El día de su 50 cumpleaños, Mauricio decidió celebrarlo con su esposa en un bar privado. Antes, fueron a ver una obra teatral y después caminaron de la mano por el malecón habanero. Era una ocasión especial. Ya cumplieron veinte años de matrimonio y luego de reunir 7 mil pesos, equivalente a 37 dólares, no querían que nada les arruinara la velada.
Pero en la Isla ni siquiera un buen plan suele funcionar. La terca realidad es el mayor enemigo de los cubanos. En el teatro, el aire acondicionado estaba roto. Y cuando salieron del bar, en la billetera quedaban 1,500 pesos. “Los precios están excedidos. Cuatro cervezas a 500 pesos cada una, dos caipirinhas a 400 pesos y una picadera que nos costó un ojo de la cara», dice Mauricio.
Querían terminar la noche aunque fuera un par de horas en una habitación climatizada. «Pero el cuarto más barato no bajaba de 2 mil pesos. Es que nosotros vivimos en una casa de dos habitaciones con otras siete personas: los padres de mi esposa, su abuela y tres hijos. Mi esposa duerme con los niños y yo duermo en la sala. Para colmo, los viejos ven televisión toda la madrugada. Además del estrés por la falta de comida y de recursos para ampliar la vivienda, no tenemos privacidad. Cuando quisimos compartir un rato agradable, no nos alcanzó el dinero”, apunta.
Joel, padre de dos hijos, coincide que el déficit habitacional y la feroz crisis sistémica que sufre el país ha incidido en el deterioro de muchos matrimonios. “En un cuarto con una barbacoa vivimos nueve personas. Y todavía mi esposa quiere traer a su mamá de Oriente. Le juré que me tiraba de un quinto piso si la traía. En la casa no hay cama pa’ tanta gente. Tener relaciones sexuales es una aventura. No recuerdo la última vez que estuvimos solos en una cama como cualquier pareja normal. Tantas necesidades han agriado nuestra relación. Bajo el mismo techo vivimos cuatro generaciones diferentes. Por cualquier cosa se arma una bronca”, confiesa Joel.
Según estadísticas oficiales, el déficit de viviendas en la Isla afecta a 800 mil personas. Roger, arquitecto municipal, considera que las carencias son muchas más que las difundidas por el gobierno. “Probablemente el déficit supere el millón de viviendas. A eso hay que añadir que más del 40 por ciento de los inmuebles en Cuba están en regular o mal estado constructivo. Hay divisas para levantar un hotel tras otro, pero cuando se trata de construir viviendas para el pueblo, el pretexto es el ‘bloqueo yanqui’. La propaganda, los discursos recordando a Fidel y las arengas seudo patrióticas no van solucionar el problema. Se necesitan construir de 80 a 100 mil viviendas anuales y reparar los edificios que están en peligro de derrumbe. Pero Díaz-Canel sigue viviendo del cuento. Y cada año que pasa se agrava el déficit habitacional”, opina el arquitecto.
La peluquera Maite y el barbero Luis Alberto tampoco tienen privacidad en su hogar, “y alquilar un apartamento de un cuarto, con cocina, refrigerador y un ventilador, supera los 20 mil pesos al mes, casi 100 dólares (en el mercado informal de divisas un dólar se estaba cotizando a 270 pesos). Si quieres aire acondicionado, televisor y ducha con agua fría y caliente tienes que pagar 200 dólares mensuales”.
Jean Carlos, estudiante universitario, afirma que “son mayoría los jóvenes que no tienen una habitación para ellos solos en sus casas y ‘matan jugada’ (mantienen relaciones sexuales) en lugares abandonados y oscuros. A veces nos vamos a la playa de Monte y Barreto, en Miramar, y tenemos sexo en el mar. Una habitación en una posada particular de segunda clase no baja de 2 mil pesos por dos horas. Y si te tomas una cerveza o pides algo de comer se te va la vida”.
