Desde La Habana

Cubanos multiplican planes para emigrar

Cubanos multiplican planes para emigrar

Se conocieron por WhatsApp. Llamémosle Yunior, hace dos meses quería comprar un motor de automóvil de uso, cuando una madrugada revisando su chat encontró que una persona residente en la provincia de Ciego de Ávila lo estaba vendiendo en 1.500 dólares. Debido a la pandemia, no se permite entradas y salidas a La Habana sin autorización del Consejo de Defensa Provincial, la transacción demoró dos semanas.

Rigo, el tipo que vendía el motor, le comentó que podía viajar a la capital. Tenía un pariente que transportaba piñas y mangos en un camión de flete. Camufló el motor entre los cajones de frutas y una vez que llegó a La Habana se puso en contacto con Yunior. Hubo buena química. “Le conté que queríamos armar una balsa con todos los hierros. Motor, GPS, que fuera segura y con capacidad para treinta personas”, cuenta Yunior.

Rigo se sumó al proyecto de salida ilegal. Cedió el motor para construir la embarcación a cambio de que se le permitiera viajar con otras cinco personas. Y por sus conocimientos automotrices, podía serles útil en la parte mecánica. Cada uno de los futuros viajeros aportaba dinero o conocimientos. Reclutaron a un ex oficial de la marina mercante, alcohólico incorregible, pero con amplios conocimientos de la zona del Golfo.

El plan no era viajar rumbo a las costas de la Florida. “Es una moneda al aire. El servicio de guardacostas intercepta el 95 por ciento de las embarcaciones. Y a la mayoría de los balseros, si no pueden probar que son perseguidos políticos, los envían de vuelta. Mi propósito era ingresar a México por Yucatán, Tuxpan o Isla Mujeres. Ya en México teníamos contacto con un coyote para ingresar a Estados Unidos de manera ilegal. Por eso le pedimos a los que viajaban con nosotros tener dinero en efectivo o un pariente en la Yuma que pagara a los traficantes de personas”, cuenta Yunior vía WhatApp.

Ahora esperan en algún lugar de la porosa frontera de México para cruzar ilegalmente a Estados Unidos. Aunque el presidente Barack Obama derogó en enero de 2016 la política conocida como «pies secos, pies mojados», que le otorgaba un carácter de excepcionalidad migratoria a los cubanos, muchos inmigrantes creen que la conexión mexicana es la opción más viable para entrar a Estados Unidos.

“Las probabilidades de éxito quizás sean de un 30 por ciento. Entré por una zona de Texas. Llevo en Estados Unidos casi dos años. Aun estoy esperando ir a la Corte, pero pude armar un caso creíble y las posibilidades de extradición son pocas. Trabajo y las cosas marchan bien. Otros se van a la Florida y al año y un día intentan aplicar a la Ley de Ajuste, pero tienes que demostrar que entraste legal. Siempre hay un riesgo que te deporten. Pero el que no se arriesga, no triunfa”, señala Alina.

Otras formas de intentar acceder a Estados Unidos es viajar a Ecuador, Guyana o Panamá y luego transitar un extenso y peligroso periplo terrestre por zonas selváticas donde cientos de compatriotas han perdido la vida. Aunque Estados Unidos sigue siendo el destino número uno de los emigrantes cubanos, la apertura migratoria autorizada por el régimen de Raúl Castro en enero de 2013 ha permitido a miles de ciudadanos que sueñan con marcharse de su país hacer planes para recalar en otras naciones.

