El socialismo dispone de una gigantesca batería de reglamentos, decretos y controles que están destinados a liquidar definitivamente la iniciativa y la creatividad de los cubanos en todos los rincones de la vida.
La maquinaria represiva estatal no cree en nada, pero los cubanos tampoco.
Y lo mismo le organizan allá adentro una panadería clandestina o una empresa distribuidora de alimentos, que trabajan por convertir un viejo camión Chevrolet en un barco que los deje, en pocas horas, en algún sitio de la costa de Estados Unidos.
Esta es una batalla permanente donde nada más se publican las intervenciones y decomisos que realiza el gobierno porque tratan, en sus medios oficiales, de atemorizar a la población para disminuir o eliminar una labor que se despliega en cualquier parte de Cuba todos los días. Y es que la verdad es que la gente tiene que luchar por sobrevivir y dar de comer a su familia por encima de la desidia del Estado.
Hace unos días, los mecanismos estatales ocuparon once mil libras de productos agrícolas en un tren que se movía por la provincia de Ciego de Ávila y arrestaron a 24 ciudadanos. En Las Tunas, la policía intervino también una industria de embutidos en el municipio de Colombia, a decomisaron centenares de libras de picadillo de carne de res y de cerdo, queso, chorizos y pastas. Y en la provincia de Holguín, también en el oriente del país, confiscaron 90 sacos de harina de trigo en un sitio donde funcionaba una panadería particular.
La batalla para producir de los cubanos es cotidiana y desigual, porque el Estado aplica toda su fuerza. Sin embargo, los hombres y las mujeres de la isla no se cruzan de brazos y la guerra contra la escasez y el hambre se renueva y explota a toda hora.
Entre los inventos criollos vale pena mencionar un carro norteamericano de los años 50, de los llamados almendrones que trataron de hacerlo un submarino, un Lada ruso que le agrandaron el chasis y lo convirtieron en una limusina y una poderosa y esquemática llave inglesa que alguien, con un toque de delicadeza y audacia, la utiliza como máquina de afeitar.
En esa lista ya completamente surrealista aparecen también unas bandejas que trabajan como antenas de la radio y la televisión, un pomo de jarabe que, con pequeños aditamentos, es ahora una lámpara y un tractor de modelo antiguo que funciona como un aparato anfibio. Aquí se pueden añadir una llanta de camión que trabaja ahora como sillón de barbero y una carreta del campo que hace las veces de piscina rodante en un sitio de la Isla.
Hay fotos de todos estos fenómenos. Lo grave no es que haya fotos, sino que ese mundo sea parte de la realidad de un país donde viven tantas personas imaginativas, inteligentes y creadoras.
Raúl Rivero
Blog de la Fundación Nacional Cubano-Americana.
Nota de Tania Quintero.- Probablemente el más famoso de los inventos populares cubanos es el camión Chevrolet de color verde reconvertido en una balsa y que en la foto tomada de NBC News se puede ver. En diciembre de 2004, el periódico La Nación de Costa Rica reportaba que la mejor carta de presentación que tenía Luis Grass, entonces de 36 años, era haber sido el líder de un grupo de doce cubanos que el 11 julio del 2003 salió de Cuba en un camión Chevrolet de 1951, adaptado como embarcación. «Grass, un experto mecánico, fue también el inventor de todas las modificaciones que se le hicieron al viejo vehículo. Después de navegar 31 horas en el Chevrolet, equipado con tanques de flotación y una hélice de barco, el singular artefacto fue interceptado por un guardacostas de Estados Unidos y sus tripulantes llevados a bordo de la embarcación. El camión fue hundido a balazos y tras 72 horas en el guardacostas, los doce cubanos fueron repatriados». La lucha de los ‘camionautas’ como quedaron conocidos, no terminó ahí». En febrero de 2004, Grass transformó un automóvil Buick 1959 en una hermética balsa flotante y con otro grupo de compatriotas se lanzó de nuevo al mar desde la playa de Guanabo, a unos 30 kilómetros al este de La Habana. En esta ocasión no fueron interceptados, pero no pudieron llegar directamente a Estados Unidos y acogerse a la política de ‘pies secos, pies mojados’. Cuando finalmente se establecieron en Miami, Luis Grass y Marcial Basanta, también mecánico y compañero de aventuras, tras un año de trabajo consiguieron construir una réplica del camión Chevrolet original. En mayo de 2007, Grass y Basanta declaraban a la BBC que si Cuba llega a ser libre, harían la travesía de vuelta a la isla. «Nos vamos a ir en el camión y vamos a entrar por la Marina Hemingway, por donde entran los yates».