Dos días antes de que se inaugure la Cumbre del G77 y China, el 15 de septiembre en La Habana, los operarios todavía pintaban fachadas de varios inmuebles y asfaltaban con urgencia las avenidas por las cuales transitarán las comitivas de los mandatarios foráneos. En las calles aledañas al Palacio de las Convenciones, al oeste de la ciudad, sede principal del evento, varios camiones hacían fila para descargar provisiones.
Un dependiente del restaurante El Bucán, situado en el Palacio de las Convenciones, cuenta que es “alucinante la cantidad de carnes, mariscos, embutidos ibéricos y bebidas alcohólicas que se ha recibido. Da para alimentar a un municipio de la capital por lo menos quince días. Frutas cubanas e importadas, aceite de oliva extra virgen de primerísima calidad, igual que las bebidas, entre ellas whiskys escoceses. Para este tipo de acontecimiento no existe el bloqueo (embargo económico de Estados Unidos) y no faltan los dólares constantes y sonantes».
“Han traído los mejores chefs. Habrá comida típica de cada país así como gourmet, internacional y cubana. Todo será sin miseria y no tendrás un jefe detrás de ti vigilando que no gastes mucho aceite ni harina. Lo bueno para quienes trabajamos en estos sitios es que se nos ‘pegan’ muchas cosas que pueden comer nuestras familias o vender en el mercado negro”, comenta el dependiente.
Diseñado y proyectado por el arquitecto cubano Antonio Quintana,el Palacio de las Convenciones es una edificación de hormigón prefabricado y grandes ventanales de cristal rodeado por una profusa vegetación en el Reparto Siboney, en las afueras de la capital. Inaugurado en 1979, dispone de quince salas, un auditorium principal que puede albergar 2,200 personas, y un hotel cuatro estrellas de 178 habitaciones.
Un empleado asegura que un mes antes “de arrancar la Cumbre se reparó el Palacio y se compró tecnología punta de internet, comunicaciones, traducción simultánea y se reforzó el equipamiento de seguridad de la instalación. Es el único lugar de Cuba donde te puedes conectar en 5G”.
La terminal uno del viejo Aeropuerto Internacional José Martí, también fue remozada. Y todas las vías por donde circularán las delegaciones visitantes fueron pavimentadas y cerradas a la población hasta que termine el evento, creándole aún más incomodidades a los habaneros.
Después de una semana visitando a sus parientes en la isla, Mirta, una cubana residente en la Florida, que debía regresar el sábado 16, leyó en la prensa que todos los accesos a las otras terminales aéreas, la dos y la tres, iban a estar cerrados. «¿Perderé el pasaje? ¿Cómo llegaré al aeropuerto? ¿Por paracaídas?”, se pregunta molesta.
La prensa oficial informó que desde el miércoles 13 de septiembre a las seis de la mañana hasta el lunes 18, “se aplicarán cierres operativos, desvíos y prohibiciones de parqueo” en al menos dieciséis avenidas y calles de la ciudad.
Mientras los operarios pintaban con rodillo la fachada de instituciones del régimen en la Avenida Boyeros, al doblar del Ministerio de Transporte, muy cerca del Palacio de la Revolución, una veintena de mujeres y hombres esperaban bajo un calor agobiante que funcionarios del banco depositaran efectivo en el cajero. Una escena que se ha vuelto en la capital: largas colas en bancos y cajeros automáticos.
Eduardo, jubilado, desconocía la celebración de una Cumbre en La Habana. “Por mi salud mental, hace años no leo los periódicos ni veo noticieros porque divulgan lo que le conviene al partido (comunista, el único permitido en el país). Pero cuando vi que estaban reparando algunas calles importantes, sospeché que era por un asunto de Estado. Siempre es así. Tiran la casa por la ventana para impresionar a los visitantes y el pueblo que se joda, pase trabajo y se muere de hambre”, dice y se sienta en un quicio, a esperar en la cola a ver si por fin en el banco puede cobrar su pensión de 1,870 pesos, algo más de 7 dólares de acuerdo a la cotización en el mercado informal.
