Los más informados en la isla conocen que Jeff Bezos, director ejecutivo de Amazon y dueño del diario Washington Post, tuvo un padrastro nacido en Santiago de Cuba. Que la madre del nadador Ryan Lochte es habanera. Y que Alberto Salazar, el entrenador de Mo Farah, nació el 7 de agosto de 1958 en La Habana.
O que Isabel Toledo, diseñadora del vestido que Michelle Obama se puso en enero de 2009, en la primera investidura presidencial de su esposo, es oriunda de Las Villas, donde en 1961 nació. Y que la Primera Dama ha estrenado modelos de Narciso Rodríguez, hijo de inmigrantes cubanos que en los años 50 llegaron a Nueva Jersey. Narciso creció en el seno de una familia muy apegada a sus orígenes.
Por no tener pleno acceso a internet ni a revistas y periódicos extranjeros, muchos en la isla se sorprenderían al descubrir que Dudley, el abuelo del actor Cuba Gooding Jr., era natural de Barbados y en 1936 viajó a la isla y allí se enamoró y casó con una cubana. Después que ella falleciera, Dudley quiso recordar la patria de su amada poniéndole Cuba al hijo que ambos tuvieron, quien a su vez quiso seguir la tradición poniéndole Cuba a su primer descendiente.
Otro actor, Steven Bauer, ex marido de Melanie Griffith, nació en La Habana en 1956 y su verdadero nombre es Esteban Echevarría. Marcia Presman, socialité de Miami, es la madre del director de cine y productor musical Brett Ratner. Ella nació en Cuba, en el seno de una familia judía que en los 60 emigró a Estados Unidos. El famoso bloguero Pérez Hilton (Mario Armando Lavandeira) igualmente tiene raíces cubanas.
Los fanáticos al béisbol siguen las noticias del quehacer de peloteros formados en Cuba que decidieron competir y ganar salarios de seis ceros en la MLB (Major League Baseball), como Yasiel Puig, Kendrys Morales, Yoennis Céspedes o Aroldis Chapman.
Pero no todos conocen que el puertorriqueño Jorge Posada, ex jugador de los Yankees, es hijo de un cubano y una dominicana. El lanzador Gio González es hijo de dos cubanos muy aficionados a la pelota. Jon Jay, jardinero central de los Cardenales de San Luis, nació en Miami, de padre santiaguero y madre matancera. Como su nombre y apellido se prestan a confusión, ha dicho: «Sí, soy cubano. De arroz con frijoles, bistec de palomilla y café con leche». Tal vez Justo Jay, el padre de Jon, tenga algún vínculo familiar con Ruperto Jay Matamoros (Santiago de Cuba 1912-La Habana 2008), el mayor exponente de la pintura naif en Cuba.
Por supuesto, los cubanos saben que el saxofonista Paquito D’Rivera y el trompetista Arturo Sandoval, hoy ciudadanos estadounidenses, nacieron en la isla. Que Andy García vino al mundo en Bejucal, un pueblo a 26 kilómetros al sur de La Habana. Que Eva Mendes (Miami, 1975) es la menor de cuatro hermanos, todos hijos de inmigrantes cubanos. Y que Cameron Díaz (California, 1972) es hija de la estadounidense Billy Early y de Emilio Díaz, ya fallecido, exitoso empresario cuyos padres cubanos se habían establecido en Tampa.
También que Carlos León, el padre de Lourdes María, la hija de Madonna, nació en Cuba en 1966. Armando Christian Pérez, alias Pitbull, hijo de cubanos que emigraron a la Florida, se escucha entre toques de santo, ron blanco y porros de marihuana, en las barriadas pobres y mayoritariamente negras de la capital.
Willy Chirino (Pinar del Río, 1947) es casi un ‘asere’ del vecindario. Su hit, Nuestro día ya viene llegando, se ha convertido en un himno en Cuba. La gente alquila revistas del corazón para leer sobre el modelo y actor William Levy, nacido en La Habana en 1980. O sobre Gloria Estefan (La Habana, 1957) y su esposo Emilio (Santiago de Cuba, 1953).
En la isla hay quienes creen que el compositor cubanoamericano Jorge Luis Piloto está emparentado con el binomio autoral Piloto y Vera. Eso no impide que en El Pilar, el barrio donde vivió en la capital, conozcan la letra de canciones suyas en las voces de Luis Enrique o Chayanne.
El régimen, en su campaña por desacreditar a los cubanos en el exilio y sus descendientes, oculta sus triunfos en Estados Unidos. Cuando mencionan al que fuera presidente de The Coca-Cola Company, Roberto Goizueta; a la familia Bacardí, o a los Fanjul, entre otros, los vinculan con la otrora burguesía nacional o el dictador Fulgencio Batista.
Los políticos de origen cubano que pululan en alcaldías e instituciones en la Florida u otros Estados o en el Congreso estadounidense, son blanco de críticas del régimen. Despectivamente les llaman la ‘mafia de Miami’.
Se puede entender el mensaje. Desde 1959, cuando Fidel Castro tomó el poder y fue armando la más eficaz autocracia del continente, los emigrantes se consideran enemigos. Aquéllos que decidían huir del manicomio ideológico tuvieron que soportar humillaciones, dilaciones en sus trámites migratorios, trabajar en la agricultura o soportar insultos y huevos en bárbaros actos de repudio.
Cincuenta y cuatro años después, el gobierno de los Castro intenta maquillar su trato con el exilio, esgrimiendo un discurso inclusivo y moderado. Lo necesitan. Es una parte importante de su soporte económico.
Un millón 785 mil 547 cubanos, el 0,6% de la población de Estados Unidos, según el censo de 2010, genera diez veces más riquezas que el paupérrimo PIB de Cuba con 11 millones habitantes. Una estadística incontrastable.
Iván García
Foto: Alberto Salazar, quien fuera uno de los más destacados maratonistas de Estados Unidos, hoy es un cotizado entrenador en distancias largas de todo el mundo.