En estos días de abril, mientras los comunistas del partido gobernante se reunieron cuatro días en el Palacio de Convenciones, al oeste de La Habana, los vendedores de periódicos estuvieron de fiesta.
Bartolo, un viejo casi ciego, dobló las ventas del Granma que cada mañana ofrece en los sucios portales de la Calzada 10 de Octubre. A Azucena, una señora delgada con ojos de sapo, también le ha vuelto la sonrisa. Diariamente vendió unos 150 periódicos, tres veces lo que ella habitualmente oferta.
El negocio de vender prensa deja una exigua ganancia. Todos estos ancianos se levantan a las 4:30 de la madrugada, justo a la hora que comienzan a acostarse jineteras y pingueros. Luego de tres horas haciendo cola, compran medio centenar de Granma e igual cifra de Juventud Rebelde.
Los adquieren a 20 centavos y los venden a peso (0.05 centavos de dólar). Suelen tener clientes que les pagan 40 o 50 pesos (casi dos dólares) a la semana, por que les introduzcan los diarios matutinos por debajo de la puerta.
Ahí no termina su faena. Bajo un sol de justicia, a diario caminan entre 5 y 10 kilómetros, para poder vender 100 ejemplares de la aburrida prensa local. Si logran venderlos, al final de la jornada habrán ganado de 70 a 75 pesos. Y créanme, tienen que hacer milagros.
La prensa cubana es puro plomo. Un panfleto al mejor estilo de Pyongyang. Por tanto, para vender cada día un centenar de periódicos, hay que aguzar el ingenio. En épocas de vacas flacas, cuando béisbol y las noticias de interés brillan por su ausencia, estos viejos sacan a flote sus dotes.
En julio de 2010, cuando Raúl Castro negoció la excarcelación de presos políticos con la iglesia católica y el entonces canciller español Miguel Ángel Moratinos, voceaban: ‘Vaya se acabó el abuso. Los presos políticos no irán casa. Van pa Madrid’.
En su afán de subir las ventas, incluso inventan noticias. Muchas personas en la isla no leen periódicos y no pocos compran el Granma sólo para leer la cartelera de televisión o la página deportiva. También sus hojas se suelen coger para envolver la basura o como papel higiénico.
Entonces vocear un titular llamativo es el gancho para que la gente no pase de largo sin llevarse un diario bajo el brazo. Y las noticias del VI Congreso fueron un buen pretexto para aumentar las ventas.
El domingo 17 de abril no había manera de encontrar un diario por toda La Habana. Algunos vendedores los ofertaban a tres pesos. A viva voz anunciaban: «Llegaron las elecciones a Cuba, dentro de 10 años», o «Elecciones para presidente cada 5 años», o «A partir de mañana, venta de casas y carros».
Bartolo prefirió vocear un titular más completo: «Que nadie te lo cuente, entérate tu mismo, elecciones en Cuba, se retira Raúl Castro en el 2021. Ya no tenemos que envidiarle nada a los yanquis».
Las personas se agolpaban para comprarle Granma. En la parada de ómnibus, los lectores se preguntaban si los diez años que el General anunciaba como máximo tiempo para permanecer en el poder se empezaba a contar desde 2008, fecha en que tomó las riendas del país, o al terminar el VI Congreso. Daba lo mismo.
Lo importante para todos estos cubanos pobres de la tercera edad, no fueron las ‘buenas nuevas’ que voceaban, si no la buena racha que tuvieron los cuatro días que duró el Congreso.
El primer día del evento, Bartolo se ‘acostó’ temprano. Después de 12 horas caminando y voceando periódicos, comerse por 20 pesos una ‘cajita’ con congrí, yuca y bistec de puerco y beberse casi dos litros de ron peleón, cuando oscureció, preparó los cartones que le sirven de cama en un portal de la Calzada de 10 de Octubre. Hasta mañana. Buenas noches y buena suerte.
Iván García