Desde La Habana Periodistas independientes desde La Habana
Moratinos vio junto a Raúl Castro el partido en el que España derrotó a Alemania. Se me ocurren mejores compañías para vivir el momento, pero, por lo visto, Castro también disfrutó con el juego y el triunfo de la selección espoañola.
Además, poco antes de que Puyol marcara su golazo, el presidente cubano había marcado otro, al llegar a un acuerdo con la Iglesia Católica, apoyado por Moratinos, para excarcelar a 52 presos políticos.
Porque, contra lo que puede parecer, quien mejor resultado saca del acuerdo es el régimen castrista. Fue el régimen el que encarceló a 75 disidentes durante la Primavera Negra de 2003, por el simple hecho de discrepar de la dictadura. Aquella medida cerró aún más a Cuba las puertas de Europa.
Ahora, buscando abrirlas de nuevo, los Castro deciden dejar en libertad a los que aún estaban en prisión y espera un premio por ello. Yo te robo la cartera y ahora que te la devuelvo pretendo que me des las gracias.
La liberación es una buena noticia, no cabe duda, y hay que valorar el esfuerzo de la Iglesia y del ministro español de Exteriores por conseguir que esas personas injustamente detenidas salgan de la cárcel. Pero no se olvide que la condición ineludible es que abandonen su país, en compañía de sus familias. Un destierro en toda la regla.
Me apunto el tanto de la liberación y, de paso, hago desaparecer a quienes habían decidido permanecer en la Isla luchando por la democracia y animando a sus compatriotas a hacerlo. Un gol por toda la escuadra.
Moratinos ha dicho que los 52 pueden venir a España si lo desean y que luego pueden elegir otro país, si lo prefieren. Francia o Italia podrían acoger a algunos, al parecer.
Lo cierto es que para los afectados el panorama no es nada halagüeño: expulsados, junto con sus familias, de su país para llegar a otro donde no les será fácil llevar una vida normal, como se vio en el caso de los cuatro presos expulsados a España hace más de dos años.
Y no se olvide que todavía quedará más de un centenar de personas en las cárceles cubanas por motivos de conciencia y un hombre, Guillermo Fariñas, poniendo en riesgo su vida con una huelga de hambre, hasta lograr la liberación de todos ellos.
Luis Ayllón, ABC
