Desde La Habana

Cuba: ¿orgullo o vergüenza?

Cuba: ¿orgullo o vergüenza?

Alguien me preguntó el otro día si yo era de aquí, de la Florida. Le dije que soy de Cuba y respondió: “Lo siento”. Admito que no sé si fue sarcasmo o que en realidad pedía disculpas sinceramente por haber preguntado tal cosa -muy típico de la cultura estadounidense. Sin embargo, la sonrisa que le devolví aprobaba su comentario, en caso de haber sido sarcástico.

En 64 años nos hemos ido por cientos de miles. Dos millones más que menos. Pero en esas seis décadas y media nunca los cubanos pudieron irse con la libertad con que se pueden ir hoy día. Como en el mundo normal, es cuestión de tener un pasaporte, y dinero para volar. Con los años, el régimen se ha vuelto más pragmático. Sin ceder un ápice a su control total del país, ha aprendido a adaptarse y sacarle provecho a sus aparentes “concesiones”. Ya solo son “gusanos” los disidentes. La gran mayoría de los emigrados son fuente de ingreso financiero al país o tal vez a las arcas secretas de la clase gobernante.

Cuba no está en el mapa de los intereses globales de Washington. Sin embargo, la migración que viene de Cuba sí es de interés para Washington. Aunque no sea posible impedirla por completo, al menos es mejor controlarla, dosificarla. La administración Biden necesitaba hacer algo para quitarse de encima las críticas sobre lo que ocurre en la frontera sur, pero al mismo tiempo, y sin que hayan mayores consideraciones, trata de convivir mejor con el vecino que les exporta su problema.

Alivia una vez más Estados Unidos la crisis existencial que tiene en las manos el castrismo: una población que no ve ni presente ni futuro posible en su país, un país que quiere abandonar su territorio físico y reinventarse en otros lugares. “Esto no sirve”, dicen a cada rato los cubanos de la isla. Y lo dicen como si supieran si el lugar al que quieren irse les sirva de algo. Así es la desesperación, necesita una salida cualquiera sin más prioridad que la salida en sí misma.

Los enquistados gobernantes cubanos descubrieron que mientras más mal la pasen los cubanos, más y con mayor efectividad se puede usar el argumento del ‘bloqueo’ y quedar como la víctima de un país poderoso. De ese modo es Estados Unidos el que siempre tiene que dar el primer paso o, a saber, todos los pasos. Los defensores del castrismo, sus voceros y mercaderes, relativizan la escandalosa cifra de cubanos que abandonaron su país en el último año. Los cubanos se van de Cuba, dicen, por la misma razón que los hondureños se van de Honduras.

Como si la revolución cubana no hubiese triunfado hace 64 años y todavía continúa para liberar y hacer felices a los cubanos. En todo caso, la de Cuba no es emigración masiva, es un desmembramiento de la sociedad. No es posible imaginarse una crisis peor para un país con escasísimo crecimiento demográfico y que encima pierde aproximadamente el 2 por ciento de su población en menos de dos años. Eso sería normal en Ucrania, que está siendo atacada con misiles rusos.

Y mientras esto sucede, un profesor de la Universidad de La Habana dice que el orgullo por ser cubano estâ en crisis. Que se haya arriesgado a decirlo en un programa de la televisión, controlada por el Partido Comunista, o que éste haya aprobado proyectar una imagen de libertad de expresión no debería ser tan importante. Llega tarde de todos modos el profesor y todos aquellos oficialistas que quieran a estas alturas hacerse los sinceros y francos frente a las cámaras de la dictadura, para anunciar que ya no hay orgullo nacional, como no hay pan ni vergüenza tampoco. La pregunta es cuánto tardarán ahora los medios oficiales en analizar seriamente las causas del problema. Pero ya sabemos que cuando lo hagan , el ‘bloqueo’ estará en el banquillo de los acusados.

Se ha perdido el orgullo por ser cubano porque ante su indetenible fracaso, el régimen eligió destruir la nación cubana en favor de su autopreservación. Nadie en su sano juicio quiere vivir en un país que se cae a pedazos y cada día más aceleradamente. Y menos si ese país está sometido por un grupo de personas que impone su criterio a la fuerza, aún desafiando a la realidad y que no tiene la decencia de admitir que su proyecto es un fracaso monumental.

Aún si el castrismo decide un día reconocer su derrota y cambiar de rumbo, será responsable de la crisis de orgullo cubano en los años por venir. De nada le sirve a ningún país un nacionalismo trasnochado y dando tumbos, usado por un régimen en bancarrota que 64 años después necesita que el enemigo, la causa misma de su existencia, tenga que tirarle la toalla.

Ariel de Castro Tapia

Foto: Luis Manuel Otero Alcántara con una bandera cubana en el cuello ante la estatua del Apóstol José Martí en el Parque Central de La Habana. Tomada de CNN en Español.

Nota.- El artista visual Luis Manuel Otero Alcántara, encarcelado desde el 11 de julio de 2021, en agosto de 2019 fue detenido cuando en medio de la celebración de los carnavales habaneros, caminaba llevando sobre sus hombros una bandera cubana. Los policías que lo arrestaron desconocían que esa acción formaba parte del performance titulado Drapeau: durante un mes, Otero Alcántara llevó sobre su cuerpo el símbolo identificativo de la patria. El performance defendía el uso de la enseña nacional como un derecho de todos ante la promulgación de una nueva Ley de Símbolos por parte de la Asamblea Nacional del Poder Popular. Si en Cuba hay alguien orgulloso de ser cubano ése es Luis Manuel Otero Alcántara (Tania Quintero).

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