Cuando usted le pregunta a Luis Daniel, 69 años, quien desde la seis de la mañana hace cola para comprar pan, su opinión sobre Donald Trump, el anciano esboza una tímida sonrisa y se deshace en elogios. “Ese es el hombre. Es el tipo que va a meter en cintura a esta gente (la dictadura). Los bandoleros que gobiernan el país están cagados de miedo”, dice en voz baja y mira a su alrededor.
Hablar de Trump enciende la habitual paranoia entre los cubanos. Algunos activan el policía interior que llevan dentro y cuando se refieren al magnate inmobiliario neoyorquino lo hacen con gestos, un lenguaje camuflado y frases entrecortadas.
Yamila, 49 años, habla mientras friega las tazas de café en un negocio privado. “El zanahoria (así le dicen algunos) va ser la horma del zapato para estos ladrones. Espero que en estos cuatros años acabe con nuestra pesadilla”.
Yoel, taxista privado, comenta que “el día más feliz del año fue cuando anunciaron la victoria de Trump. Estoy convencido que Díaz-Canel va a chillar goma. Las broncas serán de coger palco cuando comiencen a deportar a esa pila de funcionarios sinvergüenzas del gobierno y sus parientes que emigraban y los demócratas les daban visas. Sin embargo, para entrar a Estados Unidos, los opositores tienen que marcharse cruzando fronteras”.
Las personas que en Cuba apuestan por Trump suelen ser mayores de 40 años, de los dos sexos y distintas razas. No existen demasiadas diferencias entre un licenciado como Rogelio, diseñador de 56 años, que considera que “Trump no solo va a poner en orden la frontera de Estados Unidos, sino que en temas económicos, gracias a la reducción de impuestos, permitirá que esa nación se consolide como la primera potencia mundial. Y como cubano, creo que el pelirrojo es el más indicado para enfrentar a la caterva de ineptos que han destruido la isla”.
En esa misma cuerda piensa Eusebio, residente en el barrio pobre y mayoritariamente negro de La Corea, San Miguel del Padrón, al sureste de La Habana. “Bro, ya los cubanos estamos cansados de este gobierno que nos trata como si fuéramos animales. Esto es una dictadura, son 65 años, asere. Trump va a terminar esta historia”.
Entre los menores de 35 años los argumentos son diferentes. Solangel, estudiante universitaria, reconoce que “Estados Unidos debe ponerle coto a esa inmigración descontrolada. Pero Trump debiera potenciar una inmigración ordenada y selectiva. Sus dos esposas huyeron de antiguos regímenes comunistas. Ellas saben cómo funcionan las sociedades totalitarias. Estados Unidos es un país multiétnico conformado por inmigrantes. Una cosa es cerrar las puertas a delincuentes, vagos y violadores de las leyes, y otra negarle la opción a un joven de vivir en libertad”.
Yoendry, que tiene aprobado el parole, afirma que “lo más probable es que Trump cierre ese programa. Hubo mucho fraude. Pero creo que se deben mantener determinadas opciones para los que quieren vivir en Estados Unidos de manera legal. Entiendo que los cubanos que entraron ilegalmente deben ser deportados. Espero que nuestros compatriotas allá nos apoyen. Ellos también huyeron, incluso en balsas, y comenzaron de cero. Muchos en Cuba deseamos lograr el sueño americano”.
Hay algo que ha cambiado en la percepción de los cubanos de a pie. Parece que ha pasado mucho tiempo de aquella mañana lluviosa de marzo de 2016 cuando el Air Force One donde viajaba Barack Obama aterrizaba en el aeropuerto de La Habana. Entonces, había mucha ilusión de que el restablecimiento de relaciones diplomáticas y una nueva estrategia política hacia Cuba promoverían la democracia en el país.
Hubo ilusos, como Carlos, sociólogo. “Creí que se abrirían decenas de Starbucks y McDonald’s en todas las provincias. Pero la doctrina de Obama fracasó. Y fracasó por culpa de Fidel y Raúl Castro. El gobierno tuvo la oportunidad de introducir reformas y de manera gradual desmontar el disparate marxista. Apostaron por el numantismo y los prejuicios y no por un cambio democrático. Optaron por revivir un modelo económico que nunca ha funcionado sin recibir subsidios forma independiente. Deben haber extrañado a Obama por no haber aprovechado aquella ocasión».
«Ahora noto que existe un sector importante de la sociedad que piensa diferente. Durante mucho tiempo, la mayoría de los cubanos, porque deseaban emigrar o apoyaban al régimen, preferían una administración demócrata. Solían ser más tolerantes en temas migratorios y otorgaban concesiones políticas. Fue con Jimmy Carter que se relajó el embargo y se abrieron las Secciones de Intereses en La Habana y Washington. Las crisis migratorias del Mariel en 1994 y la que se inició en 2015 y continúa hasta la fecha, con un intervalo donde frenada por las medidas del primer mandato de Trump y la pandemia del Covid, se produjeron con gobiernos demócratas. Pienso que los cubanos, hastiados del gobierno, no se han rebelado porque prefieren emigrar antes que enfrentar al régimen. Es el camino más fácil”, asevera el sociólogo habanero.
Saúl, informático, asegura que «la única opción para cambiar las cosas es plantarle cara al gobierno. Debemos exigirle nuestros derechos. La realidad que vivimos es tan dura que supera al peor de los miedos”.
La probable designación de Marco Rubio, senador cubanoamericano, como Secretario de Estado, ha provocado entusiasmo entre muchos compatriotas en la Isla.
“Uno se emociona cuando alguien de los suyos tiene éxito en otro país. Yo lloré cuando Yordan Díaz ganó la medalla de oro olímpica en París. O cuando Ana de Armas fue nominada a los Oscar por su interpretación de Marilyn Monroe. Ahora con Marco Rubio igual. ¿Tú sabes lo es que ser Secretario de Estado de la nación más poderosa de la tierra?”, se pregunta Magaly, ingeniera, y ella misma responde:
“Se me pone la piel de gallina saber que un país tan pequeño como Cuba tiene cuatro congresistas y un senador. Además de un gobernador en Texas, como Ted Cruz, y varios funcionarios políticos y empresarios importantes. Miles de cubanos han logrado acceder a puestos importantes en Estados Unidos. Es una muestra de que en libertad puedes aspirar a lo que te propongas. Y eso reconforta”.
Le pregunté a 22 personas su opinión sobre la nominación de Marco Rubio como Secretario de Estado, y 17 creen que su conocimiento de la región servirá para presionar a Cuba, Nicaragua y Venezuela, las tres dictaduras del continente.
“Es importante porque mantendrá en la agenda de la Casa Blanca el tema cubano, venezolano y nicaragüense y podrá influir en las estrategias de la administración Trump hacia América Latina y el Caribe. Su presencia pondrá fin al chantaje migratorio del gobierno de Díaz-Canel. Y los pone en una disyuntiva: si Trump negocia con Putin, los ayatolas de Irán y el sátrapa de Corea del Norte, a un país colapsado como Cuba no le queda otra que sentarse a negociar”, opina, Sergio, licenciado en historia.
Pareciera que Cuba, abocada a una dilatada crisis sistémica, donde la mayoría de sus ciudadanos comen una vez al día, sufren prolongados apagones y su plan de futuro es huir de su patria, podría ser el último lugar del planeta para respaldar a Donald Trump. Pero el magnate inmobiliario neoyorquino no deja indiferente a nadie.
La dictadura verde olivo se siente incómoda. Trump está de vuelta.
Iván García
Foto: Donald Trump y Marco Rubio en 2016. Tomada de Diario Las Américas.