de obras sociales o viviendas eran seriales. En toda la capital, incluyendo la Habana Vieja, se pensaba construir edificios altos con tecnología soviética, de Alemania del Este y Yugoslavia. De manera experimental se comenzaron a construir bodrios arquitectónicos en Nuevo Vedado, unos edificios intrusivos que si fuera posible debían derribarse, porque afean un área residencial bien diseñada antes de 1959.”
Según Román, el dictador Batista propició proyectos constructivos como el Focsa, el hotel Habana Hilton y las barriadas de Miramar y Siboney. Pero aclara «que esa fiebre del ladrillo que pretendía construir grandes hoteles y casinos por todo el litoral habanero, tenía entre sus proyectos demoler innumerables patrimonios en La Habana Vieja. La llegada de los barbudos al poder impidió que la capital se convirtiera en Las Vegas del Caribe. En verdad, a Fidel nunca le interesó La Habana. Su revolución siempre fue más campesina que urbana. En los primeros años, numerosos arquitectos y proyectistas de calidad indiscutible, con una alta formación, diseñaron obras relevantes como la ciudad Camilo Cienfuegos en La Habana del Este y la Escuela Nacional de Arte. Pero cuando la revolución se radicalizó, el régimen apostó por las construcciones en serie de pésima calidad constructiva y peor diseño. Gracias a Eusebio Leal se pudo rescatar La Habana colonial, porque la hubieran dinamitado para construir cualquier chapucería».
Cuando usted habla con arquitectos y funcionarios que trabajaron con Eusebio Leal, al margen de su ideología y militancia comunista, reconocen su capacidad de persuasión y que hizo posible que un régimen tan ajeno a la belleza como el castrista, le diera recursos y le permitieran restaurar obras de grande valores históricos y patrimoniales.
Un ex funcionario de Habaguanex cuenta a Diario Las Américas que “ya en los años 90, con la llegada del Período Especial, cuando comenzó a priorizarse el turismo, el gobierno, de manera oportunista, empezó a apoyar a Eusebio en su labor de rescate. Sobre todo a partir de que en diciembre de 1982 la UNESCO reconociera a La Habana Vieja como Patrimonio Cultural de la Humanidad. Y como a Fidel le gustaban los reconocimientos, fue un gran catalizador y el Estado se implicó en la restauración La Habana colonial. Es verdad que se hacía con un sentido comercial, para ganar divisas con los turistas, pero, al fin y al cabo, comenzó andar el propósito de Eusebio, que no se limitaba a salvar solamente a La Habana Vieja, si no también a toda la capital y al país”.
Por sus detractores, Eusebio Leal es acusado de lamebotas, servil y oportunista. Pero el jubilado Román opina que para sacar adelante un proyecto como ése y, sobre todo, «para que lo apoyaran tuvo que tratar con personajes tan ególatras como Fidel Castro, había que tener o aparentar una actitud sumisa”.
Dictadores y tiranos europeos, asiáticos, africanos y latinoamericanos, erigieron grandes palacios y marcaron sus gobiernos con construcciones que les han sobrevivido. En la Isla, Gerardo Machado, el primer autócrata cubano, construyó la Carretera Central y el Capitolio Nacional. Fulgencio Batista erigió la Vía Blanca, la Autopista Monumental , hoteles de lujo en El Vedado y barrios residenciales como Miramar, Casino Deportivo y Fontanar.
La revolución de Fidel Castro apenas ha aportado belleza arquitectónica a La Habana, una de las urbes con mayor diversidad urbanística de América Latina.
Diana, arquitecta, explica que en La Habana confluyen estilos arquitectónicos como “gótico, clásico con influencia griega y romana, neoclásico y colonial español con sus columnas dóricas y portales lineales en la ciudad para protegerse del sol. También barroco, rococó, brutalista, influencias del Bauhaus alemán, una arquitectura contemporánea adaptada a nuestro clima y nuestra naturaleza. El Focsa, el edificio más alto de Cuba, fue diseñado por arquitectos cubanos, se utilizó el hormigón armado y en su momento fue el segundo más alto del mundo detrás del Martelli de Sao Paulo, Brasil», y añade:
«Las sietes maravillas de la ingeniera cubana fueron realizadas antes de la llegada de Fidel. La revolución apenas ha trascendido en el tema urbanístico y arquitectónico. Se pueden contar con los dedos de una mano los proyectos rescatables: la ciudad Camilo Cienfuegos, el Parque Lenin, la heladería Coppelia, la Escuela Nacional de Arte y poco más. Yo no incluiría al Palacio de Convenciones, una obra de estilo soviético que no encaja en una zona residencial de buen gusto arquitectónico como el reparto Atabey. El tiempo le ha dado la razón a la arquitectura republicana. Lo que actualmente se repara o se rescata es de esa época. Excepto unos pocos hoteles de lujo -algunos con pésimo diseño-, lo construido por la revolución es de muy baja calidad y no va a perdurar en el tiempo”.
Dos especialistas consultados coinciden en que es mínimo el aporte de la revolución en la urbanística de La Habana. Todo lo contrario. Arquitectos prestigiosos como el fallecido Miguel Coyula, en una entrevista a la prensa oficial confesó que no le temblaría la mano para borrar del mapa habanero edificaciones como el hotel Parque Central, el hospital Hermanos Almejeiras y el centro comercial Galerías Paseo.
Román, el proyectista jubilado, considera que con el “paso del tiempo se reconocerá aun más la labor de rescate patrimonial que hizo Eusebio Leal. Desde luego, La Habana tendrá que volver a ser concebida en términos arquitectónicos. Es una urbe de más de dos millones de habitantes que viven en una ciudad diseñada para 600 mil personas. Desde el trazado vial hasta el diseño urbanístico deberá ser diferente. La Habana tiene espacio para crecer hacia el este y oeste. Ojalá que cuando esa ampliación se pueda hacer, se hiciera con buen gusto”.
Constructivamente hablando, La Habana parece detenida en el tiempo. Gran parte del fondo habitacional pide a gritos reparaciones o una mano de pintura. Una nueva Habana, moderna y funcional, está por hacer.
Iván García
Foto: Pudo haber sido tirada a fines de los 60, mediados de los 70, 80 o 90 o principios del 2000. Casi igual se ven hoy los edificios construidos en la década de 1950 en la zona del Vedado colindante con el Malecón de La Habana. El Focsa, el primero a la izquierda, el edificio más alto de Cuba, fue sometido a una reparación capital hace 15 años. La Embajada de Estados Unidos, el último a la derecha, siempre se ha mantenido en buen estado. Pero no de todos altos los edificios que se ven en la foto se se puede decir lo mismo. Tomada de Taringa.