Desde La Habana

El diálogo del Movimiento San Isidro y la oposición cubana

El diálogo del Movimiento San Isidro y la oposición cubana

La oposición cubana no debiera desaprovechar esta oportunidad. El Movimiento San Isidro (MSI), liderado por el artista disidente Luis Manuel Otero Alcántara, acaba de lanzar una plataforma denominada Patria y Vida, a través de la cual convoca a un Diálogo Nacional con todos los actores de la sociedad, incluido el gobierno, para construir una Cuba que sea «un hogar para todos» y permita superar la grave crisis que padece la nación, proponiendo soluciones pacíficas y cívicas.

El documento señala que “las medidas de la denominada Tarea Ordenamiento solo han agudizado las desigualdades económicas y sociales”. Y afirma que “la función del gobierno se ha reducido a gestionar la escasez, el hambre, la represión y la violencia en plena pandemia del Covid-19. El gobierno continúa siendo incapaz de garantizar el respeto a los derechos humanos de la ciudadanía”.

Otero Alcántara, la cara más visible del MSI, dijo al diario independiente 14ymedio que la plataforma surge por el “irrespeto” existente “por parte del régimen hacia los que piensan diferentes”. Pese a ello, declaró, “no puede haber diálogo en Cuba sin la parte sistémica, sin la parte del régimen”.

Aunque las autoridades acusan de ‘terroristas mediáticos y mercenarios’ a los jóvenes mayoritariamente negros y mestizos que integran el MSI, los hechos demuestran que esa agrupación de artistas e intelectuales contestatarios siempre ha estado dispuesto a dialogar. Desde que el régimen intentó aprobar el Decreto 349 y durante la #Bienal00, Luis Manuel y el MSI han reclamado sentarse a la mesa con funcionarios gubernamentales.

“Las autoridades se las han arreglado para darle agua al dominó (no dialogar), pero hoy creemos que ya no se puede hablar desde el espacio cultural, hay que hablar a nivel de ciudadanía, de responsabilidad cívica”, subraya Otero. La convocatoria del MSI defiende la pluralidad con el fin de integrar a la mayoría de la población y superar la crisis que afecta al país. “Lo único que queremos que abunde en Cuba es la prosperidad, el progreso y el respeto a nuestra dignidad como seres humanos libres. No apostamos por el conflicto, proclamamos la paz”, indica al texto.

Los interesados en formar parte del diálogo nacional, en este enlace deben responder dos preguntas y después enviarla por correo electrónico.

La reacción de la oposición cubana ha sido bastante fría. Probablemente lo estén analizando, bien para sumarse, descalificar o ignorar la propuesta del Movimiento San Isidro. Creo que es un buen momento para que la disidencia busque consensos y construya la imprescindible unidad.

Sin unidad, la oposición no va a ninguna parte. Es importante que José Daniel Ferrer, en Palma Soriano, Santiago de Cuba, a casi 800 kilómetros al este de La Habana, se ocupe de personas desvalidas. Y que disidentes como Rolando Rodríguez Lobaina en Guantánamo, Iván Fernández Carillo y Félix Navarro Rodríguez en Matanzas o Berta Soler y sus Damas de Blanco en la barriada habanera de Lawton, sigan luchando por el fin de la dictadura.

Antonio Rodiles y Claudio Fuentes deben seguir exigiendo la libertad de los presos políticos y analizando el panorama nacional desde los videos realizados por Estado de Sats. Igual que Oscar Elías Biscet con su proyecto Emilia. Pero las acciones de los distintos grupos opositores, no son un inconveniente para que se sumen a la convocatoria de un Diálogo Nacional. Supongo que Manuel Cuesta Morúa, Martha Beatriz Roque Cabello, René Gómez Manzano, Julio Aleaga y Juan Antonio Madrazo, entre otros, aprueben la plataforma Patria y Vida lanzada por el MSI.

En mi opinión, la disidencia en la Isla no ha logrado un mejor posicionamiento por falta de unidad y objetivos comunes. Es válido que haya discrepancias, incluso incompatibles. Pero si queremos fundar una democracia, debemos trabajar desde el consenso y el respeto a las diferencias.

