Desde La Habana

«Cuba está despertando»

"Cuba está despertando"

Luis Manuel Otero Alcántara es la cara más visible del Movimiento San Isidro (MSI), así como del colectivo de artistas e intelectuales que han planteado al Gobierno cubano el mayor desafío de los últimos años. Durante 13 días se atrincheró con otros 13 artistas, activistas y miembros

de la sociedad civil en su casa del barrio de San Isidro, Habana Vieja, para exigir la liberación del rapero aficionado Denis Solís, condenado a ocho meses de cárcel por desacato, y se declaró en huelga de hambre. La policía los desalojó por la fuerza la noche del jueves 26 de noviembre.

Esto prendió la mecha de la indignación en el gremio de la cultura. El viernes, 27 mientras Otero Alcántara se recuperaba en el hospital, más de 300 creadores de todas las ramas protagonizaron una inédita concentración frente al Ministerio de Cultura, Vedado, para exigir libertad de expresión y el cese del hostigamiento policial. Lograron atraer la atención del mundo y, algo también inédito, abrir una vía de diálogo con las autoridades, aunque se cerró una semana después.

«Luisma», como lo llaman sus amigos, salió el martes 1 de diciembre del hospital. Al día siguiente fue arrestado y liberado a las pocas horas. Asegura que no le dejan volver a su casa de San Isidro, por lo que se aloja con familiares en la barriada de El Pilar, Cerro, donde recibió a EFE.

El Gobierno acusa a Otero Alcántara y sus compañeros de recibir financiación de Estados Unidos para socavar al Gobierno y desestabilizar el país. Como evidencia, los medios estatales divulgaron un video en el que el artista saluda efusivamente en la calle a Mara Tekach, que era entonces la jefa de la misión diplomática de Estados Unidos en Cuba.

Dicen que trabaja para Estados Unidos…

-Es el síndrome del enemigo. Lo que te ponen como etiqueta cuando cuestionas al régimen. Yo no trabajo para Estados Unidos. Soy artista independiente, vivo de mi arte. Desde niño te dicen «tú eres mercenario, trabajas para la CIA», y te preguntas, ¿no habrá simples mortales que hacen las cosas por convicción, porque se cansan de las tiendas MLC (en dólares) y las aberraciones de todos los regímenes del mundo?

¿Alguna vez ha recibido dinero de Estados Unidos?

-Hasta ahora no. Aunque estaría dispuesto si una beca o fundación quisiera financiarme.

El Gobierno muestra un video de un encuentro en la calle entre usted y la entonces encargada de negocios de Estados Unidos, Mara Tekach. ¿Qué fue aquello?

-Es una diplomática. Lo mismo puedo reunirme con Mara Tekach que con el embajador de Francia, con mi amigo de la embajada de Holanda o el de la Unión Europea. Igual que con el presidente (cubano, Miguel) Díaz-Canel, si un día quisiera hablar conmigo.

Todos conocen al Luis Manuel opositor. ¿Quién es el Luis Manuel artista?

-Soy un artista que intento incidir en la realidad cubana. Por suerte está funcionando. Hago un arte social que cuestiona la realidad en la cual vivo, y el régimen me ha perseguido por eso y me ha metido preso. Mi enfrentamiento es para hacer mi obra. He expuesto en las mejores galerías de Cuba y en escenarios internacionales como los Museos Pompidou y de Arte Contemporáneo en Francia.

¿Cómo se financia el Movimiento San Isidro?

-Cada uno de nosotros tiene sus proyectos y su manera de sobrevivir en el día a día del cubano. Yo vendo mi arte y financio otro proyecto, Amaury (Pacheco) edita sus videos, Michel (Matos) escribe para medios… Cada uno tiene su oficio y logramos ayudarnos.

¿Usted o el MSI tienen algún posicionamiento político específico?

-El MSI es «pluri» (plural). Puede haber alguien que ame a (el presidente Donald) Trump. Yo no amo a Trump. Hay de la comunidad LGTBI, negros, blancos… Yo, por mi parte, soy un humanista. En Cuba no se habla de izquierda o derecha. Se habla de pan, pollo, tiendas MLC, de sobrevivir con un poco de picadillo, de encontrar zapatos para tus hijos… Cuando esas necesidades se satisfagan y Cuba sea un país libre,

veremos si tengo energía para cultivarme sobre políticas de izquierda, derecha o centro.

¿Cree que el Estado lo percibe como una amenaza?

