Desde La Habana

Cuba: esperando la televisión por cable

Cuando usted le comenta a Felicia, 76 años, ama de casa, que en ese “artefacto raro y complicado” que funciona con las yemas de los dedos se puede establecer una conexión audiovisual con su hijo residente en Miami, mueve la cabeza de un lado a otro como si le estuviesen tomando el pelo.

Las tabletas, laptops y teléfonos inteligentes le suenan a fábulas de ciencia ficción. Está convencida que sus dedos toscos pueden pulverizar esos “jugueticos” de pantalla plana.

Felicia prefiere sentarse en el sofá de su casa y ver durante cinco horas culebrones brasileños, turcos y sudcoreanos o seriales de temporadas atrás producidos en Estados Unidos.

Ahora mismo, espera ansiosa al mensajero del barrio que le alquilará varios capítulos de Juegos de Tronos. El paquete, un compendio audiovisual de filmes, seriales y novelas de televisoras extranjeras que descargan emprendedores privados y luego comercializan, es una industria primitiva de ocio local.

“Hace dos años, un vecino del barrio que tenía una antena, por 8 cuc al mes me alquilaba la señal con una cartelera con programas de Miami y espacios humorísticos de España. Pero después que la policía desmanteló su negocio, alquilo videos o el ‘paquete’. Es que la televisión cubana está tan mala que a la gente no le queda más remedio que gastar dinero en buscar otras opciones”, señala Felicia.

Los cintillos de la prensa nacional y extranjera destacan la ampliación de los servicios de internet en la Isla, pero poco se habla de una apertura a la televisión por cable.

En una encuesta a 15 personas, de los dos sexos y en edades comprendidas entre 14 y 76 años, todos aprueban un mayor acceso a internet, pero esperan noticias sobre una apertura a canales televisivos prepagos.

Yudelis, 16 años, le gustaría tener un ‘paquete’ de canales disponibles para ver documentales al estilo de Discovery Chanel, análisis noticiosos diferentes en CNN o seriales de HBO.

Eusebio, 27 años, prefiere un canal por cable para poder ver en vivo partidos de la NBA, MLB y los Open de Tenis del circuito mundial. “La televisión cubana hace un esfuerzo en su canal deportivo, pero se queda corto. Muchos eventos son diferidos. Y cuando los trasmiten, ya se conoce el resultado”.

Hay fanáticos desaforados a los canales de la Florida. Ileana, 34 años, consume como una obsesa Caso Cerrado o Belleza Latina. “Si autorizaran la televisión por cable uno podría escoger su programación favorita”.

Sergio, 41 años, economista, piensa que una apertura de la señal televisiva sería un negocio redondo para el Estado. “Puede ser más rentable que internet. Recuerda que en Cuba es una minoría los que tienen computadora o teléfonos inteligentes, pero casi todos poseen un televisor”.

Carlos, 59 años, sociólogo, considera que los prejuicios políticos de los autócratas militares pesan más que la rentabilidad económica. “En la televisión por cable hay programas de muy bajo nivel que no aportan nada a la cultura general. Pero es una decisión personal de cada cual elegir sus preferencias y qué hacer en su tiempo libre. Sucede que una apertura de ese tipo provoca un cortocircuito al monopolio estatal sobre la información. El problema para el Estado no es que la gente vea bodrios enlatados, es que conozcan, por ejemplo, de las vacaciones en Grecia y Turquía de Antonio Castro”.

En la hoja de ruta promulgada por el presidente Obama para empoderar al pueblo cubano el 17 de diciembre de 2014, no estuvo contemplada la intención de comercializar la señal televisiva prepago de Estados Unidos en español.

En las tímidas reformas económicas de Raúl Castro tampoco se hace referencia al tema. El gobierno verde olivo solo se ha comprometido a digitalizar la televisión para el año 2021.
Si a usted le interesan los canales de la Florida, debe pagar el equivalente a 10 dólares mensuales a personas que clandestinamente comercializan la señal o alquilar el ‘paquete’. No queda otra.

Iván García

Foto: Dos cubanos ven en su casa una telenovela sudcoreana. Tomada de Panamericana.

Nota.- Luego de más de tres décadas de reinado brasileño, las telenovelas sudcoreanas han ganado terreno en el público cubano. El boom de los ‘doramas’ (dramas asiáticos) en la isla estalló después de la trasmisión exitosa de La reina de las esposas. Le siguieron Mi bella dama, Eres bella, Sueña sin límites y Jardín secreto, pero unas 30 están circulando de mano en mano, casi todas provenientes de Miami, donde también los ‘doramas’ tienen muchos seguidores entre los cubanos y latinos residentes en la Florida.

Durante una visita a la Isla, el actor y cantante Yoon Sang Hyun, conocido en Cuba por su interpretación del mayordomo Seo en la telenovela Mi bella dama, atribuyó el éxito de las series sudcoreanas porque muestran las relaciones de las personas en la vida real e incluyen algo de comedia, romance y drama, pero sin dramatizar demasiado.

Las telenovelas sudcoreanas siguen un patrón similar al de los culebrones brasileños, mexicanos, colombianos y venezolanos, y muestran una nación desconocida para los cubanos, aunque en Cuba desde hace tiempo se venden electrodomésticos Made in South Korea (la marca más conocida es Samsung). Seúl y La Habana mantienen rotos sus lazos diplomáticos desde 1959 debido a la alianza histórica, política e ideológica que existe entre el régimen de los Castro y el de los Kim en Pyongyang. Según la agencia Yonhap, «Cuba y Corea del Sur podrían normalizar sus relaciones diplomáticas en un futuro muy próximo».

Últimamente, los cubanos también se han aficionado a las telenovelas turcas, aunque las novelas brasileñas siguen siendo las favoritas. Cuba es un país precursor del género: fue un cubano, Félix B. Caignet (1892-1976), autor de la famosa radionovela El derecho de nacer, en los años 40, quien fijó la estructura que luego tomó la televisión para sus melodramas (Tania Quintero).

Salir de la versión móvil