Cuenta un ex oficial de la inteligencia cubana que hace seis años, en un ejercicio militar denominado Bastión se utilizaron diversas estrategias para reprimir y aislar a los periodistas independientes más incómodos. Antes de detallar los diferentes protocolos para frenar y desmantelar la prensa independiente, hace una pausa y prende un cigarro.
“Probablemente el sector que se opone al gobierno que mejor funciona es la prensa independiente, cuantitativa y cualitativamente hablando, Siempre lo he dicho: en Cuba no funciona la agricultura y el transporte y la producción de alimentos son insuficientes. Pero los servicios especiales funcionan mejor que un reloj suizo”.
En su opinión, la disidencia, por ahora, no es un problema serio para el Estado. Se dedican más recursos a vigilar a los cuadros (dirigentes) del partido y el gobierno. Se usan diversas estrategia para mantener a la oposición inoperante. Dividir, aprovechar las rencillas internas, desacreditar y penetrar a las diferentes organizaciones opositoras. Se sabe todo lo que hacen sus líderes. Hay ojos y oídos cercanos que le informan a la Seguridad. Están bastante controlados. Y en caso de un estallido social los detenemos de manera preventiva”, indica.
«Pero los periodistas independientes son un problema serio, porque suelen trabajar por su cuenta. Escriben para medios en el exterior o sitios radicados en la isla. ¿Cómo los puedes acallar? Las nuevas tecnologías dificultan desmantelar webs como El Estornudo o 14ymedio. Llegas, haces un registro y ocupas computadoras y teléfonos móviles. A los pocos días, por diversas vías, obtienen nuevos equipos. Si les corta internet se conectan en espacios públicos o en embajadas. Siempre van tener un modo de hacer llegar sus informaciones al exterior. En los 90, cuando no había internet en Cuba, leían sus artículos por teléfono o los pasaban por fax. No es complicado montar un operativo y cerrar los medios que el gobierno considere molestos. El inconveniente es el escándalo internacional que se arma”, explica.
“¿Cuál es el mejor método operativo? Entrevistarlos personalmente. Amenazarlos con las consecuencias que podrían tener si siguen publicando. Ese cara a cara le permite a la Seguridad del Estado diseñar perfiles de cada uno de ellos y, de paso, saber quién aguanta más o menos presión. También dejarle abierta la posibilidad de emigrar. Es una fórmula que funciona. Existen diversos protocolos para contrarrestar a los periodistas independientes. Se han puesto en práctica en los ejercicios militares Bastión. Métodos electrónicos de vigilancia que nos permiten localizarlos, aislarlos y detenerlos en caso de protestas callejeras, para que no puedan reportar. Incluso con los corresponsales extranjeros se utilizan métodos de coacción: presión psicológica, amenazas telefónicas, notificaciones del centro internacional de prensa y desacreditarlos si es necesario. El mejor ejemplo fue el caso de Fernando Ravsber, periodista de la BBC”.
Según el ex oficial de inteligencia, la filtración hace dos años de un video donde el entonces vicepresidente Miguel Díaz-Canel amenazaba a OnCuba con cerrarlo, fue una advertencia a los directivos para que bajaran el tono crítico. Recientemente, varios periodistas sin mordaza han sido notificados por Inmigración que se les levanta la regulación que les impedía viajar a otros países. Para el ex oficial, el mensaje es claro: “Aprovechen la oportunidad y márchense”.
Diario Las Américas contactó con varios periodistas independientes que han sido detenidos y amenazados por la policía política. Todos coinciden que su interrogador siempre los invita a colaborar. Cuando se niegan, las opciones que quedan son abrirle un expediente por un supuesto delito o amenazar su integridad física. Al final de la citación le proponen emigrar. Por una cuestión ética no voy a poner sus nombres. Pero al menos doce periodistas independientes revelaron que tienen pensado irse del país en cuanto les sea posible. Otros trazan planes para marcharse de manera temporal. La principal causa es la represión sistemática por parte de la Seguridad del Estado.
Pero hay otros factores. La inestabilidad financiera por no tener un trabajo y un salario fijo y la aguda crisis económica cuyo fin no se avizora a corto, mediano o largo plazo. Un veterano reportero confesaba:
“El miedo nunca se pierde. Ninguno de nosotros tiene vocación de mártires. Quiero democracia, libertad de expresión y que se respeten los derechos humanos en Cuba. Pero el desgaste psicológico es tremendo. Tu propia familia es la que comienza a plantearte la posibilidad de que te vayas. Ves a tus hijos y nietos sin ningún futuro y te preguntas si tienes derecho a negarle una vida mejor. Un mes sí y otro también, vives en la incertidumbre monetaria. Muy pocos colegas independientes son solventes. No solo vivimos al día, a veces pidiendo el agua por señas, algunos tenemos familiares a nuestro cargo, algunos ancianos. Demasiadas presiones. Entonces decidí que este año, cuando se reanuden los vuelos comerciales, me iré definitivamente. Por mi edad jamás podré continuar ejerciendo el periodismo. Trabajaré en cualquier oficio. Pero quiero vivir los últimos años de mi vida como una persona libre”.
Desde 2013, cuando el régimen flexibilizó las leyes migratorias, hasta la fecha, alrededor de cincuenta reporteros sin mordaza se han marchado de Cuba, unos a Estados Unidos, otros a naciones latinoamericanas y europeas. A duras penas sobreviven. Para el poeta y periodista Raúl Rivero, fundador de Cuba Press, la más profesional de las agencias de periodismo independiente que hubo en la Isla, el exilio fue su única opción.
Condenado a 20 años de prisión durante la Primavera Negra de 2003, gracias a gestiones del gobierno español pudo salir de la cárcel rumbo a Madrid. Hasta su jubilación publicó en el periódico El Mundo. Ahora con su esposa, Blanca Reyes, una de las primeras Damas de Blanco, vive en un piso cercano al teatro Manuel Artime en Miami. Rivero no ve la hora de regresar a una Cuba democrática y ayudar a la creación de un periodismo nacional, libre y diferente.
Otros periodistas formados en universidades cubanas han tenido más suerte. Llamémosla Leticia. Tras ejercer el periodismo durante doce años en La Habana, se marchó a Estados Unidos. “Me fui reclamada por mi padre. Cuando presenté mi salida del país, la Seguridad del Estado me amenazó y me sometieron a un interrogatorio en una unidad policial. Delante de mi hija me dijeron que si no acudía a la citación me venían a buscar y quedaría detenida. Al llegar a Estados Unidos, los dos primeros años trabajé en lo que apareciera. Limpié oficinas, vendí medicamentos y paquetes turísticos, sin dejar de estudiar inglés. Gracias a un internship que hice pude comenzar a ejercer el periodismo, aunque los primeros cinco meses fueron sin cobrar un centavo para probar mis capacidades”.
Más de 15 después, es directora de un medio en Estados Unidos. Pero casos como el de Leticia son los menos. La mayoría de los periodistas cubanos en otros países, jamás vuelven a ejercer su profesión.
Iván García
Foto: Tomada de ALN News.