Ya se sabe que Cuba es un país de paradojas. Por estos lares no es raro ver un físico nuclear vendiendo algodón en un parque de diversiones. Un cirujano plástico trabajando 4 horas de taxista. O una estudiante universitaria alternando su carrera con el ejercicio de la prostitución.
Si algo ha traído la revolución de Fidel Castro, además de socializar la pobreza, son ciertas extravagancias. Es así como se puede entender que en una isla netamente beisbolera y, sin resultados meritorio en el fútbol internacional, se ofrezca un amplio despliegue informativo al clásico entre el Barcelona y Real Madrid, y los medios oficiales apenas difundan la hazaña del venezolano Miguel Cabrera, primer latinoamericano en obtener una triple corona ofensiva.
Solamente la radio habanera COCO, en su espacio deportivo, a vuelapluma hizo una reseña de la proeza. En los corrillos beisboleros, bien en la peña del Parque Central, las tertulias de esquina donde los fanáticos obtienen información de las Grandes Ligas de manera clandestina, a través de la ilegal antena por cable o una conexión pirata de internet, el suceso se enmarcó en letras góticas.
Hablemos un poco de Cabrera. José Miguel Torres Cabrera nació en Maracay, Venezuela, el 18 de abril de 1983. Por su formidable poderío ofensivo es conocido en los medios deportivos venezolanos como “El muchacho de la película” o “El papa”. Jugó paracorto, antesalista y jardinero con los Tigres de Aragua en la liga invernal de Venezuela.
Con 20 años debutó en la Gran Carpa. Y lo hizo a lo grande. El 20 de junio de 2003, en su primer turno al bate, conectó un jonrón al lanzador Al Levine para ganar el partido y dejar a la novena contraria en el campo.
En toda la historia de Grandes Ligas solo lo habían logrado Billy Parker, en 1971, y Josh Bard en 2003. Ese mismo año, gracias a su bate caliente, fue pieza clave para que su equipo, Marlins de Florida, se alzara con la corona en la Serie Mundial.
Frente al favorito Yankees de Nueva York, Cabrera pegó jonrones a su coterráneo Carlos Zambrano, Kerry Wood, Roger Clemens y Mark Prior, impulsando 12 carreras y estableciendo una marca para novatos en post temporada.
Al terminar el Clásico otoñal de 2003 se reintegró a los Tigres de Aragua y desbarató la pelota. Fue esencial en el triunfo de su novena, que tras 27 años de sequía se alzó con el gallardete en la Liga Profesional de Venezuela.
En el partido por el título, frente al Caribe de Oriente, conectó dos vuelacercas contra el estelar Carlos Silva. En el round robin de la temporada 2003-2004 Miguel Cabrera estuvo frenético al bate.
Pegó 9 jonrones y trajo 32 carreras hacía la caja registradora en solo 16 partidos para establecer una nueva marca en el béisbol morocho. Y no fue todo.
Cabrera y sus Tigres de Aragua ganaron tres trofeos en años posteriores. Sus números en Grandes Ligas son impresionantes. Antes de esa temporada bateaba 317, 1597 hit, 346 dobles, 277 jonrones y 984 carreras remolcadas.
Desde 2008 juega primera base para los Tigres de Detroit. Su ofensiva salvaje lo ubica entre los grandes bateadores de las Mayores. Y quizás, solo el dominicano Albert Pujols, en una lid de poder a poder, lo supera como el mejor pelotero latinoamericano de la década en Grandes Ligas.
En 2012 lo de Cabrera ha sido apoteósico. Entró en la restringida lista de 14 jugadores que han logrado la triple corona en el mejor béisbol del mundo.
Y el primer latinoamericano en obtenerla. Desde 1967 nadie lo había alcanzado. El muchacho de Maracay fue líder de bateo con 330, impulsadas 137 y jonrones 44, además de encabezar el OPS y sluggin.
No comprendo cómo algunos especialistas en Estados Unidos consideran a MikeTrout con mayores atributos que Cabrera para obtener el MVP de la temporada. Es cierto que Trout ha sido un novato fabuloso con los Angelinos.
Pero sus números están por debajo de los de Miguel Cabrera. Esperemos que “el papa” siga tronando el madero en los plays off. Éste es el año del Tigre.
Iván García
Foto: AP/MLB, tomada de Líderendeportes.com