Desde La Habana

Cuba gasta más en turismo que en salud y educación

Cuba gasta más en turismo que en salud y educación

Baños en el Hospital Freyre de Andrade, más conocido por Emergencias, situado en Carlos III y Espada, Centro Habana

La carpetera del hotel Habana Libre charla por teléfono con una amiga. La empleada del buró de turismo fue a comprar una bolsa de pan suave en un negocio privado cercano para llevar a casa cuando termine la jornada laboral. En el bar del lobby, una dependiente lee un libro de historietas y el cantinero bosteza mientras mira, en la pantalla de 60 pulgadas, el aburrido noticiero nacional. Luego toma el mando de control remoto y sintoniza un juego de los play-off de la NBA.

En el antiguo Habana Hilton, en el corazón de La Rampa habanera, hay más empleados que huéspedes. “Hace unos años atrás, cuando se ponían juegos de las Grandes Ligas, la NBA o de la Champions League, el bar estaba a reventar. Ahora esto parece una funeraria”, dice el cantinero.

Las causas son diversas, reconoce un empleado del hotel. “En un primer momento, después de la Tarea Ordenamiento (un intento de reforma monetaria implementada por el régimen en enero de 2021 y que ha sido un rotundo fracaso) al subir los salarios y vender en moneda nacional a una tasa de 25 pesos por un dólar, muchísima gente prefería venir a hoteles del Estado, le salía más barato que ir a una paladar o bar privado. Pero luego comenzó la inflación a dispararse y el dólar a cotizarse a 200 pesos y comenzamos a tener pérdidas. Los precios se ajustaron a la tasa que puso el gobiernom, de un dólar por 120 pesos, y desaparecieron los clientes. De los turistas ni te cuento. Muy pocos alquilan una habitación. Cuando lo hacen es solo una noche. En un país capitalista el dueño hubiera cerrado el hotel, pues no somos rentables”.

A pesar de que el precio de la habitación en el Habana Libre se redujo de más de 70 dólares a 53 dólares la noche con desayuno incluido, la ocupación no pasa del 10%. “Por la mañana vienen algunos clientes, casi todos cubanos, a bañarse en la piscina o tomarse unos tragos. Pero muy pocos turistas extranjeros. Y aunque se está reparando el hotel, se nota el abandono. Las cortinas y los muebles son viejos, en la zona del centro comercial hay goteras en el techo y la climatización es deficiente por falta de mantenimiento. La oferta gastronómica es para pegarse un tiro. El hotel es de cuatro estrellas solo en teoría, en la práctica parece un hostal de carretera”, afirma el empleado.

Aunque la gerencia ha recortado puestos laborales y cerrado el contrato a decenas de trabajadores, “todavía quedamos 400 dándonos cabezazos unos con otros, sin nada que hacer. Esa sequía en el turismo afecta nuestros bolsillos, porque dependemos de las propinas y lo que podamos ordeñar a los turistas y no del salario básico, que es una vergüenza, de los más bajos del país, siendo un sector que ingresa cientos de millones de dólares. Soy ayudante de cocina y gano 3,700 pesos -alrededor de 19 dólares según la tasa de cambio del mercado informal- que se me van en taxis y cigarros. La ‘búsqueda’ (robo) está malísima. Muchos han pedido la baja o se han largado del país», cuenta el ayudante.

Cuando usted recorre los hoteles emplazados en el centro del Vedado, notará la ausencia de huéspedes. En el Capri, Nacional, Victoria, Riviera, Cohíba o el recién inaugurado Grand Aston, verá a las camareras bromeando o jugando con sus celulares.

La Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI), reconoce que la ocupación hotelera ronda el 15%. No obstante, GAESA, holding de empresas militares que capitaliza el 90% por ciento de las divisas que entran a Cuba, sigue construyendo hoteles en el país.

Un ex funcionario de GAESA revela a Diario Las Américas que “a los militares no lo controla Díaz-Canel. Reciben órdenes directas de Raúl Castro y el grupo de generales que dirigen la empresa. En Cuba hay más de 79 mil habitaciones y un 74% son de hoteles cuatro y cinco estrellas. El 90% de esas capacidades las administra GAESA, que también es el dueño de los hoteles. Le otorgan licencias a Meliá y otras compañías extranjeras para que administren los hoteles, pero los militares son los dueños”.

“Calculo que de 2008 a la fecha, GAESA ha invertido cerca de 20 mil millones de dólares en la construcción de hoteles, marinas y otros centros de ocio. Lo financian con el dinero de la exportación de servicios médicos y los dólares que obtienen de empresas como aviación civil o ETECSA. El dinero fresco de las remesas es fundamental. En su mejor momento, recaudaban más de 3,500 millones de dólares anuales. La estrategia es llegar a 100 mil habitaciones en 2030. GAESA puede competir en número de habitaciones, no en calidad de los servicios, con gigante de la hostelería mundial como Marriot o Hilton», explica y concluye el ex funcionario de GAESA:

«En 2023, se suponía que Cuba estaría recibiendo más de 5 millones de turistas y las previsiones eran que cuando el bloqueo (embargo) cesara , de 10 a 12 millones de turistas, la mitad estadounidense, visitarían la Isla. Están enfocados en ese objetivo. No les importa que esas inversiones sean casi 20 veces mayor que el dinero que se emplea enla agricultura. Ni en plena pandemia, que costó miles de vida en Cuba, detuvieron la construcción de hoteles de lujo”.

