Ya los hermanos Castro se afilan los dientes. De decir sí los políticos gringos, las cajas registradoras rebosarían de dólares. Que venga los ‘fulas’ (dólares) que los estamos esperando, bien podría decir el gobierno de la isla!
Y cómo hacen falta. Ya se sabe que la economía cubana hace agua. Desde hace 17 años, cuando en 1993 se legalizó la tenencia de dólares, en buena parte, los emigrados, los despreciados ´gusanos´, como le gustaba repetir con cierta rabia contenida a Fidel Castro, son quienes han impedido que la depauperada economía naufrague.
Sí. Sus más de mil millones de billetes verdes al año son la tabla de salvación de un régimen que siempre ha sentido repulsa por el ‘american way of life’. Estados Unidos es el enemigo público número uno de Fidel Castro. Pero ha llovido mucho de 1959 a la fecha.
Y aunque se le revuelvan las tripas al viejo comandante guerrillero, en este 2010, el país de las barras y las estrellas es el principal vendedor de alimentos a Cuba. También sus ONGs las que más ayuda brindan. Y los cubanosamericanos, un segmento importante dentro de las personas que vienen a hacer turismo y a gastar moneda dura.
El embargo es un fósil de la guerra fría. Una tontería. Sólo ha servido de pretexto a los Castro para mantener sus políticas autoritarias y negar un puñado de libertades esenciales a su población.
Siempre tuvo más agujeros que un queso gruyere. Mientras Castro, el de la barba, se desgañitaba en cualquier plaza pública, hablando de lo que sufría el país por culpa del «bloqueo», en tiendas y cafeterías por divisas se vendía Coca Cola y ordenadores Dell.
Por demás, el mundo condenaba las políticas prohibitorias y unilaterales de Washington hacia La Habana. Es sano que la administración de Obama recapacite. Y demuela todo el andamiaje montado para una etapa que hace muchos años dijo adiós.
Cuba ya no es el hijo prodigo y conflictivo de la antigua URSS. Que se sepa, ya no se preparan guerrilleros latinoamericanos y africanos en campamentos militares de la isla, para crear focos de guerra civil en otras naciones.
No permitir que ciudadanos de Estados Unidos viajasen a la isla era una sandez mayor. Y violaba sus derechos de manera descarada. El campeón de la democracia y las libertades no podía permitirse tal dislate.
De cualquier manera, los americanos que lo deseaban, por un tercer país entraban a Cuba. Más de 50 mil por año, según cifras fiables. Aunque los Castro tuviesen sus temores.
Si el embargo y los viajes se permiten y continúan gobernando con mano dura a quienes se le oponen, entonces quedarán a los ojos del mundo como un régimen anacrónico y antidemocrático.
Ya los mandarines locales han trazado diferentes variantes. Si los yanquis le quitan el pie del acelerador, puede que el gobierno de Cuba, para devolver la pelota a la cancha de Obama, realice algunos cambios medianos, incluso profundos.
Los que rigen nuestros destinos no creen en la democracia representativa. Pero harán lo que tengan que hacer para permanecer en el poder.
No es de extrañar que durante la estancia del canciller español Miguel Ángel Moratinos, en los próximos días, liberen a los 52 presos políticos de la primavera negra del 2003. Como premio al PSOE, amigo fiel en las buenas y en las malas. Y para que los lauros se los lleve España, y no parezca que esas liberaciones han estado condicionadas por las posibles medidas de apertura del gobierno de Obama.
Con ello, los Castro matan dos pájaros de un tiro. Se quitan un poco de presión internacional y, de paso, desbloquean la posición común de la Unión Europea. El zorro de Moratinos sabe algo. Ya dijo que pronto podrían haber sorpresas.
Este verano trae un juego político a tres bandas. Estados Unidos, España y la iglesia católica cubana, que instrumentada por el gobierno está sirviendo de mediador en el conflicto con los yanquis y en la liberación de presos políticos.
Los hermanos de Birán necesitan paz y un margen de maniobra para poder implementar una serie de duras y antipopulares medidas económicas que saquen al país del hueco provocado por su mala gestión. Si mañana los yanquis aterrizan en La Habana, no sólo se beneficiarán los gerentes de turismo. Los Castro también.
Y, por supuesto, los cubanos que viven de la economía informal. Que son muchos. Gringos gastando dólares a manos llena en casas privadas de alquiler y comprando cajas de tabaco ilegales. Jineteras a la caza de tipos rubios, altos y solteros de la América profunda para proponerles matrimonio.
A la hora en que escribo esta nota, la noticia todavía no había corrido de boca en boca, pero los vecinos del barrio con los que hablé, la recibieron con alegría. Incluso un matrimonio militante del partido y un exmilitar. Los más contentos, el taxista particular que me trajo hasta el hotel y el camarero que me sirvió un café mientras me conectaba a internet.
Los dos me dieron una opinión que yo también comparto: «Si el gobierno cubano quiere que los americanos vengan en masa, tiene que eliminar el diábolico impuesto del 20% al dólar».
De no hacerlo, los yanquis seguirán visitando Punta Cana.
Iván García
Foto: Patricio Bridges, Flickr