Ahora mismo, Cuba es más Isla que nunca. Setenta y dos horas después de las protestas populares en diversas provincias del país, llamémosle José, mecánico automotriz residente en el municipio San Antonio de los Baños, provincia de Artemisa, a unos 40 kilómetros al oeste de La Habana, sospecha que fuerzas policiales podrían detenerlo.
La tensión en el barrio donde vive se puede cortar con un cuchillo. “Alguna gente tiene miedo. Participé en la marcha para reclamar el cese de los apagones, libertad y que renuncie el actual gobierno. Son propuestas legítimas. Una parte considerable de los cubanos estamos descontentos con la mala administración del país”, dice José, quien cuenta que en San Antonio de los Baños está lleno de policías, boinas negras, oficiales de la Seguridad del Estado y han activado a los ‘factores’ del municipio, o sea, militantes del partido comunista, miembros de la asociación de combatientes y trabajadores de empresas estatales de la zona.
“Hay una pila de chivatos en las calles que te denuncian a la policía. Las personas que ellos consideren líderes o gritaron ‘Díaz-Canel, singao’, se los están llevando detenidos para Villa Marista. Han detenido a los más conflictivos, alrededor de 40 personas. Las redadas continúan. Nadie está seguro en San Antonio. En cualquier momento te pueden levantar en peso”, cuenta José vía telefónica.
José, un simple ciudadano de la Cuba profunda, no es activista ni disidente ni periodista independiente ni asiduo a las redes sociales. “No me importaba la política. Pero el manejo de la economía por parte del gobierno me afecta a mí y mi familia. Yo soy un tipo que trabaja como un caballo para buscarse cuatro pesos de manera honesta. Pero las leyes decretadas por el gobierno no te permiten prosperar. Por cualquier cosa te abren un expediente, te decomisan tus bienes y te mandan para la cárcel”, dice y añade:
“Mucha gente se cansó de que el gobierno tenga siempre el pie encima de ellos. Es un problema tras otro. Con el dinero que cobras apenas te alcanz. No hay comida, los apagones son constantes y las confituras para los niños las venden en dólares. El gobierno está haciendo las cosas mal. Hay gente que está pasando hambre. No tienen ni una aspirina. A mí no me convenció nadie de Miami ni de la CIA. Estoy cansado de tanta muela jorobada. El bloqueo no puede ser culpable que no haya viandas en un municipio agrícola como es San Antonio de los Baños y que comer carne de puerco sea un lujo. O que uno tenga que vivir toda la vida viviendo en la misma casa con cuatro generaciones diferentes. No aguanto una mentiras más”.
Según José, en realidad las protestas en San Antonio comenzaron en la noche del sábado 10, “cuando varias personas, contrariadas por los apagones y la escasez, fuimos a la sede del partido comunista municipal. Allí nadie nos dio nos atendió. La gente estaba a punto de explotar. Los más jóvenes exigían una protesta popular por las calles del pueblo, lo que sucedió al día siguiente, domingo 11 de julio. La marcha fue pacífica. Cuando caminaba por mi pueblo gritando consignas me sentí libre por primera vez. La policía y los segurosos nos miraban asombrados y con miedo”.
La llegada de Miguel Díaz-Canel, presidente elegido por Raúl Castro para el cargo, fue antecedida por un impresionante despliegue militar. “Como en las películas americanas. Una pila de camiones militares pintados de negro con tropas antimotines. Díaz-Canel caminó algunas cuadras acompañado por los militares, sus escoltas y los ‘factores’ del municipio. La mayoría del pueblo no salió, se quedó en sus casas”, señala José.
Y denuncia que tres días después, ni el gobierno provincial ni el nacional le han dado respuesta a los reclamos ciudadanos. “En otra nación, protestas populares como las ocurridas en Cuba el 11 de julio, hubiesen generado un diálogo nacional entre todas las partes. Esta gente (el régimen) se ha inventado una historia fantástica, diciendo que la mayoría de los cubanos somos mercenarios, que estamos confundidos y manipulados por influencers pagados por agencias del imperialismo yanqui. No quieren entender que muchos cubanos pensamos con cabeza propia”.
La protesta en San Antonio de los Baños se replicó en diferentes poblados de la Isla, en casi todos con brutales niveles de violencia por parte de fuerzas policiales y paramilitares. En una nota, el Ministerio del Interior informó de la muerte del ciudadano Diubis Laurencio Tejeda, de 36 años, durante las protestas en La Güinera, perteneciente al municipio habanero de Arroyo Naranjo.
Volviendo al domingo 11 de julio. A las tres menos cuarto, la transmisión de la final de la Eurocopa entre Italia e Inglaterra, fue abruptamente interrumpida para anunciar la intervención del mandatario cubano por la cadena nacional de radiodifusión. Con el rostro sudado, visiblemente nervioso, cruzando los dedos de su manos, Díaz-Canel comparecía ante las cámaras de televisión. El ingeniero eléctrico, oriundo de Placetas, Villa Clara, a cerca de 300 kilómetros al este de La Habana, desempolvó una estrategia gastada y poco creíble. Acusó a Estados Unidos, a exiliados en Miami y a ‘los mercenarios y vendepatrias’ de la oposición interna. Curiosamente no estuvo acompañado por el Ministro de las FAR ni del Ministerio del interior.
