El agua comienza a hervir en una cazuela abollada y amenaza con derramarse sobre la cocina de gas. Omar, 65 años, se aparta de la olla eléctrica donde adoba un potaje de frijoles negros y apaga el fogón donde hierve agua para tomar. Desde que murió su esposa, cocina para sus dos hijos y tres nietos, quienes continúan residiendo en una casona antigua de puntal alto en Marianao, municipio al oeste de La Habana.
Sus dos hijos son profesionales, uno es ingeniero, el otro médico. Omar siente pena por ellos. “Es una vergüenza. Con títulos universitarios y tienen que vivir agregados conmigo. El dinero que les paga el Estado no les alcanza ni para satisfacer sus necesidades más elementales”.
Pasada las nueve de la noche, cuando terminan de comer, Omar se prepara un trago de aguardiente y con sus hijos y un par de vecinos arman una tertulia nocturna, en los sillones de hierro del portal. Corre una brisa ligera que amortigua el terrible calor veraniego. El tema a debatir siempre es el mismo: la crisis económica, el desabastecimiento general y el descontento social.
Omar hizo de todo para mantener a su familia. “Toqué las claves en un grupo musical, trabajé en la construcción y fui jefe de almacén en un agromercado. Mi premisa era buscar cuatro pesos y llegar a casa cargado de comida. En los años 70 estuve preso por enriquecimiento ilícito y en los 80 por tenencia de divisas. Si te cogían con un billete de esos mismos dólares que ahora son oro molido, te sancionaban a cuatro años de cárcel”, recuerda y añade:
“Estoy de acuerdo que los ciudadanos y los políticos cambien de parecer. Pero me jode que este gobierno, que se pasó un montón de años atacando a los ‘gusanos’, ni siquiera le pida una disculpa pública a los miles de emigrados que humillaron antes de marcharse del país. Esta gente (el régimen) no tiene ni una gota de principio”.
Sus dos hijos asienten. El mayor comenta que en su empresa todos se quejan de la nueva estrategia de abrir tiendas en moneda libremente convertible para un segmento exclusivo de cubanos. “Le hemos preguntado al sindicato y al partido si la estimulación en pesos convertibles no las pagarían en dólares. Dijeron que no. ¿Para qué queremos ahora los cuc si solo sirven para comprar, después de hacer una cola tremenda, un paquete de pollo y dos de salchichas? Para eso hemos quedados. Somos ciudadanos de tercera clase”.
Su hermano, médico, cuenta que “varios colegas que estuvieron en misiones en el extranjero, están disgustadísimos. La parte que le pagan por su trabajo (el Estado se queda con el 75 por ciento) que se suponía fuera en dólares o euros, se rumora que el gobierno lo va poner en una cuenta en chavitos (cuc). Eso ha creado tremenda indignación. Además que se sacrifican, les quieren pagar con una moneda que apenas sirve para nada. Nadie entiende por qué si en Italia o Qatar se le paga su salario en euros o dólares, el gobierno no les sitúa el dinero en divisas”.
Los vecinos de Omar le echan más leña al fuego. “Esta ofensiva para cazar dólares que ha montado el gobierno me parece demencial. Ni cuando el oro y la plata. Te obligan a guardar la divisa en una cuenta que después solo puedes extraer en cuc. Es una estafa. Tengo un amigo que tiene alrededor de 10 mil dólares en una sucursal del Banco Metropolitano y quiere sacarlos. Lleva seis meses yendo todas las semanas para sacar 200 o 300 dólares y la mayor parte de las veces le dicen que no tienen liquidez. Todavía le falta por extraer unos 7 mil dólares. La gente en la calle se pregunta qué hace el gobierno con los fulas”, se queja uno de los vecinos de Omar.
