Ya se sabe que el gobierno de los hermanos Castro se defiende atacando. Cuando un periodista independiente o bloguero alternativo escribe sobre la otra cara de Cuba, que los medios oficiales pretenden ignorar, como un resorte se tiran a tu cuello.
Usan todo tipo de tácticas. Desde la ofensa, la calumnia, el descrédito o la manida salida de justificar los males que aquejan a sociedad cubana con el discurso comparativo de que eso también sucede en otros lares.
Y es cierto. En otras latitudes la gente salta la verja y en Estados Unidos entran indocumentados. En muchos países la prostitución, drogas y la violencia social son rampantes. Pero la brutal diferencia resulta que se publica en la prensa. No es secreto. Ni se oculta la cara fea de la sociedad.
En Cuba, los reporteros asalariados del régimen intentan colorear el panorama nacional con risas de niños alegres, campesinos esforzados, deportistas humildes, policías honestos y, al final, afirman que la isla es la mejor y más eficiente democracia del planeta.
Son la quinta rueda del carro. Su manera de defender una teoría es negando la del otro. Se van por el carril fácil. Todo el que discrepa es un traidor, un mercenario vendido al oro yanqui.
Tamaña desvergüenza no es nueva. Este tipo de desinformación estatal fue puesta en práctica por los bolcheviques primero, y por Adolfo Hitler después.
Las ventajas de tener un flujo informativo controlado son innegables. Es más fácil gobernar cuando usted controla lo que se dice, se informa y se opina.
Desde que surgió el periodismo al margen del control gubernamental a inicios de los 90 o la ola de blogueros independientes a partir de 2007, el régimen ataca con saña a quienes discrepan y firman con su nombre y apellidos en blogs, webs o publicaciones foráneas.
Es indudable que las nuevas tecnologías son un poderoso enemigo para el régimen cubano. Desde el teléfono móvil y su servicio de SMS, pasando por redes sociales como Twitter y Facebook y terminando con los diferentes sitios digitales anticastristas.
Los hermanos Castro saben de la fuerza y el estado de opinión que puede generar la red de redes. Por eso se esfuerzan en tupir la red con una tropa de esforzados amanuenses dedicados a defenderlos a capa y espada. Temen que la gente pueda acceder a un internet sin candado.
Pero no se puede tapar el sol con un dedo. Cuba tiene muchas realidades. Y nadie las puede abarcar. Es una realidad que existen personas que defienden a los Castro y su socialismo tropical. Como también es real que hay muchos que se oponen.
Gústele o no a los partidarios del régimen, es también cierto que hay tantas prostitutas en La Habana que asustan. Que la corrupción es un estilo de vida y los valores cívicos han caído en picada. Vivir de ilegalidades, como el juego o vaciando contenedores en el puerto, se ha convertido en algo normal.
Según mi percepción, son mayoría los cubanos que están disgustados por la forma de gobernar de los Castro. El número de probables inmigrantes es descomunal.
El futuro no ubica a jóvenes talentosos en su país. Cuba duele. Incluso sus más acérrimos partidarios reconocen que no se han hecho bien los deberes. Su cobardía radica en que no culpan a nadie del desastre. Y hay un culpable: Fidel Castro.
Iván García