Considero que todos los opositores cubanos están de acuerdo en cuatro puntos cardinales: libertad de expresión, tripartición de poderes, elecciones libres y democracia. El resto de las demandas, en este momento, pasan a un segundo plano. El protagonismo no es saludable. Si la mayoría de los opositores se suman al esfuerzo de concertar un gran diálogo nacional, aportarían su experiencia política y obtendrían reconocimiento internacional.

El documento está redactado de manera incluyente. Cuenta con todos los actores de la sociedad. Sería una magnífica oportunidad para que el régimen, en un giro de 180 grados, se convenza de que solo el diálogo entre cubanos es la salida al desastre provocado por su mala administración del país, por el burocratismo, la corrupción y por no escuchar a los que piensan diferente.

El gobierno puede reprimir y encarcelar a la oposición, pero la crisis económica, social y sistémica continuará inamovible. No son los disidentes los culpables del manicomio y de que Cuba haga agua por todas partes. El pretexto del embargo, creíble para algunos, se negociaría mejor con la Casa Blanca si antes nosotros fuimos capaces de mirarnos a los ojos.

Las desavenencias políticas entre funcionarios del gobierno y la disidencia no son irreconciliables. Al régimen le toca aprender a gobernar con ciudadanos que disienten de sus doctrinas y estrategias. Es lo que sucede en las naciones democráticas. Pero presiento que los gobernantes van a huir hacia adelante. Apuntalados en la falsa percepción de que mantienen una correlación de fuerzas a su favor entre los cubanos de pie, apostarán por lo que mejor saben hacer: aumentar la represión. De reaccionar así, cavarían aun más hondo su tumba política.

Inexorablemente, el futuro de Cuba pasa por el diálogo y tiene como final la convivencia democrática. Si el régimen renuncia al diálogo, entonces el debate sería con el resto de los cubanos, que es mayoría y está a favor de una salida pacífica a la crisis, desea bienestar y respeto a sus ideas.

Si la oposición se enquista y dice no al diálogo, sobre una mesa deberá desplegar una estrategia milagrosa de salvación: si no toman el camino de la lucha armada y son incapaces de convocar a miles de ciudadanos para protestar pacíficamente contra la escasez, carestía de la vida, injusticias, desmanes y reresalias, al menos deben explicar cómo se llega a la democracia soslayando a los que gobiernan.

El diálogo entre cubanos es una prioridad. Es moralmente inaceptable negociar las diferencias políticas con Estados Unidos mientras el gobierno no desata las fuerzas productivas, aprueba la economía de mercado y reprime a la disidencia interna. En ese diálogo está incluida la diáspora. Todos y cada uno de los nacidos en Cuba tienen el derecho a plasmar el país que desean. Basta ya de utilizar a los emigrados como una alcancía para beneficiar a las empresas militares. Basta ya de dividir a los emigrados entre patriotas y anticubanos de acuerdo a sus posiciones políticas.

En la Cuba futura cabemos todos. Si el régimen renuncia al debate, entonces la faena es construir consensos entre los diferentes estamentos de la sociedad en la isla y en la emigración. El diálogo tiene que seguir adelante con ese porcentaje cada vez más numeroso y silencioso de cubanos agotados con tanta propaganda política absurda, largas colas, falsas promesas y un futuro incierto. Las nuevas tecnologías facilitan el trabajo. Si antes los debates tenían que ser en espacios físicos, ahora se tiende puentes y se tejen alianzas gracias a internet.

El régimen continuará dividiendo y reprimiendo cada intento de protesta callejera. Pero en las redes sociales no tienen ese control. Es allí donde la oposición debiera comenzar a erigir sus bases. Si se desprende de sus egos y protagonismos y se suma al Diálogo Nacional propuesto por el Movimoento San Isidro, rompería la inercia y tendría una oportunidad de cimentar vínculos y ganar adeptos.

Finalmente, pienso que se deben priorizar los temas sociales y económicos a los políticos. No por oportunismo, si no porque es lo que el pueblo cubano con urgencia necesita. Lo que ahora mismo la gente quiere escuchar es cómo puede desayunar, almorzar y comer cada día sin tener que hacer inmensas colas y que el dinero le alcance para llegar a fin de mes. La libertad y la democracia son necesarias, pero no se comen.

Iván García

Retrato del Movimiento San Isidro tomado de Federalismo y Libertad.

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