Luego de pedalear doce horas un bicitaxi por la parte antigua de La Habana, con las piernas engarrotadas por el esfuerzo físico y el estómago pegado al espinazo después de saltarse el almuerzo, Miguel Antonio, 45 años, llega a la cuartería donde reside en el barrio de Jesús María, y desde un teléfono público conversa hora y media con sus parientes que viven en Santiago de Cuba.
Lo peor de la llegada de un ciclón es la espera. Y el huracán Matthew, con sus vientos furiosos de 220 kilómetros por hora y rachas que pueden superar los 260, tiene en vilo a miles de compatriotas de las provincias orientales que, legal o ilegalmente, residen en La Habana.
“Todavía muchas familias no han terminado de reparar sus casas después que el ciclón Sandy arrasara con medio Santiago. Ahora con Matthew creo que el desastre será igual o peor. Mis parientes me cuentan que intentan proteger sus bienes como pueden. Ellos viven en un rancho que un simple temporal lo desbarata. Pero en estos casos lo principal es salvar la vida”, dice Miguel Antonio con voz entrecortada.
En Cuba el transporte público es un caos, hacer dos comidas calientes al día es un lujo y el futuro está atrapado entre signos de interrogación. Pero la Defensa Civil, junto al control social por parte de instituciones del partido comunista y los métodos represivos de la Seguridad del Estado, es de lo poco que funciona bien en el país.
Los diferentes niveles del Sistema Nacional de la Defensa Civil se activaron desde que se declarara Alerta Ciclónica para Camagüey, Las Tunas, Holguín, Granma, Santiago de Cuba y Guantánamo y Fase Informativa para las provincias centrales (Cienfuegos, Villa Clara, Sancti Spiritus y Ciego de Ávila).
Además de las etapas de alerta e información, incluye una fase de alarma y otra de recuperación. La prensa estatal está contínuamente reportando del paso del huracán y cada tres horas se conecta con el Instituto de Meteorología para recibir un parte actualizado del tiempo.
El gran problema llega después que el huracán se aleja de nuestras costas. Pasada una semana, “la recuperación casi nunca merece atención. Se pone vieja. Se vuelve monótona. Tan monótona como las cabañas del campismo donde vive la gente de Mar Verde por donde entró el huracán Sandy en 2012, o como los restos idénticos de los cuartos de los pescadores de la base Trocha que fueron arrancados por los vientos ese mismo año», alertaba en el mes de febrero un editorial de Periodismo de Barrio, medio digital alternativo que dirige la periodista Elaine Díaz, quien pretenden llamar la atención sobre las comunidades vulnerables en Cuba.
Al hacer hincapié en la recuperación, el editorial subrayaba que esa fase se volvía «tan aburrida como la vida de quienes quieren salir del Vedado porque están atrapados en los sótanos cada vez que al mar le da por desbordarse, o los de Santa Fe, a quienes ni siquiera les quitan la luz cuando anuncian penetraciones del mar”.
Cuatro años después, la devastación del ciclón Sandy en Santiago de Cuba es apenas perceptible. Un programa estatal de reconstrucción de viviendas y espacios públicos se organizó para recuperar las cuantiosas pérdidas materiales. Aunque no exento de deficiencias y con el acostumbrado paso de tortuga que caracteriza a las instituciones gubernamentales.
“Todavía un veinte por ciento de los que perdieron sus casas durante el Sandy, se encuentran en albergues o residiendo en otras viviendas. Embellecieron la ciudad por el 500 aniversario de la fundación de Santiago de Cuba, pero fue puro barniz. El agua potable llega a las casas en ciclos de siete a nueve días, mucha gente no tiene trabajo y el dinero está perdido”, subraya Aldo, santiaguero de visita en la capital.
La extrema corrupción de funcionarios estatales en la distribución de materiales de construcción para damnificados del ciclón Sandy provocó que el 4 de octubre de 2013, casi un año después del paso de Sandy, el diario Granma informara que por “problemas organizativos, falta de sensibilidad» en la atención a las víctimas, «falsificación de documentos» y «favoritismos, 101 personas fueron sancionadas con privación de libertad”.
Rolando Rodríguez Lobaina, director de la agencia audiovisual Palenque, tuvo que esperar catorce horas para volar a Holguín, debido a los habituales retrasos en los vuelos nacionales. Lobaina estuvo unos días con su familia en Baracoa y luego se trasladó a Guantánamo para organizar los diferentes equipos periodísticos que ofrecerán cobertura durante y después del paso del huracán Matthew.
El sábado en la tarde, por vía telefónica, Lobaina comentaba que “todavía el tiempo no se había deteriorado, pero según el parte meteorológico, para la noche del lunes se esperaban fuertes lluvias y rachas de vientos poderosas. Palenque Visión espera cubrir historias y noticias de lugares intricados. Quiera Dios que los daños sean mínimos”.
Las autoridades anuncian lluvias de más de 200 mm y vientos de hasta 260 kilómetros por hora. Algunas presas ya están aliviando agua y se le pide a la población costera y residente en lugares cercanos a ríos o arroyos que se refugien en lugares seguros.
Ya han ocurrido penetraciones costeras por Guamá, Santiago de Cuba y durante el resto del lunes se producirían olas de hasta siete metros de altura. Los viajes en ómnibus, tren y avión a las regiones orientales se encuentran suspendido hasta nuevo aviso.
El gobernante Raúl Castro se encuentra en Santiago de Cuba supervisando el trabajo de la Defensa Civil, de la cual es el máximo jefe. El huracán no pudo llegar en peor momento. La Isla está abocada en un nuevo ciclo de austeridad económica, inflación camuflada que transforma los salarios en un chiste de mal gusto y emigración creciente.
En 2016, Santiago de Cuba ha sufrido decenas de movimientos telúricos que, por suerte, no han causado pérdidas materiales ni de vidas humanas. Pero el pésimo estado de un 50% de las viviendas en la zona pudiera provocar derrumbes y daños parciales en techos y paredes.
A la espera del ciclón Matthew, los santiagueros se abastecen de la mayor cantidad posible de agua, alimentos y velas. Cuando los vientos del huracán alcancen los 70 kilómetros por hora, la Empresa Eléctrica comenzará a efectuar apagones programados. Entonces, será difícil predecir cuándo regresará la luz.
Iván García
Diario Las Américas, 4 de octubre de 2016.
Foto: Por la trayectoria del huracán Matthew, una de las provincias más afectadas sería Guantánamo, donde con suficiente tiempo se empezó a evacuar a la población antes de que comenzaran las fuertes lluvias y vientos. Tomada del periódico Venceremos, de Guantánamo.