Los voluminosos libros han encorvado el estante de madera. En el piso hay varias cajas de cartón con recortes de periódicos y papeles amarillentos. La habitación donde trabaja Gustavo, economista jubilado, está alumbrada con un antiguo bombillo incandescente y en la pared se observan manchas provocadas por la humedad.
Incluso con la ventana abierta, se siente un ligero olor a moho. Encima de un buró de cedro hay más papeles. La computadora es un Frankestein informático armado a pedazos. Lo mejor de la habitación son un par de butacas mullidas, un poco sucias, pero muy cómodas. Cuando Gustavo se disponía a opinar sobre la reforma salarial y monetaria, una vecina grita: “Llegó el pollo a la carnicería”. El set de la entrevista cambia.
“Acompáñame a buscar el pollo, por el camino te explico”. El economista considera que las medidas son acertadas, pero llegan tarde. Y que en estos momentos de desabastecimiento de alimentos, medicinas y producciones agrícolas en caída libre, debieran postergarse.
“El gobierno las dilató demasiado. Cuba ha vivido 27 años con tres monedas y cuatro tasas cambiarias diferentes. En los 90 cohabitaban el dólar, el peso y el peso convertible (cuc). Y existía una tasa cambiaria para la población que llegó a ser de 150 por un dólar y luego se apuntaló a 25 pesos por un dólar. Pero en el sector empresarial existían demasiadas distorsiones. El dólar se valoraba a uno por uno contra el peso y el cuc. Eso encarecía las exportaciones. Otra tasa cambiaria cotizaba el dólar a diez pesos. Los extranjeros que invertían en Cuba utilizaban un cheque de liquidez que les permitía cobrar divisas. Y en el Mariel se utiliza una tasa de dos pesos por un dólar”, dice el economista y añdólarade:
“Todo ese mecanismo financiero debió ser provisional. Ninguna nación coherente funciona con varias monedas. Sobre todo si el dinero que reciben los trabajadores como salario está devaluado y ni siquiera les alcanza para adquirir artículos de la canasta básica. Para intentar disimular la desigualdad, entre los que recibían remesas y los que no, se creó un esquema de pago por estimulación a determinadas empresas. Pero ese dinero no estaba respaldado por ninguna divisa. Cuando en 2004 Fidel Castro coloca el gravamen del 20 por ciento al dólar y lo sustituye por el cuc, aumentó la distorsión. Cada cuc debió ser respaldado por una divisa. Pero al imprimir billetes sin respaldo, todo el sistema empresarial montado alrededor del cuc se vino abajo. Según mis cálculos, en la primera década del 2000, un 30 por ciento del peso convertible circulante no estaba respaldado por ninguna divisa internacional. Ahora la cifra fluctúa entre el 50 y el 60 por ciento. Es decir, seis de cada diez pesos convertibles son puro papel”.
Según Gustavo, esa deformación generó que un sector productivo de la industria alimenticia local, que ofertaba en el mercado por divisas, se descapitalizara porque “la materia prima la compraban en divisas y luego recibían dinero sin valor alguno. La liga no se podía estirar más. La reunificación monetaria debió acontecer diez años atrás, cuando la economía no presentaba un cuadro tan crítico como el actual. Es una irresponsabilidad haber extendido en el tiempo la reunificación monetaria. Demuestra que los funcionarios que gobiernan no saben nada de economía. Y la actual crisis económica, acelerada por la pandemia del coronavirus y las políticas agresivas de Washington contra el régimen, ha situado al país en un callejón sin salida. O hacen profundas reformas económicas o el sistema se va al garete” .
Para el economista jubilado, la situación es de sí o sí. “En mi opinión, la desaparición del cuc es correcta. La aprobación de micros, pequeñas y medianas empresas están bien encaminadas, solo necesitan un marco jurídico. Subir los salarios ahora es temerario, pues las producciones de bienes de consumo están en números rojos. No hay oferta para satisfacer la demanda. Y para rematar, quitan una moneda, pero introducen de nuevo el dólar. ¿Qué va a pasar? Si no se toman medidas de corrección financiera y fiscal, podría generarse una inflación incontrolable, estilo Venezuela. Y a la vuelta de dos años el salario habrá perdido su capacidad adquisitiva y un dólar se cotizará a más de 200 pesos en el mercado negro”.
Entre los expertos consultados por Diario Las Américas, un administrativo de una empresa estatal subraya que “en economía el orden de los factores sí altera el resultado. Se debió priorizar la creación de PYMES, ampliar el trabajo por cuenta propia, la importación y exportación de los emprendedores privados, autorizar cooperativas con amplia autonomía y quitarle el freno a la producción agrícola. Pero desde ya. No anunciarlo en el Granma y luego demorarlo en el tiempo. Ese debió ser el orden de prioridades. No abrir mercados de alimentos por dólares, algo que ha sido muy impopular, abolir el cuc o subir los salarios sin ningún respaldo productivo. Si la población tiene dinero sin las ofertas suficientes, los precios del mercado negro se van disparar”.
Luis, contador, confía que “si el gobierno tiene pensando decretar el día cero para el 1 de octubre o el 1 de noviembre, las dos fechas que se han manejado, es porque en almacenes tiene un amplio stock de productos para ofertar en el mercado minorista. De lo contario sería un suicidio económico”.
El cubano de a pie no espera un milagro. Ana, ingeniera, piensa “que de nada vale que te suban el salario a 5 mil pesos, si todos los artículos de la canasta básica subirán de precio y los que se venden en divisas no están al alcance de un trabajador. Un refrigerador que costaba 700 cuc costará 17 mil 500 pesos”.
Eddy, taxista privado, manifiesta que “está gente (el régimen) no da pie con bola. Lo único positivo es que tendrás más billetes en la cartera. Pero no te van a servir si no puedes comprar con ellos o los precios se multiplican y no te va a alcanzar el dinero. El panorama no cambia. El mismo perro con diferente collar”.
Hiram, dueño de una dulcería particular, afirma que eliminar el peso convertible y la subida salarial no tendrán mucho impacto sino se amplían las ofertas de consumo. “Este país va pa’lante y pa’atrás. Igual que en los años 90, lo que hay que tener es fulas (dólares) si quieres vivir un poquito mejor”. El miércoles 9 de septiembre, el dólar se cotizaba en el mercado negro entre 1.45 y 1.90 con respecto al peso convertible, o 35 y 45 pesos por cada dólar.
Gustavo, el economista jubilado, pone de ejemplo a Venezuela, que en cinco años, debido a los disparates económicos del dictador Nicolás Maduro se ha generado la mayor hiperinflación del mundo. “Estamos hablando de una nación con las mayores reservas de petróleo del planeta. Que cuando el precio del petróleo rondaba los cien dólares el barril PDVSA tuvo ganancias millonarias. Todo ese dinero se convirtió en agua y sal debido a la descomunal corrupción y mala planificación económica. Si eso sucedió en Venezuela, con un PIB nueve veces mayor al nuestro, imagínate que puede pasar en Cuba con una economía inoperante de comando. Si se da un paso en falso, se puede caer en un abismo”.
Gustavo considera que el gobierno cubano va por ese camino.
Iván García
Foto: Un peso cubano y un dólar. Tomada de El País.