El otro vecino, militar retirado, asegura que resulta muy sospechoso el entramado montado en Cuba para captar divisas. “Fidel Castro fue el que inventó todas esas empresas paralelas para recaudar dólares. Tenía su fin: pagar las guerras en África y la subversión en Centroamérica y de vez en cuando cogía ese dinero para construir laboratorios de biotecnología. Pero desde que Raúl llegó al poder el dinero se evapora. O lo coge GAESA para construir hoteles, una parte es pagar la deuda externa y la otra vaya usted a saber dónde va a parar. Fidel trataba de que un grupo de trabajadores y empresas mixtas cobraran una migaja en divisa. Pero ahora ni eso. Excepto los altos oficiales de las FAR y el MININT, que tienen tarjetas para comprar en las tiendas por dólares, el resto del pueblo, si no recibe remesas, tienen que comprarlo en el mercado negro”.
Por una investigación periodística publicada el 20 de julio de 2020, se supo que militares de alto rango utilizan una tarjeta de RED en apariencia ordinaria, en pesos cubanos (cup), pero que al introducirla en una terminal admite operaciones que no son permitidas a otras tarjetas similares emitidas por FINCIMEX S.A. Con esa tarjeta, a oficiales de alta graduación se les canjea el dólar a uno por uno contra el peso. Por ejemplo, si ganan tres mil pesos se les convierte en tres mil dólares.
Una fuente contó a Diario Las Américas que es real. “Pero es solo para los mokongos (jefes). El gobierno no quiere que vuelva a pasar lo que sucedió cuando en 1993 se despenalizó el dólar, que una parte importante del dinero que ingresaba no estaba respaldado por divisas extranjeras, pues era una estimulación gubernamental sin sustento en moneda dura”. Entonces, le pregunto ¿creará el régimen un mecanismo para que la estimulación salarial en divisas que alrededor de un millón y medio de trabajadores cobran puedan comprar en las tiendas dolarizadas?
“Por ahora no está previsto. La estrategia es captar las divisas que entran por concepto de remesas. Incluso, a las misiones médicas que cobran divisas, se estudia qué porcentaje le entregarían. Esto afecta también a personas que tienen familiares en el exterior y reciben remesas, pues las sucursales de la Western Union en Cuba pagan en cuc. Un por ciento alto de personas que reciben dólares, por el disparate de Fidel Castro de crear una moneda tapadera como el peso cubano convertible, no cobran en dólares y también se ven perjudicados”, responde la fuente.
Para Dubiel, economista, obtener dólares se ha convertido en una odisea. “Hace un año el dólar estaba por debajo o igual que el peso convertible. En estos momentos se cotiza entre 1.30 y 1.80. Cuando se abran tiendas de ropa, muebles y materiales de la construcción en dólares, y se prohíba el tráfico de mercancías de las ‘mulas’, es probable que siga subiendo. Mi pronóstico es que para fin de año, por un dólar en el mercado negro se pague dos o tres cuc o 75 pesos».
Como no hay vuelos entre Cuba y Estados Unidos, las agencias que giran dinero a la isla también están pagando en cuc. Según Dubiel, «cuando abran las fronteras es muy probable que las agencias, sabiendo que tendrán un monopolio con la entrega de dólares a domicilio, cobrarán gabelas más altas. La única manera de tener dólares que luego le sea rentable a las personas en Cuba, para comprar o para tener un margen de beneficio con su venta, es recibirlo al cash”.
El jubilado Omar lo ve como un escarmiento. “La prensa cubana dedica amplio espacio a criticar y hablar horrores de Estados Unidos. Sin embargo necesitamos su moneda para sobrevivir. Vaya contradicción”.
Seis décadas de campaña mediática por parte del régimen intentando desacreditar a Estados UNidos no ha sido suficiente para desalentar a un segmento amplio de cubanos que siguen soñando con poder emigrar a las ‘extrañas del monstruo’. Anhelan radicarse en Miami, manejar un Ford del año y comprar la última versión de iPhone.
El regreso del dólar a Cuba es una gran derrota política para la autocracia verde olivo. Un Waterloo monetario.
Iván García
Ilustración tomada de Gentiuno.