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El legado de Raúl Castro

En el panteón de la historia Fidel Castro tendrá un sitio. El comandante único y líder de la revolución cubana para bien o para mal ha hecho méritos, y en un futuro, después de su muerte se tejerán fábulas sobre su persona.

Su hermano Raúl sabe que él nunca fue el más listo de la clase. Tiene los pies puestos en la tierra. Lo suyo es hacer el trabajo sucio. Intentar ordenar el desbarajuste y el caos creado por su iluminado y fraterno hermano en los 50 años que estuvo en el poder.

A Fidel Castro la economía no se le daba bien. Y miren que lo intentó. Se leyó de una sentada libros teóricos y complejos de cómo generar riquezas y conducir a puerto seguro la estructura económica de una nación.

Nadie duda de sus dotes de encantador de serpientes oral, de su astucia para manejar situaciones militares y de su habilidad en política exterior, pero Castro tiene un gran defecto: le presta poca atención al criterio de los demás.

En materia económica fracasó. Desde sembrar café caturra en la capital, crear una raza de vacas enanas que dieran litro y medio de leche para el desayuno familiar o pretender que en una región central del país se cultivasen fresas, manzanas, uvas, peras y melocotones.

Sus desastres en términos económicos pueden que hayan sido más costosos que los provocados por el embargo de Estados Unidos. Hasta se inventó el comunismo en el poblado de San Julián, Pinar del Rio, a ver qué tal funcionaba.

Castro es mucho Castro. Se puede estar de acuerdo o no con sus doctrinas peregrinas, pero al final uno termina queriéndole un poco. Quizás por compasión. Pero si hay alguien en este mundo que lo adora es su hermano Raúl. Por muchas razones.

Por sangre, ideas y la teoría del hermano mayor. Siempre Raúl  fue a remolque de Fidel. Lo de él no eran las brillantes alocuciones o engatusar a un adversario político o una muchedumbre enardecida.

A Raúl se le daba mejor administrar una zona de guerra, como hizo con el Segundo Frente Oriental en la guerra de guerrillas, y escuchar sin interrumpir a sus amigos o personas más capacitadas.

Su misión era que las cosas funcionaran medianamente bien. Y lo ha hecho. Si algo en Cuba marcha como un reloj suizo son las fuerzas armadas. También las decenas de empresas regentadas por gerentes de verde olivo.

Castro II no tiene tanto ego ni se cree un estratega militar superdotado. Incluso las guerras de Cuba en África las dirigió mascando un habano su hermano Fidel desde una casa en Nuevo Vedado, repleta de mapas y maquetas, donde el líder máximo movía con soltura los tanques en miniatura y los soldaditos de plomo. Hasta los caramelos y potes de helados que consumían las tropas en Angola y Etiopía los administraba Fidel, con esa manía incurable de bodeguero que posee.

Entonces llegó el año 2006. Un año tremendo para Cuba. Fidel enfermó de gravedad y la muerte comenzó a rondarle. Le llegó el turno a Raúl Castro, que desde hacía un tiempo, junto a su batallón de tecnócratas militares ya venía intentando enderezar el camino de la precaria economía local.

Sus pasos han sido tímidos, lentos y dilatados. No se pueden esperar grandes cambios de Castro II después del VI Congreso. Es un comunista de larga data y también un convencido de que las instituciones del Estados deben ser racionales y eficientes.

Es cierto: está lejos de ser un demócrata. Si ahora mismo no encierra tras las rejas a opositores, periodistas independientes y blogueros es porque la época de la guerra fría quedó atrás.

Pero el General quiere dejar un legado. Crear los cimientos para que el socialismo tropical funcione a todo vapor. La tarea es de titanes. Pero no tiene otra opción.

Y su mayor enemigo no son los disidentes ni el embargo gringo. No. Es el tiempo. Sin criticar a su amado hermano, ha desmontado minuciosamente la disparatada manera de dirigir y supervisar la dirección del país que tenía Fidel.

Ya se sabe como lo hacia el comandante. Saltándose olímpicamente las instituciones, presupuestos y ordenanzas. Castro I no creía en reglas. El era Dios. Y los dioses no acatan normas. Su hermano sabe que el plazo que les queda poco tiempo. Por eso quiere dejar bien escritas las futuras reglas del  juego político.

Ya Cuba no soportaría otro caudillo iluminado. Por tanto, el General toma sus previsiones y dicta que todos los cargos políticos sean electivos cada 5 años. Y una persona no pueda permanecer en el poder más de 10. Es lógico y sensato. Está demostrado que un político tiene una vida útil corta.

Las mieles del poder son traicioneras. Lo difícil para Castro II será conseguir gente joven y que crean ciegamente en ese judío alemán de apellido Marx. Las teorías del marxismo venden poco en Cuba. Es como querer volver al cine silente y en blanco y negro. Jocosamente, al escritor de El Capital los cubanos de a pie le dicen «el tipo que inventó la miseria».

Durante cinco décadas, además, los dirigentes jóvenes  que hicieron carrera en el gobierno cayeron estrepitosamente, siempre acusados de desear el poder. Una tarea urgente del General es encontrar relevo con talento para que un futro a mediano plazo dirijan la república. También está por ver si el proyecto económico de Castro II funciona. La mayoría piensa que no. Pero después de 21 años tocando fondo, peor no vamos a estar.

Cuando la gente se sienta con más libertad de hablar y sus vidas mejoren, es cuando comenzarán las verdaderas contradicciones. Para entonces, por ley de la vida, los Castro ya no estarán entre nosotros.

Iván García

Foto: AP. Raúl Castro durante la festividad judía de Hanukkah, en la sinagoga Bet Shalom de La Habana, el domingo 5 de diciembre de 2010.

Sobre admin

Periodista oficial primero (1974-94) e independiente a partir de 1995. Desde noviembre de 2003 vive en Lucerna, Suiza. Todos los días, a primera hora, lee la prensa online. No se pierde los telediarios ni las grandes coberturas informativas por TVE, CNN International y BBC World. Se mantiene al tanto de la actualidad suiza a través de Swissinfo, el canal SF-1 y la Radio Svizzera, que trasmite en italiano las 24 horas. Le gusta escuchar música cubana, brasileña y americana. Lo último leído han sido los dos libros de Barack Obama. Email: taniaquintero3@hotmail.com

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