Es la noticia que llevo días esperando: la excarcelación de mi amigo Arnaldo Ramos Lauzurique, nacido en La Habana, como yo, y de mi misma edad, 68 años. Los dos, además, somos mulatos.
Ya Lydia Lima, su esposa, médica jubilada y también amiga mía, puede descansar y estar tranquila. O más tranquila, porque Arnaldo ya lo dijo: va a seguir luchando por la democracia en Cuba.
Contenta debe estar Martha Beatriz Roque Cabello. Economista como ella, Arnaldo ha sido su brazo derecho desde que en los 90, los dos fundaron, junto con el fallecido Manolo Sánchez, el Instituto de Economistas Independientes de Cuba.
Pero quien de verdad va a estar muy feliz a partir de ahora es Roxanita, su nieta, a quien dejó pequeñita y fue creciendo con su abuelo preso.
Ahora Arnaldo y Roxanita podrán compartir todos esos momentos que durante más de siete años unos hombres brutos e intolerantes les negaron. Ir al parque, tomarse un helado, caminar por el malecón…
La familia Ramos-Lima podrá reunirse para cenar esta Nochebuena, esperar la llegada de 2011 y disfrutar con los juguetes que los Reyes dejen a la niña.
Tania Quintero