Dos operarios pulen el piso de granito fundido de un supermercado al sur de La Habana. A dos cuadras, una brigada de albañiles reforma una antigua tienda estatal en un bodegón privado. Residentes de la zona, conocida como el Mónaco, desconocen los motivos de esas reparaciones exprés.
“No se sabe nada. Como es habitual, ningún funcionario del Estado da explicaciones a la población. Hacen lo que les sale de los cojones, porque se consideran los dueños de este timbiriche llamado Cuba”, dice un vecino. Los rumores se disparan. Unos especulan que inversionistas chinos compraron ambos locales. Pero un economista jubilado asevera que «bajo el manto de una MIPYME, empresas militares y familiares de pesos pesados del gobierno se están rifando lo que queda del país”.
Un funcionario de Comercio Interior dijo a Diario Las Américas que el sntiguo supermercado «se va arrendar a hombres de negocios rusos para la venta de alimentos y artículos de ferretería». Y aclara que no tiene información si será un comercio mayorista o minorista. «Lo que sí es seguro que venderán en divisas, aunque falta por precisar si será con tarjetas MLC o con dólares y euros en efectivo. Gradualmente se abrirán comercios de capital extranjero en La Habana y ciudades provinciales. De momento, solo Rusia y dos empresas, de Italia y España, han manifestado interés en ese tipo de negocio».
Mientras la anodina prensa estatal bombardea a los cubanos con propaganda política y reportajes optimistas, sin demasiada fanfarria, el régimen subasta propiedades y empresas que supuestamente pertenecen al pueblo, como dicta la Constitución. Para la próxima zafra, un grupo inversor ruso adquiriría un central azucarero situado en Jatibonico, municipio de la provincia Sancti Spiritus, a 360 kilómetros al este de La Habana.
“Dicen que el azúcar que se produzca aquí es para exportar a Rusia, pues con el lío de la guerra con Ucrania y las sanciones que le han puesto los americanos, a los empresarios rusos les resulta más rentable comprar ingenios en Cuba que importar azúcar en el mercado mundial. Para los ‘bolos’ será un negocio redondo. Y los cubanos seguiremos con escasez de azúcar, pagándola a 150 pesos la libra en el mercado negro. Increíble que un país rodeado de cañas no tenga azúcar ni para hacer raspadura”, comenta un trabajador del central.
Según Máximo, directivo del MITRANS (ministerio cubano del transporte), “con empresarios rusos se está negociando la venta de piezas de repuesto de automóviles y camiones de la era soviética. También, reactivar el proyecto de reparación de vías férreas, que estuvo parado por falta de financiación. Y se quiere abrir una línea de montaje de microbuses y ofertar autos rusos de nueva generación en el mercado local”, que se venderían en divisas, claro.
Un ingeniero civil de una empresa estatal cuenta que “inversionistas rusos tienen interés en comprar un terreno aledaño a la Embajada de Rusia, en 5ta. Avenida entre 62 y 66, en la barriada habanera de Miramar, y en ese lugar construir un hotel destinado al turismo ruso».
Si damos crédito a la prensa moscovita, después de la visita del canciller Serguei Lavrov a La Habana, el pasado 20 y 21 de abril, se estudia la opción de reabrir bases militares, centros de vigilancia electrónica (como el de Lourdes) en territorio nacional y no se descarta la posibilidad de que Cuba envíe soldados a la guerra de Putin en Ucrania.
Dioel, licenciado en ciencias políticas, no cree que el gobierno de Díaz-Canel llegue a tanto. «Sería un suicidio político. Pueden colaborar en asuntos de inteligencia, apoyar a Rusia en foros internacionales y permitir que oligarcas rusos abran empresas en Cuba, pues la situación económica y financiera está al límite. Cualquier cosa puede pasar, sobre todo porque las autoridades no tienen la presión de una oposición dentro de las estructuras gubernamentales que los desenmascare. Pero instalar armas nucleares o misiles hipersónicos en la Isla, sería demasiada provocación estando a 90 millas de la mayor potencia militar del mundo”.
Los últimos movimientos de ficha de los caciques del partido comunista muestran una abierta intención de copiar el modelo económico y político ruso. La creación de un programa de reformas bajo la asesoría del Instituto de la Economía de Crecimiento Stolypin, un ‘thin tank’ radicado en Moscú y cuyo objetivo sería preparar transformaciones económicas en Cuba basadas en el desarrollo de la empresa privada, es una noticia, más que preocupante, escandalosa.
Sin consultar con el soberano, el pueblo cubano, la dictadura se abroga el derecho de elegir un modelo económico foráneo. El régimen tiene prisas. El agua le llega al cuello. La desastrosa gestión de los servicios básicos e incapacidad para producir bienes y alimentos, ha provocado una caída libre al precipicio. El sistema cubano no ha evolucionado. Es un calco con remiendos de la etapa soviética de Guerra Fría.
Probablemente la autocracia verde olivo considere que ahora es el mejor momento. La sistemática represión ha obligado a más de 300 disidentes, activistas y periodistas independientes a emigrar de Cuba. Las autoridades atajaron con largas sanciones carcelarias las masivas protestas del 11 de julio de 2021 y las posteriores que se han producido. En la Isla hay más de mil presos políticos. El 95 por ciento de ellos son ciudadanos de a pie que cansados del desastre económico y social, la inflación creciente y falta de oportunidades, salieron a las calles a reivindicar sus derechos.
La buena noticia dentro del complejo panorama interno, es que quienes se oponen al régimen ya no son un puñado. Millones de compatriotas quieren cambios democráticos en Cuba. Y no precisamente seguir el guion del Kremlin.
La mala noticia es que no existe un liderazgo que los represente. La oposición pacífica está muy debilitada. Sus principales líderes han envejecido, están presos o se han exiliado. Los que quedan están estrechamente vigilados por los servicios especiales.
Aunque la dictadura intenta vender que las quejas de la gente son inducidas por influencers cubanos radicados en la Florida o por el gobierno de Estados Unidos, nada más alejado de la verdad: las críticas y denuncias en las redes sociales son espontáneas.
Yoel, padre de tres hijos, confiesa que “si hubiera una organización política que aglutinara a los descontentos con el gobierno, te aseguro que seríamos una multitud. Casi todos nos quejamos, pero de manera individual, en Facebook o en pequeños grupos de amigos. Pero eso no va a derrocar al gobierno. Echo en falta un líder opositor que encauce la creciente cólera popular”.
La pretensión del castrismo, de apostar por el capitalismo autoritario ruso, más que un salvavidas temporal es una estrategia para atornillarse en el poder. De momento no hay oponentes que se los impida. Cuando usted le pregunta a cualquier cubano sobre su futuro, no sabe dar una respuesta concreta o simplemente dice que su opción a corto o mediano plazo es emigrar. El futuro de Cuba da miedo.
Iván García
Foto: Hombre con una careta en un barrio de La Habana. Imagen de Juan Suárez tomada de Havana Times.