Según la Organización Internacional del Café, el café ligado con chícharos (guisantes) u otros granos no es café. Nunca lo ha sido. Y bien lo saben aquellos cubanos que por desayuno toman café mezclado sin leche.
En los años duros del período especial, la gran depresión económica cubana que aún perdura, Fidel Castro intentó hacer ver que una colada de este engendro, mezcla de café de baja calidad con chícharos, era mejor que el café puro.
En 2005, apuntalado por el petróleo venezolano que a precio de saldo le ofrecía su amigo Hugo Chávez, Castro volvió a distribuir café puro por la cartilla de racionamiento, a razón de un sobre de 115 gramos per cápita.
De forma liberada, en los comercios se podía comprar café 100% a 10 pesos (0.60 centavos de dólar) el sobre. Pero en 2007 llegó la crisis mundial y con ella, una subida abrupta en el precio de los alimentos, entre éstos el café.
En esta primavera del 2011, al General Raúl Castro no le ha quedado otra que volver a retomar la venta del café mezclado. Se distribuirá un sobre de mensual 115 gramos a los mayores de 7 años.
Según informaciones de la prensa oficial, el cambio se debe al alto costo del café en el mercado mundial. Cuentan los medios estatales que Cuba tiene que gastar 40 millones de dólares extras para importar café.
Así que los obreros, campesinos e intelectuales leales o no al régimen, lo que beben cada mañana es una variedad de café conocida como Robusta, de calidad inferior si la comparamos con la Arábiga. Además, ligada con chícharos.
Los cubanos con parientes en el exterior, ministros y hombres de negocios que representan al gobierno y viajan por todo el mundo, tendrán posibilidad de poder tomar café brasileño o colombiano.
Para el cubano de a pie, el café es tan importante como el té de las cinco para los británicos. Esos desayunos que parecen almuerzos, de tostadas con mantequilla, huevos fritos con bacon, jugo de naranja y una taza de café con leche, es cosa de película para los ciudadanos de la Cuba profunda.
Un trago de café muy dulce es el desayuno de una mayoría en la isla. No siempre el buen café fue un lujo para los cubanos. Antes de 1959, Cuba era una nación exportadora de café.
En los años 60, uno de los delirios del comandante único fue sembrar miles de posturas de café Caturra. Todavía se recuerda aquel plan cafetalero denominado Cordón de La Habana. Sin resultados. Como sucedió con el azúcar, principal rubro de producción y sello de identidad nacional, que debido a la desidia y mala gestión gubernamental en grado sumo ha mermado sus cuotas de facturación y apenas consigue satisfacer el consumo interno.
Está por ver si el regreso del café mezclado también llegará a las oficinas de los jerarcas que rigen los destinos de la nación. En la isla los líderes piden recortes, ahorros y sacrificios. Pero ellos no lo acatan. Como dijo George Orwell, en las sociedades cerradas algunos son más iguales que otros. Cuba es de ésas.
Iván García