Orlando, padre de tres hijos, vive en una casona de puntal alto con peligro de derrumbe en la Calzada de Diez de Octubre, a 25 minutos del Hotel Packard, Habana Vieja, donde se alojarán participantes en la Cumbre. Con la ayuda de seis vecinos, intenta reforzar con una viga de acero el techo de la sala. “Hace unos días se me cayó un pedazo del balcón y el año pasado colapsaron las paredes y el techo de uno de los cuartos. Por suerte no había nadie en ese momento. Mi casa está declarada inhabitable desde 1997. Funcionarios de vivienda llevan décadas metiéndome cuentos y diciendo mentiras. El gobierno dice que no tiene divisas para construir viviendas, pero se gasta miles de millones de dólares haciendo hoteles y organizando eventos internacionales. Como decía mi abuela: candil de la calle y oscuridad en la casa”, afirma Orlando.
A pocas cuadras de las calles por donde transitarán, a más de 80 kilómetros por hora, los autos de cristales tintados con mandatarios, cancilleres, y funcionarios de más de un centenar de países, pululan basureros en las esquinas, salideros de agua y largas colas de gente para comprar pan o cualquier cosa. Por una pésima gestión del Estado o según han dicho, por falta de combustible, en las dos últimas semanas el precario sistema electroenergético nacional ha tenido un déficit entre 680 y 950 MW, provocando apagones de seis o más horas por toda la Isla.
Yislén, trabajadora social, explica que por falta de dinero y recursos materiales se ha multiplicado la “cantidad de deambulantes (mendigos) en las calles, dementes y ciudadanos con problemas siquiátricos que comen sobras de latones de basura y duermen en los portales. Hace cuatro años en La Habana habían unos dos mil deambulantes. Ahora, aunque no tengo el dato exacto, pasan de cuatro mil”.
Justo a frente al hotel Habana Libre, en El Vedado, a plena luz del día y ante la mirada de un policía, dos indigentes duermen en la acera y cinco caminan por los alrededores pidiendo dinero. “Hay más de cincuenta mil familias que viven condiciones de extrema vulnerabilidad. La mayoría son ancianos que trabajaron toda su vida, apoyaron al proceso y en su vejez están pasando hambre”, precisa la trabajadora social.
Desayunar y comer dos veces al día se ha convertido en un auténtico lujo en Cuba, incluso teniendo dólares. El precio de los alimentos no para de aumentar. Hace un mes, un cartón de 30 huevos costaba 1,800 pesos (el salario mínimo es de 2,100) y en estos momentos, si lo encuentras en el mercado informal, su precio no baja de 3 mil pesos.
En el bodegón de una MIPYME, la carne de cerdo deshuesada cuesta entre 1,560 y 2,160 pesos el kilogramo (de 6 a 9 dólares). En las tiendas estatales por divisas, si convertimos los dólares a pesos, según la cotización del mercado informal, la mayoría de los precios son aún más caros.
Un estudio del Observatorio Cubano de Derechos Humanos alertaba que el 72%, de la población en Cuba vive en la pobreza. Carla, ingeniera, considera que “esa Cumbre es un gasto innecesario de dinero del erario público simplemente para aparentar normalidad. Ninguna de esas reuniones va a solucionar los problemas nuestros. En otros países cada vez que hay un evento internacional, los ciudadanos que no están de acuerdo salen a la calle a protestar. En Cuba, además que está prohibido quejarse, el gobierno quiere que el pueblo aplauda”.
La Cumbre del G-77 y China ha generado descontento y rechazo entre los habaneros de a pie.
Iván García
Foto de Ariel Maceo tomada de El comunismo luce así, fotorreportaje publicado en El Estornudo en abril de 2023.