Desde La Habana

De lo que la revolución nos pudiera dejar

Si a usted le preguntaran qué salvaría de la revolución verde olivo de los hermanos Castro, de seguro, el registro de respuestas iría a los extremos. Aquellos seguidores de Fidel Castro, que cuelgan retratos en las paredes de sus casas y aseguran que fue el mejor estadista del siglo XX, harían una lista interminable de logros que deberían mantenerse en el futuro.

Los convencidos de que Castro ha sido la peor plaga política padecida jamás por un país, sonreirían socarronamente y lo resumirían en una palabra: nada.

También habrá matices. Los académicos serios y un segmento de cubanos menos pasionales, dentro y fuera de la isla, subrayarían que en cualquier diseño de futura nación, debería mantenerse la universalidad y gratuidad de la salud y la educación. Poco más.

Intelectuales y politólogos de la izquierda moderna sostienen que antes de analizar cualquier logro social del régimen de Castro, es imprescindible  mantener la soberanía. Y en ese futuro que se nos viene encima, no se debe caer en  la esfera de influencia de ningún centro de poder mundial.

Apuestan por una Cuba políticamente independiente. Con buenas relaciones con Estados Unidos, pero sin ser un aliado a ultranza. Y en un foro mundial poder acusar a Washington de cualquier tropelía o condenarlo por alguna arbitrariedad cometida en una de sus tantas guerras en pos de la democracia.

Si se pudiesen transportar en la máquina del tiempo, demócratas del patio ubicarían a Cuba al nivel de Barbados o Trinidad Tobago. Menos titulares en la prensa internacional por violaciones de los derechos humanos y una mejor economía y trabajo social.

Cuando se debate con cubanos comprometidos con su país, en su mente esbozan un futuro espectacular. Es positivo ser optimistas. Resulta interesante que en discusiones donde en ocasiones participan admiradores de la revolución, abiertamente se reconoce el autoritarismo, el multipartidismo, la creación de sindicatos libres y el respeto a la libertad expresión.

No solo la salud pública y la educación son logros indudables. Y es cierto que la enseñanza contiene un fuerte mensaje ideológico. Pero todos los ciudadanos residentes en Cuba tienen posibilidad de aprender a leer o  acceder a estudios superiores.

Otros puntos a favor son el acceso a la cultura y el deporte masivo . Aunque siempre habrá sus asteriscos en rojo: no es posible que una nación tenga una economía a la deriva y su movimiento deportivo pretenda ocupar los primeros lugares en una olimpíada.

Las escuelas deportivas y de enseñanza artística para niños y adolescentes  con talento se deben mantener. También recuperar centros para la práctica social de gimnasia y deportes como un entretenimiento y una opción saludable al cuerpo y la mente.

Tampoco se debiera tocar el sistema de defensa civil. Ha funcionado. Después del devastador ciclón Flora, en octubre1963, que costara la  vida a 2 mil personas y causara enormes daños materiales, en caso de huracanes y desastres naturales, las pérdidas de vidas humanas han sido mínimas.

A grandes rasgos, éstas son, en mi opinión, las principales conquistas de la revolución cubana que pudieran trascender. Por supuesto, las cosas por cambiar son muchas más.

Las respuestas a fenómenos sociales acumulados, derechos políticos pendientes y cambios estructurales constituyen un reto gigantesco para una futura administración democrática en Cuba. Pero esa es otra historia.

Iván García

Foto: Dr. José Rubiera, la cara más conocida del Instituo de Metereología, y cuyos pronósticos posibilitan a la población y a la Defensa Civil prepararse con antelación ante la llegada de lluvias, tormentas, ciclones y frentes fríos.

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