En la céntrica Plaza Roja de la barriada habanera de La Víbora, el hit abakuá del reguetonero Chocolate MC se escucha a todo volumen en una bocina portátil. Al compás de la música, un grupo de adolescentes bailan en la acera mientras se pasan entre ellos un botellín plástico de ron barato.
En la esquina, en la calle Carmen, media docena de indigentes emplazaron un timbiriche ambulante de prendas de vestir y mercancías recogidas en vertederos y latones de basura. La piel amarillenta, los brazos escuálidos y rostros hinchados revelan que son alcohólicos o están enganchados a la droga de moda entre los más pobres en Cuba: ‘el químico’, una sustancia que supuestamente mezcla la marihuana con potentes sicotrópicos.
“Es muy barata, de acuerdo a los precios existentes en el país. Cuesta 200 pesos, aunque ahora, debido a los operativos que desde hace dos semanas está haciendo la policía en La Habana, ha subido y se vende entre 250 y 300 pesos. A ciencia cierta, nadie sabe qué contiene. Un poco de yerba (marihuana) con medicamentos recetados a personas con tratamientos siquiátricos. La gente no sabe de dónde salió. Cuentan que los que la elaboran son graduados de química y conocen los efectos de los psicofármacos. Parecido al profesor del serial Breaking Bad. No sé si será verdad. De cualquier forma, ‘el químico’ es la bomba. Da un vuele corto, pero salvaje”, detalla un consumidor de la droga.
Aramís, un joven que no llega a los 30 años y ya ha estado dos veces ingresado en una clínica de desintoxicación, afirma que ‘el químico’ «es una patá por la cara. Desde que tengo 16 años estoy enganchado a las drogas y el alcohol. La marihuana te da una sensación de satisfacción y el alcohol me hipnotiza. Cuba es un manicomio, nada funciona, si no puedes emigrar lo mejor es andar volao las 24 horas”.
“Hay drogas que dan más placer, pero son muy caras. Como el EPO o el polvo (cocaína), que un gramo puede costar casi 100 dólares. El ‘cambolo’, conocido también como ‘la piedra’, no es recomendable. Cuesta mil o 1,200 pesos y el vuele nunca te llega. Con ‘el químico’ el vuele es corto, te sientes Superman. La marihuana es un comodín, como la cerveza, ni siquiera debiera reconocerse como droga, te pone a full y contento. Pero un prajo (cigarrillo) cuesta entre 1,200 y dos mil pesos”, explica Aramís, para quien beber ron casero es como tomar agua.
“El día que no me doy un buche siento que se me parte el cerebro. Si alguna vez me fuera de Cuba quizás modere el consumo de drogas y de alcohol. O lo deje. Pero en este país es imposible vivir de forma sana. Cuando llego a la casa no hay comida, la familia peleando por cualquier cosa y cuando pones el televisor te fundes con esa muela jorobada del gobierno. Me han ingresado dos veces y ya perdí la cuenta de las reuniones de Alcohólicos Anónimos en las que he estado. Al final siempre regreso al vicio”, confiesa.
Yosmel, 59 años, alguna vez fue el prototipo del hombre nuevo que Fidel Castro y Ernesto Guevara idealizaron: una auténtica máquina de matar, que odiara al imperialismo yanqui y su prioridad fuera la lucha de clases. “Mis padres eran militares. De niño, en vez de ver dibujos animados de Disney, veía Elpidio Valdés y muñequitos rusos. Me educaron para que fuera un guardia. Estuve en los Camilitos y luego en una escuela superior del MININT. Llegué a ostentar el grado de teniente. Participé en misiones en Angola y Nicaragua. Con el tiempo comencé a desengañarme. Mis hijos emigraron y si no fuera porque estoy doce horas luchando un peso detrás de un timón (taxi privado), mis padres estuvieran en la indigencia».
Yosmel considera que Fidel hizo la revolución para él y su grupo. «El resto de los cubanos hemos somos tontos útiles, figuras decorativas”, dice Yosmel, mientras hace cola en una gasolinera: a partir del 1 de marzo las autoridades comenzarán aplicar nuevos precios, con un aumento del 500%, en la venta de gasolina y diésel. En 26 servicentros que se abrirán por toda la isla, el combustible se venderá exclusivamente en divisas. Para Yosmel, esas medidas son un disparate y tendrán un alto costo político y social.
«Cuando en febrero se anunciaron, el precio de los taxis aumentó de 100 a 200 pesos. Y en las distancias más largas, hasta Santiago de las Vegas o Guanabo, a 300 y 400 pesos. En un país donde no funciona el transporte público a precios módicos, es muy estúpido pensar que el sector privado podrá satisfacer la tremenda demanda que existe. En ningún lugar del mundo el taxi es el medio de transporte para los que trabajan. La subida de los precios del combustible disparará la inflación”. Y augura que para el verano, de mantenerse el espiral inflacionario, “el dólar alcanzará los 400 pesos y el precio de los alimentos subirá un 50 o 60 por ciento. Podría haber una hambruna como en Corea del Norte», opina Yosmel.
A Rosario, jubilada, el estrés la desborda. «Abres el refrigerador y no tienes nada de comer, solo pomos de agua. Mis nietos siempre tienen hambre y sus padres no pueden comprarle ni un chupa-chupa. Los cubanos estamos al borde de la locura y esta gente (el régimen) diciendo mentiras por la televisión. No hay medicamentos, los hospitales son un asco, la corrupción es indetenible y el pueblo pasando muchísimas necesidades. Pero el miedo tiene un límite. Llegará un momento que la gente diga: ya nos cansamos de tantos abusos”.
Silvio, residente en la provincia de Holguín, a más de 800 kilómetros al noreste de La Habana, cuenta que desde hace dos meses, los apagones en su pueblo son de ocho, diez y doce horas diarias. «Y nadie te explica cuando se va a solucionar el problema. Estamos a finales de febrero y solo han vendido cuatro de las siete libras de arroz que toca por la libreta. Es una contradicción. No hay combustible, sin embargo dilapidan el que tienen en reuniones y visitas de Díaz-Canel a provincias, en vez de despachar de una sola vez la miseria que te entregan por la libreta, siete libras de arroz, cinco de azúcar y diez onzas de frijoles, te la reparten espaciada, gastando más petróleo. Este gobierno es una broma de mal gusto”.
El jueves 21 de febrero, al salir de la Embajada de Estados Unidos, Nuria, ama de casa, se sentó en una pizzería privada y antes de leer la carta y hacer el pedido, comenzó a llorar. Algunas personas se le acercaron, pensando que se encontraba mal o había tenido un problema. Entre sollozos dijo: «Me aprobaron la visa de reunificación familiar». Los presentes comenzaron a aplaudir. “Deberías hacer una fiesta. Ocho millones de cubanos quisieran tener tu suerte”, le dijo un empleado. Es que ahora mismo la prioridad de muchos en Cuba es emigrar. Huir a cualquier parte.
Iván García
Foto: Un cigarrillo del ‘químico’, la droga de moda entre los jóvenes pobres en Cuba. Tomada de CubaNet.