La jerarquía del régimen cubano, afanada siempre por ofrecer una imagen de originalidad y soberanía a los inversores y a las viudas del comunismo, aparenta que no busca salir de las ruinas de su sistema hacia un capitalismo de Estado como lo han hecho, alumbrados por el fuego de los manuales marxistas leninistas, sus camaradas de China y Vietnam. No. El Gobierno de la isla, en sus encrucijadas, se inclina a veces por una etapa superior del feudalismo.
El primer paso importante lo dieron hace unos años cuando liberaron a miles de empleados de las empresas estatales y los lanzaron a las calles para que vivieran la precariedad y la miseria por cuenta propia. Eran libres, podían aspirar a conseguir trabajos donde quisieran, sólo que allí no existen compañías privadas y tuvieron que salir a forrar botones, fregar automóviles, vender agua de azúcar y pan con nada o remendar zapatos.
Con esa medida, el Estado le transfirió la responsabilidad de su pobreza al individuo y, por otra parte, privilegió al sector de la población que recibe apoyos de sus familiares en el extranjero. Ellos viven la ilusión de que son comerciantes porque venden y compran los chirimbolos y baratijas que les llegan desde las tiendas de rebajas de Miami. Los panfletos oficiales ya comenzaron a fustigar a los llamados nuevos ricos.
Los viejos ricos están en el poder. No hay tinta para tocarlos. Hace unos dís se produjo un anuncio que demuestra que los jefes no miran por el parabrisas, usan el retrovisor.
El Ministerio de Agricultura prepara un plan de adiestramiento de 20 mil bueyes para realizar labores en el campo. El programa se propone garantizarle atención veterinaria y pastos a los animales. Un especialista del sector dijo a los periodistas que los bueyes «tienen la misión» de ayudar a la siembra, el cultivo y el transporte de semillas.
En ese cuadro, donde tropiezan escorias feudales y esclavistas, retoños de un capitalismo primitivo y el desconcierto social, lo más auténtico que queda del socialismo es el casco y la mala idea. Y se usa para reprimir, darle palizas y encarcelar a los opositores pacíficos y a las Damas de Blanco.
El grupo de compadres que está al mando no quiere que se mueva nada. Si hay que hacer movimientos por compromiso, ellos seleccionan el rumbo. La velocidad, ya se sabe, es la del paso de una carreta tirada por bueyes.
Raúl Rivero
El Mundo, 23 de agosto de 2013.
Foto: Tomada de la web Foto Cuba.