Al día siguiente, lunes 12 de julio, volvía a salir en televisión. Durante casi treinta minutos, custodiado por Rogelio Polanco, jefe del departamento ideológico del partido comunista a tres periodistas oficiales, mantuvo su discurso trillado y dio luz verde para que se desatara la ‘violencia revolucionaria’. Que ya se sabe de qué va. Gritar consignas con un bate de béisbol escondido en la espalda para golpear a quienes piensan diferente. La bandería que apoya al régimen no fue para nada espontánea, solo cumplía órdenes de sus superiores.
En la Calzada de Diez de Octubre, una marea de personas de los barrios pobres de La Güinera, Párraga y la Lira, pertenecientes al municipio Arroyo Naranjo, comenzaron a transitar rumbo al centro de la ciudad. Por el camino se le sumaban otros. Iba gritando Libertad, Abajo el comunismo, Patria y Vida y el lema de moda entre los cubanos de a pie, Díaz-Canel, singao. A la altura de la Plaza Roja de La Víbora, una docena de motos Suzuki de la policía política los escoltaban a distancia. En la famosa Esquina de Toyo, en la intersección de las calzadas de Diez de Octubre y Luyanó, el panorama era de caos.
La gente coreaba consignas antigubernamentales, algunos se subían a un auto patrullero volcado en plena calle y se tiraban un selfie. En Vía Blanca, avenida que delimita los municipio Diez de Octubre y Cerro, la marcha fue interrumpida por brigadas antimotines, conocidos por ‘boinas negras’. Un participante refiere que “dispararon al aire con balas de fuego, al cuerpo tiraban balas plásticas y además te daban tremenda tranca”. Un médico del hospital La Dependiente, relativamente cerca del lugar donde sucedieron los hechos, dice que “en la noche del domingo no paraban de llegar ambulancias con heridos. Conté más de treinta casos”.
En Centro Habana, frente al Hotel Saratoga, a un costado del Parque de la Fraternidad, en la calle Galiano y en diferentes tramos del malecón habanero la violencia policial y de grupos progubernamentales fue todavía más feroz. Poco antes de la tres de la madrugada del lunes 12 de julio, un estudiante de un instituto tecnológico, residente en la Calzada de Diez de Octubre entre Patrocinio y Carmen, fue detenido por dos autos patrulleros. Mientras lo esposaban a la fuerza gritaba Patria y Vida.
La inmensa mayoría de los que participaron en las manifestaciones en La Habana eran jóvenes, incluso adolescentes. El martes 13 de julio, un grupo de mujeres esperaban frente a la unidad de Acosta y Diez de Octubre, sede territorial del DTI (Departamento Técnico de Investigaciones), para indagar por el paradero de familiares detenidos.
Varias fuentes aseguran que el número de ciudadanos detenidos, solo en La Habana, supera las mil personas, otros afirman que serían 2 mil o más. Cubalex, consultoría jurídica que desde Estados Unidos preside la abogada Laritza Diversent, ha notificado que al menos 120 activistas, opositores, artistas o periodistas independiente están detenidos o en paradero desconocido. Luis Manuel Otero Alcántara, fundador del Movimiento San Isidro, se encuentra en los calabozos de Villa Marista, donde también continúan el artista plástico Hamlet Lavastida y desde el 15 de junio, los disidentes Lázaro Yuri Valle Roca e Ignacio Arias Martínez.
Hasta el momento, el régimen no ha mostrado un discurso conciliador. Todo lo contrario. Han articulado una narrativa de supuesto golpe blando y responsabilizan de los disturbios al embargo, a Washington y a los servicios especiales de Estados Unidos. Pero no han mostrado pruebas contundentes que avalen esas acusaciones. Liuber, alumno preuniversitario, considera que el “proceder del gobierno ha generado aun más descontento. No han ejercido ni una pizca de autocritica. Toda la responsabilidad es de otros. Y para colmo, han cortado internet sin ofrecer ninguna explicación. Por sus cojones, de a pepe timbales”.
En una comparecencia con la prensa extranjera acreditada en Cuba, el canciller Bruno Rodríguez, mantuvo el mismo relato y justificó que la suspensión de los servicios de internet eran para ahorrar combustible y destinarlo al consumo residencial. Un ingeniero opina que “es increíble que un funcionario gubernamental pueda decir semejante estupidez. El consumo de combustible de los equipos y servidores que distribuyen internet en Cuba es ridículamente bajo. ¿Tú crees que si fueran grandes consumidores, con el déficit de combustible que existe en el país, no hubieran realizado un apagón digital meses atrás? Es una medida netamente política. Me temo que han quitado internet porque a corto plazo van a instalar un cortafuegos al estilo de China y Rusia y poder bloquear aplicaciones como Twitter, Facebook , Instagram y WhatsApp, que han resultado muy eficaces y son utilizadas en casi todas las naciones para convocar protestas callejeras”.
En algunos sitios de La Habana, a determinadas horas, hay conexiones wifi. El corte de internet ha provocado más irritación aún. Miguel Díaz-Canel, pasó de presidente designado, gris tecnócrata y mascarón de proa, a dictador de turno al autorizar el uso de la violencia contra compatriotas pacíficos y desarmados.
Si algo quedó demostrado en estas manifestaciones es que ya muchos cubanos han perdido el miedo.
Iván García
Foto: El 11 de julio manifestantes llegaron hasta el Capitolio Nacional, en Centro Habana. Tomada de Swissinfo.