Reinier, custodio de una secundaria básica, indica que “con frecuencia se meten parejas en el patio de la escuela para tener relaciones. Casi todos son muchachos, a veces son tembas, que al no tener intimidad en sus domicilios, vienen pa’ca. Les sale gratis”.
Yadira, especialista en enfermedades de transmisión sexual, explica que “es un auténtico drama lo que están pasando muchas parejas en Cuba al no tener la más mínima privacidad. Aunque el problema más grave es el déficit de condones, antibióticos y otros medicamentos, porque en el país se han multiplicado los casos del VIH/SIDA y enfermedades venéreas como la sífilis, gonorrea y otras”.
Si damos crédito a informes de la prensa estatal, unas 1,600 personas fueron diagnosticadas con el virus de inmunodeficiencia humana (VIH) en los primeros siete meses de 2023. Aún sin terminar el año, la cifra supera en cien los 1,500 casos de 2022.
Jorge Pérez Ávila, médico que ha estudiado durante tres décadas el VIH, en medios oficiales declaró que debido la COVID-19 y al confinamiento por la pandemia, existe un porciento de personas que todavía no saben que tienen el virus. Unas 32 mil personas conviven con el VIH/SIDA en Cuba desde que fue diagnosticado el primer caso en la década de 1980. El 19% son mujeres y el 30% tiene más de 50 años. En 2022, 366 cubanos fallecieron a causa del SIDA (la cifra total de muertes asciende a 6,087 desde abril de 1986).
La especialista Yadira asegura que es muy preocupante el aumento de contagiados por el VIH en la Isla. «Son diversos los factores que lo propician. El principal, la irresponsabilidad de las personas al tener sexo sin protegerse. El condón es la mejor prevención para evitar enfermedades de transmisión sexual. Pero desde hace dos años existe un desabastecimiento de condones en las farmacias del país. El gobierno culpa de la escasez de preservativos a la crisis económica, el bloqueo y la falta de divisas. Son argumentos poco creíbles. El condón es un artículo que se pudiera producir aquí y no es costosa su importación, sin contar que instituciones internacionales sanitarias han donado millones de preservativos. Me parece una gran imprudencia que el Estado juegue con la salud de la población, en particular entre la juventud, donde se han disparado los casos de sífilis, gonorrea y otras enfermedades venéreas. A la falta de condones se suma el desabastecimiento, incluso en hospitales, de antibióticos para atender enfermedades de transmisión sexual”.
Daniel, estudiante de bachillerato, aclara que «un condón en la calle cuesta de 60 a 100 pesos. Y si es de colores y sabores, traído de Estados Unidos, lo tienes que pagar a 200”. Yuri, empleado bancario, alega que con el auge de enfermedades de transmisión sexual y el alto costo de la vida “lo ideal es tener una pareja fija y huir de la promiscuidad. Hasta con tu pareja lo más seguro es tener sexo protegido y evitar un embarazo no deseado. Cuando me separé de mi novia practiqué solo sexo virtual”.
Un joven que padece de SIDA señala que no siempre puede comprar los medicamentos que necesita. “A veces pasan dos meses y no entran los retrovirales a la farmacia. Con la dieta que recibimos por el VIH pasa igual. En el último mes solo me han dado los huevos y dos paquetes de picadillo mixto. La carne de res no ha llegado. Y de la libreta quitaron la leche, el pescado y las viandas”.
Mauricio recuerda que el día que cumplió 50 años caminó por la ciudad buscando un lugar donde tener un rato de intimidad. “Ya no es como antes. Las escaleras de los edificios, por miedo a los robos, la gente las ha trancado con rejas igual que los pasillos. Y en los parques te están cazando los masturbadores callejeros. Y estamos ya viejos para brincar la cerca de una escuela”, comenta risueño.
Aquella noche, al llegar a su casa, pasada las dos de la madrugada, los suegros estaban despiertos viendo el serial Los Sopranos. Su esposa fue a dormir con sus hijos. Y Mauricio cayó rendido en el sofá de la sala.
Iván García
Foto: Condones que en Cuba se consiguen en el mercado negro. Tomada de El Toque.