Desde La Habana

Cuba: Indignados en el poder

Las reverberaciones que ha dejado el verano en Cuba no pueden achacarse sólo a la ira de Dios y a la rabia oscura de los orishas del panteón yoruba. A lo mejor esos guías espirituales de los cubanos utilizaron las oscilaciones del cambio climático para enviar a la Tierra ciertos castigos.

Pero los gases lacrimógenos, las golpizas, la cárcel y la represión se deben a una gestión de la policía política.

El trabajo de los militares y de sus brigadas de guatacas estatales
-bajo el solazo impávido y la humedad febril caribeña- se ha
desarrollado en episodios puntuales en Pinar del Río, La Habana, Santa Clara y Camagüey. Allí han tratado de atajar cacerolazos y protestas cívicas con agresiones físicas, prisiones preventivas y amenazas.

Sin embargo, es en la zona oriental, en Santiago de Cuba y sus
alrededores, donde los cuerpos represivos se han ensañado con la oposición pacífica, con las Damas de Blanco y las mujeres de apoyo que van a misa los domingos y salen a las calles a pedir libertad para los presos políticos y democracia para su nación.

Esta semana, en Palma Soriano, un pueblo de la provincia santiaguera, un comando asaltó la casa donde estaban reunidos tres decenas de opositores. Los guardias, vestidos de negro, con cascos, máscaras, escudos y porras antidisturbios, rociaron previamente la vivienda con gases lacrimógenos y luego arrestaron a los ocupantes.

Un testigo relató que los agentes rompieron parte del mobiliario,
confiscaron documentos, ordenadores, cámaras fotográficas, teléfonos y billeteras de los opositores. A algunos de los hombres les arrancaron las camisetas donde aparecía grabada la palabra «Cambio».

Grupos defensores de los derechos humanos denunciaron que «por lo menos 65 hombres y mujeres fueron detenidos por la policía política secreta (Seguridad del Estado) y la mayoría de esas personas, completamente desarmadas, sufrieron diversos actos de brutalidad policial».

Ese despliegue de tecnología represiva, lejos de las cámaras de los corresponsales extranjeros y de los diplomáticos distraídos, es otro campanazo para los que ven transformaciones cada vez que el gobierno se tiñe el pelo.

En ese país, los indignados, los enfurecidos, administran la violencia desde el poder porque no quieren irse.

Raúl Rivero
El Mundo

Video: Protesta y represión en Palma Soriano, Santiago de Cuba. Tomado del programa A Mano Limpia, de Oscar Haza, trasmitido el 1 de septiembre por el Canal 41 de Miami.

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