Desde La Habana

De cuando Fidel Castro estuvo a punto de desatar una guerra mundial

Desde su reaparición en público, el pasado 7 de julio, a Fidel Castro, en vez de preocuparle las penurias y las limitaciones en que vive la mayoría de la población cubana, lo que le preocupa es la proximidad de una hecatombe nuclear. Debe ser porque a medida que uno se acerca a la muerte, empieza a recordar una serie de acontecimientos vividos. Y esa fijación con un conflicto mundial, debe habérsela provocado la Crisis de los Misiles, en octubre de 1962, cuando él estuvo a punto de desatar una guerra termonuclear mundial. A continuación, «Castro negoció a escondidas con una potencia extranjera», del escritor cubanoamericano Servando González, publicado el 6 de octubre de 2003 en La Nueva Cuba (TQ).

Cuando el 26 de octubre de 1962 Castro redactó el mensaje que la noche de ese día dictó, en la propia sede diplomática rusa en La Habana, al embajador Alexander Alexeiev, un crimen de lesa humanidad, en el grado de tentativa, había sido consumado. Esa noche Castro le envió a Nikita Kruschov la siguiente nota:

«Deseo en estos instantes expresarle en palabras muy breves una opinión personal. Si tiene lugar la segunda variante y los imperialistas invaden a Cuba con el fin de ocuparla, el peligro que tal política agresiva entraña para la humanidad es tan grande que después de ese hecho la Unión Soviética no debe permitir jamás las circunstancias en las cuales los imperialistas pudieran descargar contra ella el primer golpe nuclear.

«Le digo esto, porque creo que la agresividad de los imperialistas se hace sumamente peligrosa y si ellos llegan a realizar un hecho tan brutal y violador de la Ley y la moral universal, como invadir a Cuba, ése sería el momento de eliminar para siempre semejante peligro, en acto de la más legítima defensa, por dura y terrible que fuese la solución, porque no habría otra».

Por suerte para Cuba, y para la humanidad toda, Kruschov entendió en toda su gravedad la terrible propuesta que le hizo Castro y actuó en consecuencia. El 27 de octubre, Kruschov envió el mensaje al presidente de Estados Unidos, John F. Kennedy, que abrió las puertas a una solución pacífica a la crisis creada tras la instalación de más de 40 cohetes de alcance medio e intermedio dotados de ojivas nucleares y un contingente de 43 mil soldados rusos en suelo cubano.

Una vez arregladas las cosas con sus adversarios, el 30 de octubre, Kruschov envió su famosa carta- respuesta a Castro, donde le expresó:

«En su cable del 27 de octubre Ud. nos propuso que fuéramos primeros en asestar el golpe nuclear contra el territorio del enemigo. Ud., desde luego, comprende a qué llevaría esto. Esto no sería un simple golpe, sino el inicio de la guerra mundial termonuclear.

«Querido compañero Fidel Castro, considero esta proposición suya como incorrecta, aunque comprendo su motivo.

«Hemos vivido el momento más serio, en que pudo desencadenarse la guerra termonuclear mundial. Evidentemente, en tal caso los Estados Unidos sufrirían enormes pérdidas, pero la Unión Soviética y todo el campo socialista también sufriría mucho. En lo que se refiere a Cuba, al pueblo cubano, es difícil incluso decir en general en qué eso podría terminar para él. En primer término en el fuego de la guerra se quemaría Cuba…”.

En su carta-respuesta del 31 de octubre de 1962, Castro reafirmó que él estaba plenamente consciente de lo que le propuso a Kruschov a espaldas del pueblo cubano. En dicha carta, Castro despeja toda posible duda acerca de su monumental falta de escrúpulos y su ilimitada capacidad para el crimen cuando afirma:

“Nosotros sabíamos, no presuma usted que lo ignorábamos, que habríamos de ser exterminados, como insinúa en su carta, caso de estallar la guerra termonuclear…”.

Culpable, en el grado de tentativa, del delito de lesa humanidad de haber conspirado para arrojar la humanidad al holocausto nuclear. Culpable de haber negociado a escondidas con una potencia extranjera el exterminio del pueblo cubano. Ese es el veredicto que emitimos los cubanos al enjuiciar la desvergüenza de entregar la patria a una potencia extranjera, y la villanía de convertir a toda la población cubana, niños, mujeres, civiles y milicianos, en el monumental escudo humano donde Fidel Castro se ha refugiado una y otra vez para evitar pagar por los innumerables delitos que ha cometido.

Foto: Carl Mydan, revista Life, octubre de 1962. El destructor USS Vesole, de la marina estadounidense, escolta en aguas internacionales al navío ruso Polzunov, que transporta cohetes retirados de Cuba. La retirada de los cohetes soviéticos en territorio cubano puso fin a la llamada Crisis de los Misiles.

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