-Claro, lo demuestran a diario. El Estado es como ese macho alfa que con tal de no hacerse la prueba de próstata se muere de cáncer, porque es tan macho que no se deja tocar el ano. Es tan rígido que el dibujo de un niño en una pared ya lo ven como una amenaza, porque no es el dibujo que ellos quieren y otros niños pueden querer hacer su propio dibujo.

¿Qué es lo que quiere cambiar en Cuba?

-Quiero cambiar una dictadura a un sistema democrático y libre. Quiero que haya libertad de expresión, de poder moverme por las calles. En Cuba no existe libertad.

¿Qué le pareció la concentración del viernes de 27 de noviembre?

-Me sentí feliz, agradecido. Se cumplieron nuestras expectativas. Cuando veo que todo el trabajo que hemos hecho en tres o cuatro años está teniendo respuesta entre la juventud y el sector cultural, yo felicísimo, porque la sociedad civil cubana se está despertando y articulando. Siento que ya el cubano está cansado de la bota del régimen encima: te pongo una tienda MLC sin contar contigo, mañana te subo los precios de los alimentos, después mando a tu mamá a una misión médica y te digo que es por el bien de la humanidad y no para quitarle el 80 por ciento de su salario.

¿Realmente está «despertando» la juventud o solo un grupo de la élite artística e intelectual?

-Ellos son personas que saben trabajar con los medios, las redes sociales y la imagen. Se está logrando desde la intelectualidad que sea más visible. Pero una o dos veces al mes hay una protesta porque no hay pollo, porque falta el agua… Yo creo que toda Cuba está despertando.

¿Cómo vivió la huelga de hambre?

-Llega el séptimo día en el que logras dormir tras varios días dando vueltas, porque el metabolismo no funciona bien, y ves en las redes sociales amigos y a un tipo desconocido con un cartel de «Luisma Vive» en el Parque Central dispuesto a recibir golpes. Eso me hizo despertar de la huelga de hambre.

¿Valió la pena?

-Sí. Me hizo entender el amor, la preocupación del otro por ti. Y despertó a un montón de gente.

¿Cuántas veces lo han arrestado y luego soltado?

-Como 40 o 50 veces. Ha pasado de todo: desde que salgo de una fiesta a orinar en un tanque de basura y me desaparecen, o me arrestan en medio de la calle… He estado a las 9 de la mañana preso y me han dicho que a las 10 de la mañana he violado una ley en la calle. Me han golpeado, violentado, amenazado y aquí seguimos.

¿Qué es lo que ocurre durante los arrestos?

-En el calabozo te puedes encontrar con experiencias de vida de presos. Puedes estar en un carro policial durante 10 horas sin hablar con nadie. Puede venir un «seguroso» (agente de la Seguridad del Estado) a hacer de policía bueno para convencerte de que dejes tu arte, emigres o dejes de ver a un amigo. Ha habido de todo, desde fracturar amistades hasta amenazas de muerte o prisión, como esta última vez.

¿Otros compañeros también han sufrido esos «arrestos exprés», qué intención cree que persiguen?

-En Cuba hay una violencia en silencio. Si comparas esa detención exprés con los muertos en Colombia o los secuestros en México, dices «en Cuba no pasa nada». Pero yo he estado más de cuarenta veces en calabozos del Estado cubano. Si sumas todas esas horas equivalen a dos años de prisión. Estamos traumatizados y por eso la gente tiene que emigrar. El 10 de diciembre es el cumpleaños de mi hijo y no podré ir a verle porque es el Día de los Derechos Humanos y no me dejarán salir.

Dice que no va a hacer más huelgas de hambre. ¿Qué planes tiene?

-En los últimos tres años hemos aprendido a articularnos. Los próximos días seguiremos luchando por la libertad de Denis Solís y construyendo una Cuba libre. Esa es mi prioridad número cero.

¿Ve esperanza en el diálogo con el Ministerio de Cultura?

-La esperanza no está basada en el diálogo con el Ministerio de Cultura sino en los cientos de jóvenes que estaban fuera del ministerio. Que el régimen tuviera que hablar de diálogo y exponerse a la opinión nacional e internacional. Si al final no dialoga va a quedar mal con toda esa gente y a exacerbar más la molestia, la falta de fe que tiene la gente en ellos.

¿Va a participar en el diálogo si este continúa?

-Sí. En Cuba tiene que hablar todo el mundo.

Foto: Luis Manuel Otero Alcántara (La Habana, 1987) entrevistado por el periodista Atahualpa Amerise y fotografiado por Yander Zamora, los dos de la agencia EFE en Cuba, el 3 de diciembre de 2020.

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