Desde La Habana

Estulin, el nuevo aliado de Castro

Fidel Castro ha vuelto con la fuerza de un huracán tropical. Activo como en sus mejores días y apocalíptico como siempre. Se le ve bien físicamente.

Pero sus vaticinios de hecatombe nuclear y de que los terrícolas hemos sido unas marionetas de un club mundial de ricachones y poderosos, que manejan los gobiernos a su antojo, da que pensar.

O Castro quiere estar en los cintillos o su salud mental es dudosa. Su presencia habitual en los medios de la isla se ha convertido en algo fastidioso.

En un principio, después de cuatro años en cama, se pensó que reaparecía públicamente para quitarle protagonismo a la noticia de la excarcelación de 52 disidentes pacíficos.

Pero con el paso de los días, se palpa que Castro se ha metido en el papel de salvador de la humanidad. Para confirmar sus peregrinas teorías se apoya en análisis, artículos y sitios como Wikileaks, redactados por periodistas y escritores occidentales.

El nuevo “aliado estratégico” de Castro es el escritor, periodista e investigador Daniel Estulin (Lituania, 1966). De buena pluma y una imaginación desbordada, con Estulin la ciencia ficción se quedó corta. No en balde le llaman «descubridor de misterios».

Nacidos los dos en el mes de agosto, con cuarenta años de diferencia, el comandante de la Sierra Maestra y el autor de «La verdadera historia del Club Bilderberg» acaban de encontrarse en La Habana. Amigablemente charlaron acerca de conspiraciones y amenazas. Y concordaron en la teoría de que el hombre deberá emigrar a otros planetas si quiere salvarse y preservar la tierra.

Según Castro y Estulin, hasta la pasión por los Beatles es prefabricada. En un mundo de imperfecciones, cuesta creer que los tipos que integran el enigmático Club Bilderberg, diseñen el futuro de esos personajes indescifrables que somos los seres humanos.

Quisiera creer a Estulin. Pero antes le pediría que escriba sobre el gobierno de control total que montó el Kremlin en la etapa soviética. Debería hablar también de los atropellos del ejército rojo en Budapest, Praga y Afganistán.

Y Fidel Castro tuviera más credibilidad si admitiese que la primera vez que el mundo estuvo cerca de una conflagración atómica fue en octubre de 1962, cuando la Crisis de los Misiles.

El mismo anciano locuaz que en 2010 le estrechara la mano a Daniel Estulin, el 26 de octubre de 1962 le propuso a Nikita Kruschov que los soviéticos fueran los primeros en asestar el golpe nuclear contra Estados Unidos.

Gracias a Dios, Kruschov no le prestó atención al joven barbudo. Cuatro días después le respondió: «Esto no sería un simple golpe, sino el inicio de la guerra mundial termonuclear». Y le recordó que «en el fuego de la guerra se quemaría Cuba».

Castro volvió a escribirle a Kruschov: «Nosotros sabíamos, no presuma usted que lo ignorábamos, que habríamos de ser exterminados, como insinúa en su carta, caso de estallar la guerra termonuclear».

Ojalá que tras su estancia en la isla, Daniel Estulin se interesara por aquellos días en que rusos y cubanos pusieron a la humanidad al borde de una tercera guerra mundial.

Si no, da igual. Por higiene mental me cuesta leer libros catastróficos. Aunque sean best sellers.

Iván García

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