Según he leído, los batidos de frutas son mejores con agua que con leche. Pero en Cuba la costumbre es mezclar determinadas frutas con leche, como son los casos del plátano-fruta y el mango, y también del mamey, fruta bomba, guayaba, anón, chirimoya, coco y guanábana. La piña no, tampoco el tamarindo, melón, naranja, limón o mandarina: ésos se prefieren tomar puro o con agua, en forma de jugo, refresco, granizado o duro frío.
Mis batidos preferidos eran de mamey y de anón, fruta el año pasado recordada. En 2010 también recordé al marañón, pero de esta fruta lo que me gusta es su semilla. En Suiza venden semillas de marañón o castanhas de cajú, tostadas, de Brasil, que son las mejores.
Ya lo he escrito y no me canso de repetirlo: los helados más sabrosos que en mi vida he tomado han sido los que hacían los chinos que emigraron a Cuba. En casi todos los barrios de La Habana, tenían unos puestos donde además de vender helados de frutas sin leche, cremosos y riquísimos, vendían una gran variedad de frituras, como los fabulosos chicharrones de viento.
Hoy, degraciadamente, en Cuba se han perdido o escasean frutas que en mi infancia eran de consumo popular, como el propio anón, chirimoya, guanábana, plátano manzano, zapote o níspero, caimito, canistel y mamoncillo. El aguacate es también una fruta, pero los cubanos siempre lo hemos comido como ensalada. En otros países hacen batido y helado de aguacate.
En Europa, todas estas frutas tropicales son consideradas ‘exóticas’, igual que el kiwi, caqui, maracujá o fruta de la pasión, entre otras. En la isla, por el contrario, lo exótico es poder comerse una de las frutas que en este continente abundan y están al alcance de todos, como manzanas, peras, uvas, melocotones, fresas, frambuesas y cerezas.
Tania Quintero
Foto: Mangos and Flowers, acrílico de Christian Biener.