Otro destino muy utilizado es viajar a Chile o Uruguay. También desertar de alguna misión en Venezuela y probar suerte en Brasil. Óscar, un tipo risueño que habla a una velocidad alucinante, se considera un tramitador o consejero sobre los posibles países donde es más fácil obtener la residencia. “He tenido que gestionar mi futuro sin tener parientes en el extranjero. Para personas como yo, aconsejo buscar por internet permisos de trabajo. Primero que todo debes dominar el inglés, francés o la lengua del país donde pretendas emigrar. Luego, al no tener familia en Alemania o Canadá, por ejemplo, la vía de entrada puede ser un permiso de trabajo. Las personas con estudios universitarios y conocimientos técnicos gozan de ventaja”, explica y añade:

“Canadá, algunos países nórdicos y oros de la Unión Europea, a veces solicitan mano de trabajo especializada. Suelo avisar a diferentes profesionales por si les interesa esa opción. Se habla muchos de los balseros cuyo destino es Estados Unidos y de los cubanos que se hacen los papeles como ciudadanos españoles. Pero te asombrarás de la cantidad de compatriotas, sin vínculos familiares, que residen en naciones desarrolladas y han tenido un éxito relativo profesionalmente sin violar las leyes migratorias de esas naciones ni arriesgar sus vidas. Claro, es un proceso que puede demorar años. Y es una vía, sobre todo, para universitarios y personas altamente capacitadas”.

Aunque Cuba es una república de solo once millones de habitantes, ciudadanos de origen cubano residen en más de setenta países. Algunos tan estrafalarios con Tuvalu, lejanos como Australia o Nueva Zelanda o con religiones muy diferentes como Israel y Qatar.

Nicolás, habanero residente en Moscú, dice que cuando el gobierno autorizó los viajes al exterior, su idea no era emigrar definitivamente. «Era crear comprar pacotillas que después revendería en Cuba, pues las tiendas estatales en divisas vendían demasiado caro. Pero el régimen, con las tiendas MLC (moneda libremente convertible) le cerró las puertas a las ‘mulas’. Entonces decidí quedarme en Rusia. Abrí una agencia de viajes y ofrezco consejos a los cubanos que vienen a hacer compras. Es un país difícil para vivir, por el idioma, el frío y las costumbres, pero diez veces mejor que el nuestro”.

El desespero por huir del manicomio político y las penurias económicas lleva a numerosos cubanos a arriesgar sus vidas intentando cruzar el peligroso Estrecho de la Florida. Se desconoce el número de personas que yacen en ese fondo marino. En días recientes dos cubanos fallecieron en su intento de alcanzar el sueño americano y otros diez desaparecieron.

Según datos de las autoridades estadounidenses, la Guardia Costera ha detenido a 228 balseros cubanos, en comparación con los 49 interceptados en todo el año fiscal de 2020. El recrudecimiento de la crisis económica, agotamiento del modelo castrista y un amplio descontento social, provoca que miles de compatriotas hagan planes para emigrar.

Un funcionario de Inmigración pronostica que “si se abriera un canal migratorio legal como el del Mariel en 1980, no sería descabellado pensar que hasta dos millones de cubanos optarían por marcharse del país”.

La fuga del estelar pelotero César Prieto, uno más entre los casi dos mil beisbolistas que han saltado la cerca desde 1991, es una historia que se repite. Cientos de profesionales abandonan cada año sus puestos en diferentes misiones gubernamentales.

La imparable emigración, unido a la baja tasa de natalidad -la mayoría de las mujeres cubanas no quiere tener hijos en un país con un futuro entre signos de interrogación-, ha provocado que cada año la población en la Isla decrezca. De seguir el decrecimiento poblacional, para 2099 la población cubana se reducirá a poco más de cuatro millones de habitantes.

El canciller Bruno Rodríguez culpa de esa emigración a Estados Unidos, «por mantener cerrado sus servicios consulares en La Habana». Los que se marchan reconocen que el culpable del éxodo es el gobierno. Pero el miedo a disentir, a oponerse públicamente a un régimen totalitario, es más fuerte que la opción de arriesgar la vida cruzando una selva como la de Darién o navegar en las agitadas aguas del Estrecho de la Florida.

Yunior, quien cuenta las horas en una ciudad mexicana para cruzar ilegalmente la frontera hacia Estados Unidos, lo tiene claro: “Prefiero arriesgarme a morir que vivir en la miseria”. Muchos cubanos piensan como Yunior.

Iván García

Foto: Cubanos chequeando sus boletos en el Aeropuerto Internacional José Martí de La Habana. Tomada de El Periódico.

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