Antes de constituirse el actual Consejo de Estado, el 25 de febrero de 2008, Fidel Castro renunció a sus cargos en este órgano. En un mensaje público explicó que su estado de salud no le permitía ocupar “una responsabilidad que requiere movilidad y entrega total que no estaba en condiciones físicas de ofrecer”.
El 7 de julio de 2010, después de varios meses de ausencia de los medios de comunicación, Fidel Castro apareció notablemente recuperado.
Los comentarios no se hicieron esperar: ¿pretende recuperar sus cargos y volver al poder? En la calle, la gente especula que intenta dar un “golpe de estado de mano” a Raúl Castro, después que el 31 de julio de 2006 le cediera la dirección del país por motivos de salud.
Aparentemente, su hermano menor lo respeta demasiado, especialmente siendo en estos momentos el hombre que tiene la responsabilidad de dirigir la nación.
Es posible que Fidel Castro extrañe su posición como número uno. Pero el tiempo no pasa por gusto y el escenario actual no permite retroceso y cualquier acción puede ser arriesgada.
Un 20 por ciento de abstención en las últimas elecciones para elegir candidatos al Poder Popular, cifra reconocida oficialmente e inimaginable en votaciones pasadas, evidencia que el descontento popular ya escapa al control del Estado.
Alguien me preguntó si en la sesión extraordinaria, el 7 de agosto, la Asamblea Nacional podría haber acordado otra convocatoria a elecciones, y colocar nuevamente a Fidel Castro al frente del Estado.
La idea, desde el punto de vista legal, parece descabellada. Primero, sería necesaria una razón de peso para justificar un cambio en la dirección del país. Segundo, si se encontrara dicha razón, esa convocatoria evidenciaría una lucha interna por el poder. No obstante, en Cuba todo puede suceder.
Es cierto que la sombra constante del “compañero que reflexiona”, genera dudas sobre quién realmente gobierna y decide en el país. Sin embargo, su avejentada imagen, incoherencias y lagunas mentales lo convierten en un inepto para la dirección. La percepción se generaliza y no creo que la mayoría de la población avale su regreso, aunque tampoco dudo que pueda ser impuesto.
El «mesías» nos envía un mensaje solapado: “Cuidado, aún estoy en el juego”. Intenta ganar espacio entre los jóvenes ambiciosos que quieren ganar confianza y puestos en las altas esfera de poder.
Sospecho que detrás de su figura se esconden intereses de otros personajes y que su repentina aparición está relacionada con el inédito diálogo con la iglesia y la excarcelación de 52 prisioneros políticos de la primavera negra de 2003.
Surge la duda acerca de si realmente el gobierno emprenderá acciones para mejorar la situación de los derechos humanos dentro de la isla, que merezcan un cambio de política de la Unión Europea y Washington. De paso, la reaparición del exgobernante pone en tela de juicio la autoridad y capacidad de Raúl para tomar decisiones y emprender cambios dentro del sistema.
Las pugnas por el poder no se ven, pero se sienten. La actuación interna de los órganos represivos es errática. Por una parte reprimen, con intimidaciones y detenciones arbitrarias contra opositores y periodistas independientes, y por otra, en ocasiones muestran una tolerancia que obliga a preguntarse quién da las órdenes. El escenario político cubano es muy confuso.
Laritza Diversent
Foto: AFP
No se cuantas veces fue llevado al quirofano ni a la camara de ozono, ni cuantos tratamientos para la falta de lucidez, pero no me cabe la menor duda de que no es el quien ha escrito esas reflexiones, ni sus actuales libretos de aparicion.
Tampoco dudo de su exigencia, «perreta», por aparecer en publico, mejorado pero casi demencial, recordando cosas pasadas, maldades de antes, indiscreciones que seran dichas hasta que no puedan soportarlo mas o los comprometa. Entonces y solo entonces conoceremos quien mandara, quien dirigira la manada de lobos feroces y cuales las consecuencias para todos.
Muy acertados sus comentarios.