A las doce del día del viernes 18 mayo, con un cielo encapotado y lluvias a intervalos, Liosbel, dueño de un pequeño negocio de carpintería, bebía sin prisa cerveza Presidente en el recinto de la Feria Agropecuaria, ubicada en la Avenida Boyeros, a tiro de piedra de la Terminal 1 de vuelos nacionales en el Aeropuerto José Martí.
“Estaba esperando una jevita que trabaja en Labiofam (laboratorio aledaño al aeropuerto), cuando siento una detonación tremenda, como si hubiera explotado una bomba. La primera reacción fue meterme debajo de la mesa. La gente que estaba en la parada o transitaban por Boyeros corrían. Un señor dijo que se había caído un avión repleto de turistas. Cuando salí a la calle, se veía un humo negro y se sentía un olor muy fuerte a combustible», recuerda Liosbel.
Zaida, custodio de un taller de mecánica, cuenta que vio el “accidente del avión como si estuviera en un cine. Yo estaba de guardia en la puerta del taller. En ese momento estaba almorzando en la garita cuando siento la gritería de los obreros. Me paré en la puerta y al mirar al cielo veo un avión que va soltando una bola de fuego por uno de sus motores. El aparato volaba de lado y a baja altura. En un momento dado el piloto giró la nave hacia la izquierda, donde está el descampado en el que cayó, si no lo hubiera hecho así el avión hubiera caido en un lugar habitado. A esa hora por Boyeros transitaban cientos de personas. Cuando colisionó con el suelo, se produjo un vapor intenso y olía a nafta”.
El siniestro ocurrió a las 12:08 del mediodía. El avión era un Boeing 737-200 de la desconocida compañía mexicana Damojh, también conocida como Global Air, propiedad del español Manuel Rodríguez Campos. Viajaban 107 pasajeros, 101 cubanos y 6 extranjeros. Los miembros de la tripulación eran seis, todos de nacionalidad mexicana.
Para Gina, ama de casa, fue de mal gusto “la actuación de un grupo de personas, sin ética ninguna, que además de contaminar el lugar del accidente, fueron a robar pertenencias o dinero. Otros tuvieron una actuación responsable. También me llamó la atención la falta de sensibilidad de alguna gente, que con sus móviles se pusieron a filmar escenas crudas y desagradables de cuerpos mutilados o cercenados. Imágenes que se pasan de teléfono en teléfono o las cuelgan en las redes sociales como si el accidente fuera el tráiler de una película de catástrofe”.
De un tiempo acá, en diversos accidentes de tránsitos, derrumbes de edificios o al paso de un huracán, han ido aumentando los ciudadanos que priorizan grabar con sus celulares antes que auxiliar a las víctimas.
Yuri, profesor de una escuela preuniversitaria situada en Boyeros, considera que “en los primeros momentos luego del desastre, hubo comportamientos irresponsables, actitudes delincuenciales y falta de profesionalidad. Creo que el personal de las ambulancias que llegaron primero no dominan los protocolos a seguir en caso de accidentes aéreos. Después, cuando empezaron a llegar autoridades competentes, cambió el panorama. Pero en esos primeros instantes la percepción que tuve fue que el accidente había ocurrido en una selva africana”.
Con Yuri coincide Daniela, doctora de un policlínico en Santiago de las Vegas. “Al inicio falló la toma de decisiones. Si desde un principio se hubiera llevado a las cuatros personas que sobrevivieron para el Calixto García, un hospital que cuenta con las condiciones necesarias, y no para el Hospital Nacional, quizás se hubiera ganado tiempo y posibilidad de salvar otra vida. Me parece que el personal paramédico en Cuba no está preparado para este tipo de siniestros”.
Días después del fatal accidente, y tras conocerse detalles sobre las irregularidades de la empresa mexicana Global Air, el debate entre los cubanos de a pie señala con el dedo a funconarios de Cubana de Aviación.
“Trabajo en ECASA (Empresa Cubana de Aeropuertos y Servicios Aeronáuticos) y de primera mano conozco la corrupción que hay en el sector de la aeronáutica civil. Si se investiga a fondo, sin miedo, van dar con los dos o tres tipejos corruptos que arriendan a compañías que no cumplen los parámetros de seguridad por tal de ganarse un fajo de billetes. Si se comprueba, que los sancionen a cadena perpetua. Por su irresponsabilidad se perdieron ciento once vidas”, expresa un trabajador aeroportuario.
Cubana de Aviación, considerada entre las peores compañías aéreas del mundo, a partir de 1989, con la caída del Muro de Berlín y la desaparición del comunismo soviético, ha sufrido un retroceso en la prestación de servicios, desde el mantenimiento de las aeronaves hasta la puntualidad en los horarios.
Un ex piloto de Cubana de Aviación subraya que “en 29 años la empresa ha tenido seis accidentes donde han perecido cientos de ocupantes, entre pasajeros y tripulantes. Cubana apenas realiza ocho o diez vuelos nacionales al mes e igual número al exterior. Hay que revisar a fondo toda la labor de mantenimiento y la poca seriedad a la hora de arrendar empresas foráneas. Por ahorrar dinero contratan a cualquiera. Y lo barato sale caro. La mejor muestra es este caso”.
Una veintena de habaneros consultados, manifestaron su agradecimiento por la inmediata y amplia información ofrecida por la prensa oficial, algo que no siempre ocurre en la Isla.
Varios de ellos dijeron que les ha llamado la atención que Lis Cuesta, la esposa de Miguel Díaz-Canel que parecía iba a tener un papel más protagónico a partir del 19 de abril (inclusive los medios internacionales la veían ya como una Primera Dama), no haya salido sola o con su marido, compartiendo el dolor con los familiares de las víctimas, teniendo en cuenta que ella nació en Holguín, provincia de la que procedían casi todos los cubanos fallecidos.
A propósito de Díaz-Canel, el presidente designado por Raúl Castro, los cubanos esperan que esté al frente de una investigación minuciosa sobre las causas del accidente aéreo y se hurgue a fondo en el Instituto de Aeronáutica Civil .“Que rueden las cabezas que tengan que rodar”, pide el ex piloto de Cubana de Aviación.
Iván García
Foto tomada de Martí Noticias.
Nota.- Con los decesos de Gretell Landrove Font, de 23 años, y Emiley Sánchez de La O, de 39, los fallecidos aumentaron a 112. En el Hospital Calixto García del Vedado, en estado sumamente crítico, continuaba Mailén Díaz Almaguer, de 19 años. Un cuarto sobreviviente, Yandro Enrique González Méndez, de 33 años, murió antes de llegar al hospital. El 25 de mayo, una semana después del accidente, el Instituto de Medicina Legal anunciaba que habían sido identificados todos los restos.