No todo es cuestión de dinero. Para Joel, médico intensivista, controlar una plaga, virus o socorrer a una nación después de un desastre natural va más allá de la ideología o intereses materiales.
A sus 64 años, con una incipiente diabetes, está dispuesto a viajar a Sierra Leona, Liberia o Guinea Conakry y unirse al personal sanitario que combate el terrible virus del ébola.
No es miembro del partido comunista ni un entusiasta seguidor del régimen de los hermanos Castro. “Es un asunto de humanidad. He prestado servicios en África, Venezuela y Pakistán. No hubiera vacilado para asistir a las víctimas del 11-S en Nueva York o el huracán Katrina en Nueva Orleans”, confiesa el médico habanero.
Y cuenta que ha pernoctado diez semanas en una casa de campaña rodeada por una nube de mosquitos, comiendo alimentos en conserva y bañándose dos veces a la semana en un río de la jungla africana.
“Ningún dinero del mundo paga eso. Si viviera en España o Estados Unidos, me enrolaba en Médicos sin Fronteras o cualquier otra asociación caritativa. ¿Que este gobierno es un fracaso? Lo es. ¿Que utilizan los servicios de salud como propaganda y un medio para ganar miles de millones dólares que nadie sabe luego en que se gasta? Es cierto. Pero allá afuera hay naciones y personas que necesitan ser socorridas. Y eso para mí es suficiente”, explica Joel.
Cuatro médicos del policlínico Turcios Lima, en el Reparto Sevillano, a 30 minutos del centro de La Habana, que se encontraban trabajando en el cuerpo del guardia, también estarían dispuestos a viajar a la zona cero del ébola.
“No es mentira que la necesidad económica es una de las claves para alistarse en misiones medicas en Venezuela o Brasil. Pero esto es diferente. Es nuestra vida la que está en juego. Alguien debe dar un paso al frente. Si virus como el ébola no se controlan, sería una catástrofe para la humanidad”, afirma una joven doctora. El resto de sus colegas asienten.
Entre la gente de a pie, las opiniones sobre la decisión del gobierno del General Raúl Castro de enviar médicos a regiones infestadas del virus abarcan un amplio registro de respuestas.
Erasmo, economista, no está de acuerdo que sean los médicos cubanos los que arriesguen su pellejo en la lucha por el ébola. “Cuba vive una crisis económica desde hace 25 años. En el país cada día hay menos médicos para atender a la población. No se ha podido erradicar el dengue, que prácticamente es una pandemia, ni el chikungunya o el cólera. Solo por pura politiquería, el gobierno manda a esos pobres diablos a África”, opina.
Diosbel, estudiante de segundo año de ingeniería en telecomunicaciones, apoya la decisión del gobierno de enviar personal de salud que ayude en la disminución del ébola, pero matiza su respuesta.
“Veo bien que se cree una coalición de países, ya sean ricos o pobres, para erradicar el virus. Aplaudo que Estados Unidos y Cuba, a pesar de las diferencias políticas, sean aliados en esta lucha. Yo estaría dispuesto a ir, pero si al frente del grupo viajan Antonio Castro, ortopédico hijo de Fidel, y Aleida Guevara, doctora hija del Che. Se debe predicar con el ejemplo”, apunta.
En una casa de El Calvario, poblado al sur de La Habana, varios amigos juegan dominó y beben ron añejo, mientras escuchan a Joaquín Sabina en una grabadora.
A los temas de conversación habitual -carestía de los alimentos, bajos salarios y planes para emigrar-, el ébola y la decisión del régimen de La Habana de no repatriar a los médicos que fallezcan en África, se hace un hueco en el grupo.
Rubén, desempleado, dice que ni loco viajaría a ninguna nación infestada de ébola. “No tengo vocación de mártir. Ni aunque me paguen un millón de dólares. Tampoco apruebo que los médicos o enfermeros que mueran no puedan ser enterrados en Cuba”.
Danilo piensa todo lo contrario. “Olvídate de los intereses políticos o financieros que pueden estar detrás. Pero en temas de salud, el gobierno cubano siempre ha estado dispuesto a ayudar a otras naciones. Los que mueran en África deben enterrarlos allá, pues si lo trasladan se corre el riesgo de que se propague el ébola en la isla. Y si eso sucede entonces sí estamos jodidos”.
Las condiciones de vida del primer grupo de 165 médicos cubanos que arribaron al epicentro de la epidemia son duras. Según Wall Street Journal, los colaboradores cubanos en Sierra Leona se hospedan en un hotel barato de Freetown, tres por habitación, donde los inodoros están rotos y las moscas zumban sobre los manteles mugrientos de las mesas donde comen.
Los seleccionados reciben un entrenamiento intensivo de tres semanas en hospitales de campañas instalados en el patio del Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí en La Lisa, municipio al oeste de la capital.
Según Roiniel, anestesista del hospital infantil William Soler, el gobierno prevé pagar 5 mil dólares mensuales. “Se supone que ese dinero proviene de la OMS. Hay mucha especulación sobre el monto. Se dice que el Estado cobra 10 mil y paga solo la mitad. Por un amigo que viajará próximamente, me enteré que al regreso le otorgaran una casa y un auto”.
El médico intensivista Joel subraya que no es cuestión de ganar dinero, tener una casa o un auto. “Esas cosas son importantes. Pero más importante es la vida humana y ésta no tiene precio».
Cuando usted le pregunta si marcharía a Sierra Leona, incluso sabiendo que las posibilidades de contagiarse con el letal virus pueden ser de un 90%, te mira a los ojos y responde: “Por supuesto, allí estaría”.
Iván García
Foto: Médicos cubanos llegan a Freetown, capital de Sierra Leona. Tomada de El Nuevo Herald.