Los sectores de salud y educación, las vitrinas con la cual la dictadura castrista ha cimentado su popularidad en la izquierda mundial, en 2022 recibieron, juntos, una décima parte de la inversión dedicada a la industria del ocio.

El turismo devoró el 33% de las inversiones que se hicieron el año pasado. 23,360 millones de pesos -unos mil millones de dólares al cambio oficial- frente a las partidas destinadas a salud y educación, que vistas de manera conjunta apenas se quedan con un 3,3%.

Las cuentas son aún peores si se separan las dos áreas. En salud y asistencia pública se invirtió el 2,1% (1,520 millones de pesos o 63,4 millones de dólares), mientras en el sector de educación fue de 1,2% (820 millones de pesos o 34 millones según la tasa oficial).

Es decir, se invirtió entre 16 y 27 veces menos que en turismo. Y en la agricultura, aunque el régimen alardee que es un sector priorizado, se le destinó 1.855 millones de pesos, tan solo el 2,6% de la inversión global en 2022.

La construcción de hoteles promete no parar. En plena crisis económica, en La Habana se han inaugurado cuatro hoteles cinco estrellas plus. Y justo frente a la heladería Coppelia, se dan los toques finales de otro hotel bautizado por la población como las Torres López-Callejas.

Un arquitecto encargado de proyectos de remodelación de hostales en la zona antigua de La Habana, cuenta que “en el aérea donde estaba ubicado el otrora cabaret Montmartre se comenzó a construir un hotel. En el terreno donde estaba enclavado el antiguo hospital pediátrico Pedro Borrás, en el futuro se construirá un hotel. Y aledaño al Grand Aston, también en El Vedado, ya se inició el movimiento de tierra para erigir otro hotel. En la Habana Vieja, frente al Capitolio, colindante con el cine Payret, van a levantar un hotel que ocupará una manzana. Y hay planes de demoler las cuarterías en la calle posterior del Capitolio, contiguo a la fábrica de tabaco, para construir un centro turístico”.

“He escuchado a funcionarios del partido comentar que no es de buen gusto que el Capitolio, actual sede del Parlamento, esté rodeada de solares y viviendas en peligro de derrumbe y en las cuales viven personas consideradas marginales y potencialmente sospechosa de no apoyar el proceso. Quieren, que si pasa otro 11J, tener un cordón de seguridad entre los diputados y el populacho”, señala el arquitecto.

Gustavo, economista, considera que “más allá de la poca sensibilidad política del gobierno para emprender proyectos constructivos en medio de una bestial crisis económica, inflación creciente y desabastecimiento generalizado, en un país donde la pobreza extrema ronda el 30 por ciento de la población, con salarios que son un chiste y el 4 por ciento de la población ha emigrado en los últimos dos años, si cotejamos las cifras de turistas que arriban y la ocupación habitacional que es de un 15 por ciento, vemos que es irrentable la construcción de tantos hoteles”.

“Si en los tiempos de supuestas vacas gordas, entre 2014 y 2017, cuando visitaban al país más de 4 millones de turistas, se gastaba 0.70 centavos de dólar por cada dólar que entraba en importar bienes, menguando las ganancias, que en su mejor etapa fue de 3 mil millones de dólares en bruto, cuando en Dominicana o Bahamas con igual número de turistas, la recaudación era más del doble, en términos económicos no tiene ningún sentido invertir 200 o 300 millones de dólares en construir un hotel de lujo, cuando una parte considerable de la población carece de alimentos y medicinas. Es evidente que GAESA quiere rentabilizar ese dinero a mediano plazo. Por eso construyen tantas instalaciones dedicadas al turismo. El país podrá quebrar, pero ellos seguirán siendo los dueños y esos inmuebles y terrenos duplicarán su valor de costo”, subraya el economista.

Mientras el régimen pide ‘resistencia creativa y sacrificio’ al pueblo, GAESA, empresa militar que funciona como un gobierno paralelo, invierte mil millones de dólares anuales en construir hoteles. Un porcentaje alto de ese dinero llega de las remesas que envían emigrados cubanos a sus parientes pobres en la Isla. Una de las industrias más lucrativas del régimen es ordeñar a los antiguos ‘gusanos’.

Iván García

Foto: Estado en que se encontraban los baños en el Hospital Freyre de Andrade, más conocido por Emergencias, situado en Carlos III y Espada, Centro Habana. En ese hospital falleció Benny Moré el 19 de febrero de 1963. Tomada de Cubaencuentro.

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