El grupo de poder que mantiene a Cuba desde hace más de medio siglo en los canarreos del socialismo tropical ha conseguido instrumentar, con precisión y eficacia, un mecanismo casi perfecto de propaganda azucarada y triunfal que les es tan útil y necesario para mantenerse aferrado al trono como la represión, las cárceles, las balas y los cañones.
Los personajes de trajes de campañas y guayaberas de hilo no inventaron ese sistema de mentiras atiborrado de historias edulcoradas y de cifras elaboradas en las oficinas estatales. No, ellos han hecho aportes, pero su labor fundamental para instalarlo en la Isla fue traducirlo del ruso para imponerlo enseguida en lo que habían sido medios de prensa libre y en otros espacios que nacieron ya con el timbre del panfleto en su ADN.
Así ha pasado el tiempo y en la actualidad funcionan en el país como si en realidad fueran centros de comunicación, noticiosos o de opiniones. Y también, algo que es muy importante para la nomenclatura, esos medios cuentan con una nómina abundante y diversa de periodistas graduados de esa carrera en las universidades del país.
Por ahí han empezado muchas veces las averías de los panfletos porque muchos de esos cubanos descubren cualquier mañana que, por lo menos, lo que están haciendo no es periodismo y se proponen buscar vías diferentes para hacer su trabajo.
Claro, lo más grave no es eso. Lo verdaderamente duro para los funcionarios del gobierno y sus sirvientes es que con la aparición y el desarrollo del periodismo independiente, la llegada de los blogueros libres y de Internet, esa estructura panfletaria se ha quedado desnuda y sin zapatos ante la sociedad que tuvo cautiva en el pasado.
Aferrada a los esquemas de control que la realidad empieza a borrar del mapa cubano, la policía política y sus jefes no asumen esa derrota y han acusado ahora al periodista independiente Henry Constantín del delito de “usurpación de capacidad legal para ejercer la profesión”. El asunto es que el comunicador no estudió periodismo y por esa falta puede cumplir hasta un año de cárcel.
Los represores han iniciado, además, una campaña de acoso contra el comunicador Iván García mediante interrogatorios y amenazas a personas cercanas. Y, junto a la violenta represión contra los opositores pacíficos como los activistas de la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU) y las Damas de Blanco, se intensifica la persecución a los grupos de periodistas independientes en toda la nación.
Los comunistas quieren volver a matar el periodismo libre, pero lo que está en la pura agonía es su sistema de panfletos que, aunque algunos todavía tienen vocación para escribirlos, nadie los quiere leer.
Raúl Rivero
El Nuevo Herald, 25 de marzo de 2017.
Foto: Tomada de Cartas desde Cuba.