Desde La Habana

Fariñas, dispuesto a morir, como Zapata

En el barrio pobre y marginal de La Chirusa, en la ciudad de Santa Clara, provincia Villa Clara, a 300 kilómetros al este de La Habana, Guillermo Fariñas Hernández, 48 años, es todo un personaje.

Cuando un forastero perdido, pregunta dónde vive Guillermo Fariñas, los vecinos abren los ojos y no saben de quién estás hablando. Pero si indagas por el ‘Coco’ -apodo por el cual se le conoce-  entonces las personas sonríen y le dicen “en el número 615 vive el ‘Coco’, el de los derechos humanos, ese tipo es un cojonudo, dale saludos míos”,  con el lenguaje llano de la gente humilde dice uno de sus vecinos.

Para llegar a la reducida y estrecha casa de Fariñas,  usted tiene que caminar por un dédalo de pasillos donde su antojo corren las aguas albañales. En una vivienda de principio del siglo 20 reside Guillermo Fariñas, con su esposa, su hija de 8 años y una sobrina. En una sala de tres metros por tres, sentado en un sillón pegado a la pared y de frente a la puerta de entrada está sentado Fariñas, envuelto en una colcha floreada.

Cerca de quince personas, allegados y opositores charlan con él de disimiles asuntos. Algunos se emocionan y rompen en un llanto silencioso. “Eso me afecta más a mí, por favor, hay que ser fuerte”, dice el ‘Coco’ sin solemnidad.

Fariñas debe tener algún récord mundial no registrado sobre huelgas de hambre. La que comenzó el viernes 26 de febrero es la número 23. Y su organismo le está pasando factura. Mide casi 6 pies, pero pesa menos de 65 kilos, sus brazos demasiados delgados y sus limitaciones al caminar son secuelas evidentes de las reiteradas huelgas de hambre.

Como muchos opositores, ‘Coco’ Fariñas creyó algún día en la revolución de Fidel Castro. Se rifó el pellejo en los apartados caseríos de Angola, durante la guerra civil en los años 80 en ese país africano. Fue miembro de las tropas élites de Castro, pero en 1989 cuando el general Arnaldo Ochoa fue fusilado, acusado de tráfico de droga, comenzaron las dudas y preguntas sin respuestas de Fariñas.

Es licenciado en psicología y como nadie en Cuba, conoce los métodos de la policía política para quebrantar a los que disienten. Este mestizo de ojos grandes, y desde 1997 es uno de los pesos pesado de la disidencia en la isla.

Escribe como periodista libre y en su casa radica una biblioteca independiente. Durante su huelga, muchos vecinos entran y conversan jovialmente con Fariñas, le dan ánimos o le ruegan que desista. A todos le suelta un discurso sin consignas y con su hablar popular, da sus razones para mantener la huelga de hambre. La principal razón de esta última y tal vez definitiva huelga de hambre: el fallecimiento del disidente Orlando Zapata Tamayo, el 23 de febrero.

-Yo lo conocí en 1991, cuando Zapata era trabajador de la construcción en un contingente, incluso era miembro de la Unión de Jóvenes Comunistas, algo que han callado los periodistas del gobierno que hoy lo critican. Zapata formaba parte de las brigadas de acción rápida con las que cuenta el gobierno para reprimir a la oposición, pero largas charlas con el disidentes le hicieron ver que estaba equivocado. De eso, los medios oficiales nada quieren hablar, además estoy convencido que la muerte de Zapata, fue un crimen de Estado, un asesinato.

El opositor del barrio La Chirusa, en la ciudad de Santa Clara, agrega otros argumentos para mantener hasta las últimas consecuencias su huelga de hambre.

En una carta enviada el 26 de febrero a Raúl Castro, lo insta al mismo a que demuestre al mundo y a su pueblo que sus lamentos ante los medios de prensa extranjero, fueron sinceros y le pide que liberen a los 200 presos políticos que existen en diversas cárceles cubanas.

-Soy un firme convencido de que cuando el gobierno vea que producto de las huelgas de hambre mueren como moscaa los opositores, se sentaran a negociar. Estas huelgas son nuestra armas de presión, no tenemos otra.

También ruega al gobernante español José Luis Rodríguez Zapatero que presione con firmeza al régimen de La Habana, para que introduzcan cambios políticos, incluso cree que Su Majestad el Rey de España Juan Carlos I, debiera manifestarse sobre la fatídica muerte de Zapata Tamayo.

Fariñas recibe atención médica cada cuatro horas. Y cree que entre el lunes y el martes lo ingresen en el hospital provincial de Villa Clara Arnaldo Milian, para inducirle alimentos por vía intravenosa. Ya se le notan los labios resecos por no tomar agua. Su imagen asusta a muchos. Juan Juan Almeida, hijo del comandante amigo de los Castro, que peleó junto a ellos en la Sierra Maestra, salió conmocionado de la casa de ‘Coco’ el pasado sábado.

En un mensaje por SMS que envió a sus amigos, Juan Juan dijo: “Estoy triste de no haberlo convencido. Si no sucede un milagro, Fariñas no llega al lunes”. Opositores como Héctor Palacios han intentado convencerlo que desista de su huelga de hambre. Pero ni a trancas. Fariñas, sigue en sus trece.

El disidente del barrio La Chirusa, admirador confeso de Gandhi y Nelson Mandela, personajes que están por encima del bien y el mal, cree que ése es el camino para revertir el estado de cosa y soñar con la democracia. “Si para lograr cambios políticos tuviese que sacrificar mi vida, cuenten entonces con ella”, señala sin dramatismo el campeón cubano de las huelgas de hambre. Ésta es la número 23. Vecinos y amigos sospechan que será la última.

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