Hay una idea inquietante y devastadora que comienza a diseminarse en los corrillos agudos de muchos cubanos y que gana terreno muy rápidamente con una empecinada y angustiosa velocidad.
Consiste en comparar la situación actual con el famoso periodo especial, la brutal depresión que se apoderó de Cuba en los años 90, y en comenzar a ver aquella dura realidad reproducida en estos momentos como una copia fiel de las desgracias y los infortunios que azotan la sociedad cubana.
Los expertos examinan con cifras concretas, datos, estadísticas y objetividad las esferas en las que comienza a coincidir esta etapa que viven los cubanos con aquellos tiempos fatales que parecían en el olvido.
Pero la gente de la calle, los hombres y las mujeres que viven ahora en la Isla son quienes padecen la extraña sensación de que no avanzan en busca del porvenir, sino que caminan con resolución hacia el pasado.
Esta semana, por ejemplo, se ha eliminado el transporte entre las provincias. La medida, según se ha dicho oficialmente, se mantendrá en principio hasta el 30 de septiembre y está dirigida a cortar la trasmisión del virus del COVID 19 que se mueve por toda la república, aunque desarrolla sus emisiones fundamentales en La Habana y en la provincia central de Ciego de Ávila.
Los mismos gobernantes han analizado con rigor las acciones emprendidas y han asegurado que las medidas que se han aplicado, sobretodo en La Habana, “son las más severas desde el inicio de la pandemia”, e incluyen un toque de queda nocturno entre las siete de la y tarde y las cinco de la mañana, la paralización del transporte público, el incremento del trabajo a distancia y restricciones a la entrada y salida de la ciudad, sin comunicación con otras zonas del país.
Las multas que se imponen contra quienes consideran violadores de sus procesos judiciales parecen estar destinadas a dejarle vacío el bolsillo de los ciudadanos y a enriquecer al gobierno.
Es en la marcha cotidiana del día a día, en las inevitables vueltas del reloj de las personas de a pie donde arremete con todo su poder y deja las marcas mayores la compleja arquitectura del coronavirus y las medidas que asumen sin anestesia los funcionarios del Estado.
No se sabe si el periodo especial se instalará o no otra vez en Cuba. Lo que sí conocen a la perfección los cubanos es la categoría siniestra de su especialidad.
Raúl Rivero
Blog de la Fundación Cubano-Americana.
Foto: Tres modelos de los mechones o candiles elaborados por los cubanos para alumbrarse durante los apagones de doce o más horas durante el período especial en la Cuba de los 90. Tomada de Rehogar.