La atmósfera de crispación, frustraciones y luto que envuelve hoy a la sociedad cubana impone un tono gris a la primavera. La muerte y sus ayudantes producen una sombra muy densa. No se pueden ver a gusto los colores de las mariposas y los flamboyanes. Ni hay ánimo para comparar la intensidad del verde de la palma real con el de los atejes.
Allá el color de las estaciones es un asunto de la vida porque la naturaleza tiene predilección por el verano. A veces, para variar, lo que hace es disponer de un huracán o mandar un inviernillo leve a finales de diciembre.
Así es que la negrura de estos días viene con el sacrificio y la muerte del preso político Orlando Zapata Tamayo. Y se afianza con el peligro de otros tres hombres en huelga de hambre (Guillermo Fariñas, Darsi Ferrer y Franklin Pellegrino) y con la presencia en las cárceles de 200 cubanos condenados por trabajar a favor de la democracia y la libertad.
Hay otros signos que ocultan las reverberaciones de la flora. Cuba vive hoy una de sus más desastrosas crisis económicas y eso tiene una resonancia diaria en las mesas de todas las casas. Falta el pan.
Y hay problemas con el circo. La carpa está llena de parches, los tarugos se llevaron las mandarrias y las estacas para cambiarlas por plátanos. Las rutinas de los payasos, los caballos derrengados, las bailarinas gordas, no consiguen ningún aplauso. Sólo unos invitados de la zona VIP (la mayoría extranjeros) lloran de emoción cuando escuchan el chasquido del látigo del domador.
A ese panorama le falta otro elemento: la corrupción. Radio Bemba difunde los rumores de un caso escandaloso de millones de dólares protagonizado por el general Rogelio Acevedo, director del Instituto de Aeronáutica Civil. El oficial está en su casa en lo que llaman en Cuba el plan pijama. Pertenece ya a una estirpe de jefes que, después de medio siglo de poder, quieren repartirse las últimas monedas de la alcancía que saquearon.
Son tantos y tan graves estos episodios que el Partido Comunista de Cuba aprovechó la Semana Santa para pedirle a algunas instituciones religiosas que le ayuden «a combatir la apatía, la corrupción y las indisciplinas sociales».
Parálisis, puertas cerradas, robos. Panfletos en vez de periodismo. Represión contra la oposición pacífica. Toda esa oscuridad para esta primavera. Una estación que trasciende por el resplandor de las Damas de Blanco.
Raúl Rivero
Foto: Marcela Cox, Flickr