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Cubano baleado el 11-J habla por primera vez

Cubano baleado el 11-J habla por primera vez

El domingo 11 de julio de 2021, Osiris José Puerto Terry, 49 años, trabajador por cuenta propia, residente en la barriada de Santos Suárez, municipio Diez de Octubre, al sur de La Habana, pasada las nueve de la mañana salió con su bicicleta y una nevera artesanal a vender bocaditos de helados.

“Cuando terminé de trabajar, sobre las cuatro y media de la tarde, me senté con unos vecinos que viven en Calzada de Diez de Octubre número 461 entre Pamplona y San Nicolás a tomarme unos tragos de ron. Ya para esa hora en la calzada y sus alrededores, una multitud de gente protestaba contra el gobierno. Al poco rato llegó una caravana de camiones de la policía antimotines y comenzaron a cerrar las calles de la zona, de arriba hacia abajo, hasta la Esquina de Toyo. Oficiales de la policía nos ordenan que entráramos en un pasillo”, cuenta Osiris.

“En ese momento se estaban produciendo enfrentamientos entre la oleada de personas que protestaban y la policía que les impedía pasar. Aquello era un campo de batalla. Volaban las piedras de un lado a otro. Eso duró unos treinta o cuarenta minutos. Cuando los manifestantes retroceden por la carga policial y por la presencia de movilizados afines al gobierno, alrededor la cinco de la tarde, con las calles llenas de piedras y latones de basura virados boca abajo, decido regresar a mi casa, a pocas cuadras de donde estaba compartiendo con mis amigos. Dejo el teléfono móvil y la bicicleta en casa de un vecino, pues la cosa estaba caliente. Al llegar a la esquina de Santa Emilia y Diez de Octubre, veo un grupo de manifestantes, cruzo a la acera de enfrente para, bordeando los portales, dirigirme a mi domicilio”.

“Cuando voy a cruzar la calle viene un grupo de policías que estaban disparando con armas de fuego a la población. Cuando un oficial hace el primer disparo, me escondo detrás de una columna en la cual el disparo rebota. Un vecino me abre la puerta del edificio donde intentaba buscar refugio. Cuando voy a entrar, el policía hace un segundo disparo que me impacta en el pie derecho, arriba de la tibia, casi llegando a la rótula de la rodilla. Me caigo en el piso, no puedo pararme, y el oficial realiza un tercer disparo que me da en la espalda. Comienzo a pedir auxilio, una vecina del edifico sale y grita: ‘Es Osiris el que está tirado allí’. Entonces, bajo la balacera, dos hombres me socorren, me dan los primeros auxilios y me llevan para adentro del edificio”.

“Estaba soltando mucha sangre por la espalda, con un dolor como si me quemara. Coquín, el vecino que me socorrió, me tapa la herida y me monta en un carro y me lleva al hospital Calixto García. Antes de entrar al hospital, los policías que estaban allí me dieron golpes. Cuando llegan los médicos y cirujanos del grupo número cuatro que ese 11 de julio estaba de guardia, los policías le preguntan: ‘¿Van a salvar al contrarrevolucionario ese?». Me operan de urgencia, hice una neumotórax del lado izquierdo que me afectó la respiración. Tuvieron que abrirme el abdomen, algo que se suele hacer cada vez que hay tiros en la espalda, para ver si hubo algún órgano afectado. Me entraron al salón de operaciones a las seis y media de la tarde del domingo 11 de julio y me bajaron a las ocho y media de la mañana del lunes 12 de julio”.

“El proyectil de la pierna derecha entró y salió. El de la espalda no lo pudieron extraer. Todavía tengo la bala alojada en la costilla derecha. En el hospital me dieron el alta el 11 de agosto, un mes después. Un oficial de 100 y Aldabó -sede del Departamento Técnico de Investigaciones- me tomó declaración. Ya antes había redactado una carta diciendo dónde me encontraba cuando ocurrió la manifestación. Las autoridades también entrevistaron a mi esposa e hicieron una investigación en el barrio”.

“En el sector de la policía donde vivo me dieron un papel para que lo presentara en el policlínico de la zona, haciendo constar que era un paciente con dos disparos de arma de fuego y dos heridas abiertas por curar. Pero en el policlínico no había nada para que la enfermera del consultorio número trece, ubicado en la calle Santos Suárez entre Flores y San Benigno, me pudiera tratar”.

“Desde un primer momento hice la denuncia y entregué tres documentos, a la policía, Fiscalía y Consejo de Estado, exigiéndoles que reconocieran la responsabilidad civil por todos los daños que me ocasionaron. Estando aun convaleciente tuve que ir cuatro veces a 100 y Aldabó y a la Fiscalía Militar. Después que hago ese proceso con un abogado, la Fiscalía me entrega un documento donde ponen que esos dos suboficiales que me hirieron estaban haciendo su trabajo. Le digo a las autoridades que esos dos suboficiales no fueron lo que me dispararon. Que eso es mentira. A mí me disparó un capitán de la policía especializada. En la respuesta que da la Fiscalía, cinco meses después del suceso, ponen delitos de lesiones. Yo no estoy de acuerdo: tres disparos de arma fuego no son lesiones, es un asesinato”, afirma Osiris.

Inconforme con el documento de la Fiscalia, aclara que lleva dieciocho meses de peritaje médico. «Gastando dinero en medicamentos y sin poder trabajar. Estoy reclamando una indemnización monetaria por los gastos ocasionados y el tiempo transcurrido. Pero todo es peloteo y muela. La Fiscalía argumenta que ellos no pueden localizar al oficial que me disparó”.

Los reiterados intentos de Osiris para que se haga justicia y lo indemnicen ha suscitado el acoso de la Seguridad del Estado. Ha pasado de víctima a acusado. “Desde hace un año y seis meses tengo un seguimiento por la contrainteligencia militar y la unidad policial de Aguilera, en Lawton, municipio Diez de Octubre. Todos los días siete de cada mes debo presentarme con mi esposa al sector policial y firmar un acta de compromiso de que no me voy a meter en política, no voy a crear problemas y otra serie de cosas. En las fechas que la Seguridad del Estado determine, tengo que estar tres o cuatro días sin salir de mi casa”.

“Cuando me citaron en Villa Marista (sede de la policía política), el oficial que me atendió no quiere que yo diga que a mí me tiraron tres tiros estando indefenso y sin haber hecho ninguna resistencia. ¿Por qué no voy decir la verdad? Decir la verdad no es ningún delito. Ya me cansé de tantas arbitrariedades. Quiero que se haga justicia”, concluye Osiris José Puerto Terry.

Iván García:

Foto de Osiris José Puerto Terry realizada por Rolando Rodríguez Lobaina.

Sobre admin

Periodista oficial primero (1974-94) e independiente a partir de 1995. Desde noviembre de 2003 vive en Lucerna, Suiza. Todos los días, a primera hora, lee la prensa online. No se pierde los telediarios ni las grandes coberturas informativas por TVE, CNN International y BBC World. Se mantiene al tanto de la actualidad suiza a través de Swissinfo, el canal SF-1 y la Radio Svizzera, que trasmite en italiano las 24 horas. Le gusta escuchar música cubana, brasileña y americana. Lo último leído han sido los dos libros de Barack Obama. Email: taniaquintero3@hotmail.com

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